Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

LA MAREDEUETA

No podía alcanzarme Mayo, sin un texto enamorado para María, Santa María, mi cuarta persona de la Santísima Trinidad. Esto no es una herejía. Es que para mi la Madre es tan grande como el Hijo. Si digo una barbaridad, que me perdonen los que más saben de esto. Pecar por excesivo amor no me parece pecar. Y que a Dios le gustará que por el amor a su Madre se llegue, si es menester, al disparate, también me lo parece. Un texto inscrito en el mejor mes del año.

La Madre de Dios. Nuestra “maredeueta», en el más dulce y genial de los bellos diminutivos del valenciano. En el más hermoso y familiar de sus posibles nombres. Criatura casi gris en los Evangelios: Una cita en Marcos, cinco en Mateo y doce en Lucas. El fino e intelectual Juan, “el «discípulo más amado”, en el cuarto Evangelio, tan posterior a los otros tres, la llama múltiples veces “Madre de Dios”. Juan, el que la recibe, como hija, en la Cruz, de manos de Cristo que la confía a su cuidado y en cuya casa de Éfeso vive hasta la Asunción. Es, curiosamente en Éfeso, en el siglo IV, donde tiene lugar un Concilio en que se la proclama, por primera vez, dogmáticamente, Madre de Dios. Por eso es tan genial el texto del Misteri de Elche, que, aunque se escribe casi doce siglos después, reproduce el hecho de la Asunción respetando maravillosamente su temporalidad real , y la llama, “la mare del Fill de Deu”, dando un rodeo familiar y teológico lleno de encanto y respeto histórico, para evitar el anacronismo. La Madre del Hijo de Dios. ¡Tampoco hilaban fino, teológicamente, aquellos autores anónimos del Consueta! Pone los pelos de punta.

Pienso, conmovido, lleno de amor, en aquella niña de trece o catorce años que es visitada por el Espíritu Santo para dar carne al Hijo de Dios. Pienso en aquel tibio y dulce templo de carne para el cuerpo del Señor y en su alma, casi infantil, tan responsablemente abrumada. En su sublime compromiso. “Si no conozco varón…” Socia de Dios. Co-redentora. Reina de la Iglesia. Nueva Eva que pare a un Hijo que solo tiene dos abuelos, no cuatro como todos nosotros. Eva misma, no tuvo ninguno. Ni ombligo. María, hija de Dios para hacer de su Madre. ¡Qué maravilloso barullo genealógico!

Como español, soy muy mariano. Llaman a la nuestra, la tierra de María Santísima. Ni siglo y medio hace que forzamos, nacionalmente, el dogma de su Inmaculada Concepción, en el Vaticano. Nosotros, los españoles.

Teología de la sangre. Hija de su Hijo, Madre de su Padre, Carne del Espíritu, familia de Dios en sus tres versiones personales.

Ella transmite a Jesús sangre de David. RH de hombre judío. Cromosomas de ser mortal. Y solo medio arbol genealógico. El que corresponde a las cadenas de antepasados que le procuraron santa Ana y san Joaquín. El Espíritu Santo, cuando la cubre, no podía procurarle el otro par de abuelos que honran y asisten a todos los nacidos, menos a los inmediatos y propios hijos de Adán. Dios, Cristo, pobre hasta en esto. Media casta de grande padres, como dicen los franceses.

La generación de Jesús es de una belleza teológica compleja y feliz. Madre de aquí. Padre de allá. Madre tierra y Padre Cielo. El Espíritu Santo, sublimando la tercería. El recadero Gabriel, de alado celestinaje. Y su prima Isabel, la vieja preñada, de testigo asombrado… Dan ganas de piropearla: “Bendito el Padre que Te dispuso, el Espíritu Santo que Te cubrió, mi Hermano, tu Hijo, que nos salvó y, muy a nuestro hispánico modo, santa Ana, la madre que Te parió”…Y bendito, también, Juan, “el muy amado”, que hizo, para Ti, de Jesús y José, a partir de la cruz y hasta que desde aquella ciudad de Turquía subiste al Cielo, elevándote desde su casa…El que cuatro siglos antes que la Iglesia, ya te llamaba Madre de Dios. ¡Si lo sabría él!

No quiero que pase Mayo, su mes y el de sus fiestas en Biar y el mío, que ahí nací yo hace muchos años, precisamente un 8 de Mayo, en medio de ellas, muy cerca de la más próxima de mis Vírgenes, aquella en que Dios halló gracia, la Virgen, especialmente graciosa y más propiamente, de Gracia, sin ocuparme de ella. Que en ese pueblo que cuelga de una montaña, canten mis palabras a la Maredeueta de Biar. Las palabras de un hijo de Biar, hijo, a su vez, de una hija de Biar, estrella permanente en los espacios de su alma. La mía, que es la de ella. Un hijo de Biar criado en Novelda, ciudad que desea hermanar a la suya, como si hubiera nacido en las dos. Hasta donde le dejan…

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5 COMENTARIOS

  1. Corríjame si me equivoco Sr Galbis, porque seguro que usted entiende más de estos asuntos eclesiásticos que yo pero creo que fue en 1964 durante el Concilio Vaticano II cuando la Virgen María fue proclamada madre de la Iglesia. De hecho fue entonces el Papa Pablo VI quien al concluir el Concilio proclamó la maternidad espiritual de María sobre la Iglesia entera. A partir de entonces la Virgen de una forma oficial se convierte en un modelo de virtud ,en la intercesora de los hombres ante Dios,nuestra protectora y la que anima a los católicos a seguir en vida las virtudes de Cristo.
    Hoy en día, que tanto se habla de la igualdad de género y del papel relevante de la mujer en la sociedad, observando la estructura jerárquica de la Iglesia como institución en la que desde el Papa hasta el último presbítero o sacerdote católico en el mundo son hombres no dejo de reconocer que en realidad es una mujer quien ocupa el primer lugar de la Iglesia, no solo por ser la madre de Jesús sino como madre de todos nosotros. Curiosa paradoja no le parece Sr Galbis?. Un saludo.

  2. Si, hoy celebramos la Mare de Deu del Desamparats en Valencia. Fiesta grande , preciosa y emocinante. Todos nos lanzamos a la calle. A decirele piropos.

  3. No siento su fervor, pero le venero por el amor que es capaz de albergar a LA MAREDEUETA

    Hermoso mes para nacer. Como diría usted; Un abrazo grande D. Luis. Le deseo un feliz cumpleaños y mucha salud para que lo disfrute. Besos

  4. La Trinidad, en su unidad, no es soledad, sino familia. (Benedicto XVI, aunque
    puede proceder de Juan Pablo II)

  5. Querido Luis: a propósito de María Magdalena ya hablamos sobre la unidad en la Trinidad. Este es un misterio que conoceremos en el Cielo. El pueblo soberano canta:» más tú, sólo Dios». Eso no herético es, sencillamente verdadero…

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