UMBRAL
Me he comprados dos libros, decían que en ti inspirados, UMBRAL O EL CONTRADIÓS, de un tal Emilio Arnao y UNA PUTA ALBINA COLGADA DEL BRAZO DE FRANCISCO UMBRAL, (que Dios perdone el título que impide respirar), de un presunto umbraliano, Diego Medrano el tal.
Los he intentado leer, de modo alternativo, y los dos se me caen de las manos, cansinos. No era esto no era esto, como dijo el filósofo, José Ortega y Gasset, sobre aquella República que rompió su ilusión. Pero me han sugerido hacer de ti esta glosa. Veamos cómo ha quedado, si ha valido la pena:
“EL UMBRAL DE LOS UMBRALES»
Me quedé de rodillas al pié de su columna, sin osar, Pedro Jota, pasar bajo su umbral, y a la puerta de Paco, Paco Pérez Martínez, querría llorar su falta, la orfandad en que dejó mi devoción diaria. ¡Cómo te echo de menos, San Paco desclasado, rogelio de marquesas, proleta entre banqueros, inclusero, (eso han dicho, como hijo de tí mismo y aquella Greta Garbo, que llamaste a tu madre, pucelano ficticio de un Madrid verdadero), tan dandy y atildado, luciendo como armiño tus enormes bufandas, púrpura confortable de tu frágil garganta. Coqueto de pañuelos al cuello hurtado al frío. El del Chivas con hielo, a chupitos discretos. Ya no te harás mas fotos, en cueros, escribiendo, tras la máquina el sexo, tan frecuente en tu texto y asumido en el ego de tanta fantasía.
Emperador de voces, príncipe de palabras, creador de relaciones que nacían con tu habla, que era una fuente clara de conceptos no habidos, dicho sea al modo de Fray Luis de León, el conquense agustino que tanto sabía de esto.
Byron barrriobajero, lord de dacha de pueblo. Caballero y señor de un español de seda y castellano de acero. Mendigo de Academias, donde caben Cebrianes, Marías y Revertes, “autodidacta” eterno, que así te llamó Jaime, otro grande menor, que tampoco hubo letra para cuyo sillón. El de la Murcia hermosa y la coña cultísima, clásica y armoniosa. De JUVENTUD, mi amigo, vino a este mundo nuestro el mismo día que yo, y en el mismo mes y año. El que empezó, a mi lado, en aquella revista de nuestra juventud, sus primeros primores, que ya eran literarios. Campmany se llamaba, el de la ática gracia y la ironía panocha, que nos dejó muy pronto, cuando más irisaba.
No ir a tu columna a comulgar belleza, sería como empezar la mañana torcida. Desde tu marcha lo hago, con tu venia, gran Paco, a llorar al poeta mortal y rosa y plata, a ceñir su cabeza hermosamente blanca, su cabellera lisa como una nieve hilada, con el laurel humilde de mis pobres palabras. Palabras que te añoran, palabras que te cantan, palabras que te lloran, palabras sin palabras, porque ausentes las tuyas toda palabra sobra.
Ante el umbral de umbrales, al pié de tu columna, la que hoy ocupa Raúl, del Pozo, otro grande, yo pongo mi oración por el que, estoy seguro, que creía no creer, pero realmente creía…Ha habido muchas cosas desde el día que te fuiste, ocupando tu ausencia con diversa fortuna. Yo querría agradecerte, delante de tu hueco, sin pasar el umbral de ese lugar sagrado, salvo que Pedro Jota me forzara a cruzarlo, si fallara Raúl, que Dios tenga guardado, a decirte, Don Paco, lo feliz que me has hecho, la verdad que me has dado, la belleza increíble que me entró por los ojos absortos y brillantes, porque el alma afloraba cierto rocío a sus párpados, humedecido honor con el que agradecía a sus pobres ventanas, tus luces transferidas…Mi alma agradecida que en ti se complacía. Era tanta sustancia la que nos transferías y de tal natural, tan subido y hermoso.
Adiós, Paco infinito. Dios te guarde entre rosas que ya no mueren más. ¡Qué solo me has dejado, Paco Pérez Martínez! ¡Qué vacía tu columna, qué sin placer los días, aquellos que empezaban con el gran padrenuestro de leerte a la espalda del Mundo, de un mundo de papel, como un acto de fe que movía el otro mundo, aquel que tu girabas con tu hermoso talento, como si con tu gracia sonriera el universo! ¡Como estará el buen Dios contento de tenerte en la nómina alta de lo alto del Cielo! Pedro Jota y yo mismo, desde aquí abajo, solos, envidiamos a Dios y envidiamos al Cielo. Yo, al pié de tu columna, ocupada y vacía. Él, desde donde rige, con sus anchos tirantes y camisas rayadas, el mando de este Mundo que, sin tí, es más estrecho. Aunque te cubra Raúl, que tampoco es pequeño y te supla con habla tan dura como tierna, tan borde como dulce, de giros populares y jerga de entendidos, castellano de hierro, de piedras y amapolas en primoroso juego de timbas y puteo.
Tú te fuiste allá arriba, con tus foulards coquetos, cuidada cabellera, gafas de gran cristal y muy negra montura, voz de suave trueno y fatigado empeño. La Oliveti calló, para siempre, el tecleo. Dios te bendiga y goce, Paco Pérez Martínez, el umbralejo nuestro… El día veintisiete del Agosto que viene, se cumplirán cuatro años de tu visita al Cielo, pasando los umbrales que ocupan a San Pedro. Tan solo cuatro años y ya un clásico eres.
Ya estás en la Academia, en el Olimpo limpio, que dirige el buen Dios, donde no se hacen trampas ni caben privilegios. Ya tienes tu sillón marcado con tres letras, con dos Pes y una Eme, Paco Pérez Martínez, que enmarca una gran U, como un arco invertido, por el que pasas tú, bajo un Umbral que es tuyo, un umbral que da acceso a la gloria del texto, a la consagración del castellano excelso, con que te distinguió el Dios de los talentos.”
Lo he intentado leer pero se me cae de las manos, cansino.
Quien no recuerda a Francisco Umbral Sr Galbis, siempre irreverente,impulsivo, cínico,y mordaz en sus columnas, dejando con un palmo de narices a la musa de Gram hermano en la televisión si no se hablaba de su libro, desnudo ante una máquina de escribir ,glosando la movida madrileña, inventor de palabras para caracterizar personajes y peronajillos del Madrid de sus entrañas.Cronista de la realidad cotidiana con un estilo personal,autodidacta a medio camino entre el anarquismo y la sátira. Genio y figura Paco Umbral, un gran escritor, poeta en prosa de una calidad lírica y estética indudable y un gran columnista ejercitante de un periodismo corrosivo ,fustigador de personajes públicos,cronista social y amante de la libertad, ese Byron Barriobajero que usted llama y que llenaba sus columnas con personajes propios de una novela. Hombre de indudable talento aunque como el mismo decía el talento es en cierta medida una cuestión de insistencia. polemista sin fin que no dejaba a nadie impasible ante su lectura. Todos deberíamos como homenaje leer alguna vez alguno de sus libros . Excelente glosa de un gran escritor Sr Galbis .Un saludo
Umbral nunca fue santo de mi devoción. Sí, su pluma, su acerada visión y su afilada navaja en la escritura. Fue un maestro, lo reconozco, un columnista con brillo, sorna, aunque para muchos, molesto. Esa fue su grandeza. De él disfruté muchos artículos en prensa. Con eso me quedo.
De la personalidad de Umbral, estrictamente de eso, en sus apariciones televisivas, preferiría no opinar. Deseo guardar silencio cuando nada positivo puedo decir.
Por lo demás, de nuevo, Luis, el artículo, muy elegante y estupendamente redactado.
Sabes que siempre es un placer leerte, hables de lo que hables.
Un abrazo.
Bonito artítulo
Gracias por recordarnos a tan insigne escritor. Enhorabuena por sus artículos
Ahora que ya no escribe el Sr. Wifredo, me lo pido. Me pido el cargo de adulador del Sr. Beresaluze. Que bien lo hace, que bien escribe y que bien transmite sus sentimientos y su mensaje, y no es ironína, es que lo hace bien el puñetero.Desde el respeto, un saludo para todos y todas, como diría nuestro alcalde y en especial para Wifredo (espero que vuelvas y recuperes el puesto) y para D. Luis, Beresaluze.
Estoy de acuerdo, Luis. Arnao y Medrano no hacen ningún gran servicio a Francisco Umbral. No es tampoco santo de mi devoción pero ningún libro suyo se me cayó de las manos.
Yo me quedo, porque comulgo con esa idea, con el dicho de Umbral, que cita el Observatore Rumano, que dice:»el talento es en cierta medida una cuestión de insistencia».