Afirmar que el derecho a la vida es un derecho universal no es nada raro, así lo encontramos plasmado en el artículo 3.° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona»; también viene recogido en el artículo 2º de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea: “Toda persona tiene derecho a la vida”; y sobre todo, lo encontramos en el artículo 15 de la Constitución Española: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.”
La actual Ley del Aborto, aprobada en 1985, sólo permite la interrupción voluntaria del embarazo cuando hay riesgo para la salud de la madre, violación y taras graves para el feto. El gobierno de España, incumpliendo el artículo 15 de nuestra constitución intenta con su ley de plazos tapar una realidad, es decir, el hecho de que desde el mismo momento de la concepción hay vida, hay carga genética, hay alma y, sobre todo, hay un derecho que ampara esa vida.
¿No sería más fácil y económico formar e informar a nuestros jóvenes sobre sexualidad, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados?, ¿por qué dar esa libertad para abortar que lo único que consigue es infravalorar lo más importante que tenemos, que es la vida? Nuestros adolescentes necesitan saber, saber para elegir, porque al final lo que se pretende de ellos es que tomen sus propias decisiones, con o sin la ayuda de padres, psicólogos o cualquiera que les quiera escuchar; por este motivo hay que enseñarles las consecuencias que tienen sus actos, porque se pueden quitar el “problema” de momento, pero el sufrimiento que queda en la madre… de eso no se habla. Ya el doctor John C. Willke Presidente del Life Issues Institute (Instituto para Asuntos Provida) y del International Right to Life Federation (Federación Internacional para el Derecho a la Vida) dijo en una ocasión: “Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento”. Y es que a los numerosos riesgos físicos que implica el aborto provocado para la mujer hay que añadir un fenómeno muy frecuente pero que es sistemáticamente silenciado: el Síndrome Postaborto.
Otro aspecto que no se trata es el papel del padre, del papá de la criatura, “ese” al que ni siquiera se tiene en cuenta porque “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Con ese grito las feministas de nuestro país pretenden que lo que antes era cosa de dos, padre y madre, se convierta en algo totalmente artificial y sin sentido.
¿Y qué ocurre con el bebé?, se obvia que el feto también siente, que en el seno materno escucha y nota todo lo que ocurre a su alrededor; ¿qué pasa en el momento del aborto?, es la muerte de un ser humano que sufre, pero que como no grita ni llora no se puede hacer oír. Seamos nosotros su altavoz y gritemos juntos “SÍ A LA VIDA”.