Memoria y Memorias

Artículo de opinión del abogado Manuel Torregrosa

El concepto de “memoria histórica” no deja de ser una creación artificiosa, puesto que la narración de los acontecimientos pasados, verdadera y ordenada, que es lo que significa la historia, lleva implícita ya la memoria de los mismos. Además, hablando con propiedad, la memoria, que es una potencia del alma, como el entendimiento y la voluntad, no es ni colectiva ni histórica, sino individual, personal y subjetiva.

La historia es un campo para los eruditos y los estudiosos de los hechos precedentes, y la finalidad del estudio es conseguir la máxima objetividad posible, labor que suele producir conflictos entre la objetividad y subjetividad, entre el objeto y el individuo. Pero, lo que no cabe es producir una “memoria” a base de prejuicios o discursos políticos, sean del signo que sean, dextrógiros o levógiros, que se elaboran a partir de ciertos sucesos, en función de esquemas partidistas.

El historiador será un imprudente si se le ocurre decir que es de “derechas” o de “izquierdas”, pues, por muy objetivo que sea o trate de serlo, perderá credibilidad para unos u otros, que dudarán de sus conclusiones. Los hechos hay que examinarlos con asepsia política, y los datos que sean dudosos se comprueban, de la misma manera, sin prejuicio alguno. Últimamente, se viene hablando con frecuencia, y escribiendo, sobre esa “memoria histórica”, en función de la violencia que desencadenó nuestra fratricida guerra civil, al comienzo y a su terminación, en una y otra parte de nuestra geografía, dando paso a un sensacionalismo que nunca debe estar mediatizado por consideraciones políticos.

Resulta paradójico la desinformación reinante, si se advierte que la guerra civil española ha producido una inmensa bibliografía, dentro y fuera de España, de todo signo y color, y el lector tiene a mano una fuente considerable para formar su propio criterio y conclusiones. Cierto que no hace falta tanto, pero sí conviene que los interesados en la temática histórica, tengan un conocimiento suficiente del pensamiento de algunos protagonistas de primer plano de aquella triste situación, de la que se han ocupado incluso importantes hispanistas, como Preston o Payne, por citar alguno. Y sobre todo los políticos, que a mi juicio no conocen sus ancestros.

Hace unos días, leía en el periódico que Juan Francisco Fuentes, autor de monografías sobre Largo Caballero y Luis Araquistáin, éste cuñado de Álvarez del Vayo, se quejaba de que los políticos de izquierda no leían, que debían leer a los suyos y hacerlo de verdad. En fin… Desde aquí, el autor de este artículo, se atreve a proponer algunos textos que considera importantes, como: “Memorias Políticas y de Guerra”, de don Manuel Azaña, “el hombre de la República” por antonomasia, jefe de Gobierno y luego presidente de la misma, magnífico escritor. Ediciones Afrodisio Aguado, 1981, tomo IV. Las de Julián Zugazagoitia, periodista, bilbaíno, interesantísimas, bajo el título de “Guerra y Vicisitudes de los Españoles”, que fue director de “El Socialistas”, y ministro de la Gobernación en el Gabinete Negrín, entre 1937 y 1938. Ediciones Tusquets, S.A. Tiempo de Memoria, 2001. Y “Convulsiones de España” de don Indalecio Prieto, uno de los máximos líderes del PSOE, (Editorial Oasis. México, 1967).

Sorprenderán estos textos, memorias o epistolarios, a lectores desinformados o que hayan formado su opinión por lo que se dice o se oye en tertulias de bla, bla, bla… y comprobarán que buena parte de lo que piensan no se corresponde con lo que expresaron sus protagonistas. Pero, de esto, trataremos otro día. Así que, como suele decirse, continuará.

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