El título de ciudadano de pleno derecho se adquiere gratuitamente en España al cumplir los 18 años. Se supone, de forma indiscriminada, que el individuo posee la capacidad y conocimientos básicos para entender y convivir en la organización social, cumpliendo con sus derechos y obligaciones.
La inacción política respecto de la identificación de unos principios universales, ha desplazado al ciudadano del ejercicio de su responsabilidad individual cívica y política, dando por sentada su pertenencia a la sociedad sin haber adquirido ningún compromiso.
La “cultura de lo relativo”, impide la educación del ciudadano como tal, experto hoy en derechos y parco en obligaciones. Los partidos políticos que se han alternado en el poder, han difuminado conscientemente, el concepto primigenio de “voluntad general”, que se produce dentro de un cuerpo moral y colectivo cuyo fin debería tender, inequívocamente, a la consecución del “bienestar general” de la sociedad.
Es aún más grave, han propiciado con su permisibilidad, las conductas incívicas de aquellos individuos dóciles que, a cambio de prebendas, renuncian a ejercer en libertad su ciudadanía.
Cuando las acciones políticas no se corresponden con los discursos que las preceden, y disocian el “hablar” del “obrar”, se produce una contradicción que se transmite al ciudadano en forma de “desidia”, donde no hay recompensa por su buena conducta ni en el ejemplo, perdiendo cada individuo la ligazón con su responsabilidad y por lo tanto, su derecho a ser considerado ciudadano.
La percepción de pertenencia a la comunidad se rompe, y el respeto individual y colectivo se convierten en desorden y rebeldía ante unas reglas que, paradójicamente, son las que le concedieron la condición de ciudadano. Tristemente, hemos asistido hasta hoy, a una política oportunista que vacía de contenido la convivencia, con la finalidad de buscar un voto complaciente con el poder, exento de toda responsabilidad.
Por ello es urgente cambiar el rumbo de la política actual, por una política de acción, que nos lleve hacia una nueva etapa, donde el ciudadano ejerza su compromiso de forma responsable, acorde a sus principios y convicciones.
Existen otras formas de hacer las cosas y nuestro deber como ciudadanos es propiciar los cambios necesarios para mejorar la convivencia, sin que tengamos que soportar un lastre como nos está ocurriendo.
La irrupción de VOX en el panorama político español, debe propiciar la incorporación a la vida política de ciudadanos libres, movidos por su afán de servicio a la sociedad y no por un sueldo que sustituya su condición de ciudadano por la de siervo.