Tribuna de opinión de Beatriz Rocamora
Estoy segura que todos los noveldenses, igual que los habitantes del resto de municipios que conforman la Denominación de Origen Protegida (DOP) Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó, sabrían explicar a un extraterrestre qué es “poner sacos” y el color dorado y piel finísima que esta técnica cultural otorga a nuestra uva única en el mundo.
Sin embargo, si preguntásemos a nuestros vecinos qué hace la Denominación de Origen, quizá la respuesta no sería tan intuitiva y generalizadamente correcta. Por ello, queremos aprovechar este altavoz que se nos brinda para explicar la labor que desde una Denominación de Origen Protegida se lleva a cabo.
En primer lugar, procedería preguntarnos ¿qué es una DOP? Para responder, nos remitirnos a la definición que la Unión Europea da para categorizar el mayor nivel de calidad agroalimentaria existente en el ámbito comunitario; así, los productos amparados por una DOP son aquéllos cuya calidad o características se deben al medio geográfico con sus factores naturales y humanos, y cuya producción, transformación y elaboración se realizan siempre en esa zona geográfica delimitada de la que toman el nombre.
Efectivamente, en nuestro caso, nuestra Uva del Vinalopó solo puede producirse aquí porque su calidad y características se deben al medio geográfico del que procede con sus factores naturales (climatología, suelos, etc.) y humanos (embolsado). Esto es: es una uva que jamás se podrá deslocalizar.
En segundo lugar, es importante comunicar qué uvas pueden gozar de esta denominación y cuáles, pese a estar cultivadas en el territorio amparado, no son merecedoras de este reconocimiento.
Así, solo las uvas confeccionadas por almacenes certificados, que cumplen los requisitos del Pliego de Condiciones y que van etiquetadas con los distintivos numerados de la DOP pueden hacer uso de la marca “Uvas del Vinalopó” o similares; esta es una cuestión que a menudo se desconoce y que emerge con una de las funciones fundamentales de la DOP para evitar usos fraudulentos de la marca.
Por ello, es determinante que tanto el sector como los consumidores sepan que sólo la uva debidamente certificada por la DOP puede presumir de ser Uva del Vinalopó.
En tercer y último lugar es determinante que productores y comercializadores vean reconocida la labor que llevan a cabo. Esto es un desafío para el largo plazo, ya que la sostenibilidad del sector pasa por su rentabilidad. Para ello, el sello de la DOP es una herramienta de diferenciación esencial.
Y es que, la atomización de nuestro sector, que a priori puede considerarse como una debilidad, se puede transformar en una fortaleza si se aprovechan las oportunidades existentes; y disponer de una figura de calidad como una Denominación de Origen Protegida es una de las más importantes.
Por todo ello, como llevamos haciendo desde la creación del primer Consejo Regulador, invitamos al conjunto del sector a visitarnos y conocernos para trabajar juntos en la misma dirección que no es otra que proteger aquello que nos hace únicos: la Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó.