Tribuna de Opinión de Lluís Deltell
Recojo el guante del señor Beltrá. Novelda es una ciudad de cine. Y no es una expresión lanzada al aire; la industria cinematográfica tiene cada vez más presencia en nuestras calles. Próximamente se celebrará en nuestro municipio el IV festival nacional de cine de Novelda, organizado por la Asociación de Cine y Arte de Novelda.
Más de 500 cortos han sido presentados en esta edición, de los que 36 han sido seleccionados para la fase de concurso. Hace escasas semanas, nuestras calles y localizaciones más ilustres eran el escenario de una producción extranjera que contaba con capital humano noveldense. Todos recordamos también The Covenant, la superproducción grabada en el Paraje Alcaydias, en la que nuestras laderas se convertían en Afganistán por unos días. Sin olvidar tampoco Sueños de Sal, que con su Goya en mano, retrataba la historia de cuatro noveldenses que habían luchado por hacer realidad sus sueños a pesar de las dificultades que habían encontrado por el camino.
Poco a poco, Novelda empieza a recuperar su lugar en el mapa, diversificando su tejido productivo y abriéndose a nuevos escenarios, nunca mejor traído. Y el Pleno de nuestro querido Ayuntamiento tampoco se queda atrás. Son ya numerosas las referencias cinematográficas vertidas en lo que va de legislatura. La última, a Salvar al soldado Ryan.
Pero algunos parecen olvidar el verdadero mensaje de esta película: el perseverar y continuar luchando juntos aun cuando parece que todo está perdido. Y todo esto en mitad del chaparrón por la sentencia del CSAD, menudo giro de guion ¨made in PP¨.
Este Equipo de Gobierno es muy cinéfilo, sí, lo reconozco. Lo de ser ¨peliculeros¨ se lo dejamos a otros que pronostican una y otra vez el hundimiento de Novelda, inmersos en su Titanic particular.
Existen todo tipo de actores y actrices en nuestro set plenario, desde personajes principales hasta actores de reparto. Empezando por el malvado Henry Fonda en Hasta que llegó su hora, pasando por Estrellita Castro -que me perdone- en Suspiros de España o aquellos que parecen tener un Sexto Sentido y ven muertos por todas partes. Y todo sucede bajo la atenta mirada de las cámaras y, en el caso de ciertos oradores, con un guión muy bien estudiado.
Aunque algunos hayan tratado de convertir el Pleno en El Club de la Lucha, acaban pareciéndose más -desde el cariño y mi admiración- a Marisa, Vicenta y Concha, de Aquí no hay quien viva. ¡Qué viva el cine!