Es llegar el mes de septiembre e infinidad de artículos de opinión comienzan con la frase «curso político caliente» u «otoño caliente». Este 2024 no es una excepción, aunque si lo pensamos bien, pocos otoños políticos comienzan con tan malos presagios como este. Ejemplos hay suficientemente graves para preocuparse por el devenir de los acontecimientos futuros. Una de las cosas que más me preocupa, siendo un firme defensor del diálogo, la educación y del respeto, es ese énfasis que tiene nuestro Presidente y su plataforma estatal personalísima (antes PSOE) por trasladar un clima de «intransigencia política» que intenta dividir a la sociedad española en un «estás conmigo o contra mi» siempre perjudicial. Dice el refrán que «divide y vencerás» más bien parece que se busca el «divide y no me moverás (del sillón)» En fin.
Y eso que si hacemos un rápido repaso a la actualidad política ejemplos para no ser optimistas tenemos bastantes:
¿Qué pasará con el «cupo catalán»? Las primeras estimaciones cifran en una pérdida para el resto del país de casi 15.000 millones de euros. ¿Eso nos cuesta al resto de España la presidencia de Illa o los votos de ERC?
¿Qué solución se va a dar desde el Gobierno al problema de la crisis migratoria? Además, este tema es muy curioso, resulta que el culpable no es el que gobierna, el culpable es la oposición. Es decir, la culpa es de quien no puede aplicar soluciones (PP) por no estar gobernando, pero no es culpa ni puede hacer nada quien tiene la potestad de otorgar recursos (el Gobierno), ver para creer.
¿Qué pasará con los casos judiciales cercanos a Sánchez? ¿Tendrá libertad el juez para investigar? o ¿vivimos en un país en la que la inviolabilidad del Jefe del Estado resulta que también la tiene la familia presidencial? Que conste que no tengo ningún interés en que inculpen a nadie, solo quiero transparencia e igualdad ante la justicia. No lo digo yo, lo dice el artículo 14 de la Constitución Española. ¿Definirá Sánchez que es un «bulo»? o como me temo, el bulo será cualquier información que no le venga bien o no le parezca adecuado. Qué miedo.
Como digo, no se si será un otoño caliente pero seguro que ocurrirán más «rectificaciones» que nos harán pensar que lo ocurrido hasta la fecha no es nada. Mi definición de la política actual sería «París bien vale una misa» una pena.