Ramón Albero comparte su experiencia en Los Pirineos

Nos ha hecho llegar esta carta que dirige a sus compañeros de viaje y en la que relata todo lo que vivió durante su estancia en Los Pirineos a finales del pasado mes de mayo.

El pasado día 30 de Mayo, con un cielo gris que amenazaba con dejar caer unas gotas sobre nuestras cabezas, llegamos a Bielsa, corazón del Pirineo Aragonés, puerta del Parque Nacional de Ordesa, más concretamente, al refugio de Pineta (1240 m.)

Dejamos el vehículo aparcado y nos dispusimos a ponernos las botas (de montaña), mochila a la espalda con alimentación para cuatro días (15 Kg.). Nuestro propósito, pernoctar en cuatro refugios, Tuquerouye, Espuguettes, Serradents y Goriz.

Todo y todos preparados y a caminar. Buscamos el sendero que nos llevaría al primer refugio, por un bosque muy tupido y el estruendo del agua bajando desde las frías alturas de la montaña, el ruido es ensordecedor, pero al contrario que muchos otros, muy agradable.

Poco a poco vamos ascendiendo por la senda, entre un bosque de no se qué arboleda, y vamos notando como las gotas de lluvia van cayendo sobre nosotros, hasta que en un momento se escucha el trueno y las gotas se convierten en diluvio. Bajo de uno de esos árboles, nos paramos y me da tiempo a ponerme el poncho y los pantalones impermeables y mis dos compañeros de fatigas se cubren con las esterillas de dormir. Pasaron tres cuartos de hora, y amainó el aguacero, pero no los relámpagos y truenos, decidiendo que en estas condiciones, lo más sensato sería regresar al Refugio de Pineta y dormir en él, como así fue, ya llevábamos una hora de marcha pero no era cuestión de terminar como los garbanzos (a remojo).

Llegados al Refugio de Pineta, se pone a secar las prendas mojadas y nos preparamos la cena. Terminada tan importante tarea, una ducha y a dormir que mañana hay que madrugar. Toca el tan impertinente despertador, pero como dicen que…- sarna con gusto no pica…. pues a la tarea. De nuevo el mismo trayecto hasta que el bosque desaparece y hace su presentación…la roca desnuda, ya que a cierta altura, por las condiciones climatológicas, sólo crece matorral bajo. Seguimos ascendiendo y se hace muy duro, hasta tal punto que me sacan unos 40 m. de distancia, y es que la edad no perdona, pero la marcha que llevan mis compañeros es de traca de San Roque.

Llegados al balcón de Pineta, después de pasar un nevero con una pendiente más que considerable, ya que un pequeño descuido, te recogen 300 m. más abajo y sería una pena que habiendo costado tanto subir, ‘’tuvieses que volver a empezar’’. La vista es ESPECTACULAR, pero también el aire que sopla y que no viene sólo, ya que venía con el, un frío que cortaba. Estábamos entrando en el circo de Monte Perdido, lago en el centro (helado) y una capa de nieve helada que sobrecoge al pensar que te puedes perder en una ventisca que la visibilidad se hace nula, pero vamos bien, nos hundimos andando hasta poco más del tobillo, ya que bajo está hecha hielo. Un buen rato caminando con cierta precaución, ya que un desliz te lleva a una bajada de 12 m. hasta el lago, y no es plan de tomarse un baño si el calentador de agua no funciona. En un momento dado, se descubre una gran grieta en una de las paredes y…. se asoma una pequeña Virgen de Lourdes sobre una roca y el tejado del Refugio de Tuquerouye. Casi a gatas por entre las rocas, vamos ascendiendo hasta abrir la puerta y nos encontramos a un madrileño que subió antes que nosotros. Presentaciones, quitarte las botas, calcetines y demás prendas para ponerte ropa seca y entrar en calor. 12:30 del mediodía y después de 5’30 horas de marcha ya estábamos en uno de los lugares pretendidos. Un poco de nieve en la cazuela y esta en el hornillo, se consigue un plato de sopa caliente si también le pones el correspondiente sobre. Al poco tiempo, se abre la puerta y aparece la silueta de un muchacho con una cara de frío como si saliese en ese momento de una cámara frigorífica industrial. Francés, joven, estatura media y llamado Alexandre, que realiza la misma tarea que nosotros, una vez toma posesión de su lugar para dormir esta noche.

El refugio en su primera estancia, consta de doble puerta de entrada, dos mesas y cuatro bancos de madera, una estufa de leña (que encendimos un poco para secar las botas y calcetines) y la segunda estancia, tres tarimas de madera en las que uno se mete en el saco de dormir, cierra los ojos y amanece el día siguiente completamente descansado. Existe una placa en la pared en la que dice: Refugio de Tuquerouye 2666 m. de altitud. También consta de un aparato de comunicación de emergencia que es atendido por la parte francesa.
No puedo expresar con palabras, la panorámica que al abrir la puerta de dicho refugio tengo delante. Frente a mí, en la parte izquierda, el Monte Perdido, a mi derecha, el Cilindro de Marboré, con la luz del amanecer y esporádicamente nubes que se interponen entre nuestra vista que tenemos frente a nosotros, el espectáculo es……

Por los comentarios que el joven francés nos facilitó, la bajada por la parte trasera del refugio, está muy complicada, ya que tenemos mucho hielo y la pendiente es considerable, con lo cual, nuestras pretensiones de realizar la marcha a los refugios restantes, queda pendiente para otra ocasión, no vale la pena el riesgo de una caída por no llevar la seguridad para realizar tal acción. El madrileño nos deja el primero y sigue su trayecto, el joven francés me comenta que subirá al Monte Perdido y que será la quinta vez que la realiza, bajará de nuevo a dormir al refugio y al día siguiente bajará a Pineta para encontrarse con su padre que lo llevará a su casa en coche. Nosotros nos despedimos de él y le acompaña nuestros mejores deseos en su estancia por este paraíso.

Comenzamos la bajada hasta el Refugio de Pineta, con más precaución que el día anterior, ya que las temperaturas tan bajas de esta noche pasada han dejado nuestras huellas anteriores convertidas en hielo, y un pequeño descuido podría suponer una caída y quedarte mojado completamente, ya que el lago presentaba en un lateral, una delgada capa de hielo que con nuestro peso podría romperse. Vamos dejando atrás una belleza indescriptible y al mismo tiempo vamos asomándonos a otra belleza que es el Valle de Pineta, un «surco´´ en la tierra, por donde transcurre el Río Cinca, alimentado por el deshielo que se produce en Monte Perdido. La panorámica es ….. ´´yo lo calificaría de el Paraiso´´. Una vez estábamos ya en el coche, nos dirigimos dispuestos a realizar el Cañón de Añisclo, pero eso será comentario de otra ocasión.

Con esta descripción tan sencilla por mi parte, quiero agradecer a Eulogio y Emilio, Emilio y Eulogio, el haber sido mis compañeros, en haber facilitado que mis ojos fueran testigos de tan impresionante belleza y por lo tanto de la reflexión de la existencia de Dios, pues tal belleza nunca puede ser creada por el hombre. Gracias amigos.

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