El verdadero rostro de María Magdalena

Un equipo de científicos ha reconstruido durante más de año y medio el verdadero rostro de María Magdalena a partir de uno de los restos humanos más famosos del mundo. Un cráneo y una serie de huesos que, según la Iglesia, pertenecen a este importante personaje bíblico.

Artículo escrito por Antonio Ayala y Antonio Lorente

Fue, sin duda, uno de los personajes clave en la vida de Jesús. Su papel en la historia todavía hoy no está claro, aunque siempre ha estado situada muy cerca de él. De hecho, según la historia, fue ella la primera en verlo con vida tras su resurrección. Una mujer misteriosa, muchas veces relegada a una vida «indecente», pero siempre formando parte de la tradición católica. María Magdalena es un personaje fascinante, único. Y muy querido en Novelda. Es la patrona, la dueña del Santuario que lleva su nombre. La más querida por los católicos de la ciudad. Y por los noveldenses en general. Es el nexo de unión de nuestras fiestas, y su llegada a la Iglesia de San Pedro es uno de los actos más numerosos. «La perla de oriente», «La moreneta del castell», «La santeta». Muchos apelativos cariñosos de los noveldenses para Santa María Magdalena.

Todos aquí tenemos claro cuál es la imagen de nuestra patrona. Todos la hemos visto miles de veces, e incluso tocado.  Pero un reciente estudio nos ayuda a ponerle un rostro real. Su cara, la que tenía cuando estaba viva y al lado de Jesús. El científico Philippe Charlier y el artista forense Philippe Froesch, al frente de un equipo de 10 investigadores, son Los responsables de este trabajo que nació con el objetivo de descubrir cómo fue esta discípula de Jesús, ahora «Apóstol de apóstoles», según la ha declarado la propia Iglesia.

La historia sitúa a María Magdalena en el sur de Francia al final de sus días. Escapó de Tierra Santa tras la muerte de Jesucristo y huyó por mar hasta una población llamada Saint Maximin-la-Sainte-Baume, en la Provenza Francesa. Allí vivió sus últimos días en recogimiento, resguardada en una cueva. Después de morir, fue enterrada en aquel lugar, y su tumba fue abierta en el año 1279. Al abrir su ataúd se encontró una tabla de madera en la que rezaba la inscripción «Aquí yacen los restos de María Magdalena». Desde entonces, su calavera reposa en la cripta de una basílica que se construyó poco después, convirtiéndose en un lugar de culto y peregrinaje para todos los que siguen sus enseñanzas.

PHILIPPE  CHARLIER  es  uno  de  los  nombres  más  conocidos  en  el  mundo  de  la  antropología  y  la  paleontología. Médico forense, patólogo, antropólogo biológico de la Universidad de Versalles y arqueólogo. Sus investigaciones y trabajos abarcan un gran abanico de posibilidades, y su agenda está cada vez más apretada entre conferencias, viajes por todo el mundo, encuentros con la comunidad científica y su propio trabajo en la Universidad de Versalles. Este joven científico es apodado como el «Indiana Jones de los cementerios», «el confesor de los muertos» o el «Sherlock Holmes de la ciencia forense». Charlier ha buceado en la Historia y resuelto con éxito muchos casos que permanecían envueltos en el misterio. Su pasión, incluso podríamos decir su obsesión, son los restos de los personajes históricos. Hijo de padre médico y madre farmacéutica, para Charlier «un esqueleto es la punta del iceberg de la historia de un individuo, una momia es la totalidad del iceberg de la vida de este individuo…  Se puede llegar mucho más al fondo de las cosas». En Francia es enormemente conocido por el gran público debido a sus participaciones en diversos programas de televisión de carácter histórico. Además de realizar documentales, el doctor colabora en programas de radio y escribe libros que popularizan aún más sus hallazgos. Una de sus últimas publicaciones trata sobre los grandes crímenes de la historia.

Entre sus muchos trabajos e investigaciones cabe destacar los estudios realizados a Juana de Arco o Diana de Poitiers. El doctor y su equipo identificaron una cabeza parcialmente conservada como perteneciente al rey Enrique IV, reconstruyó el rostro de Agnès Sorel, favorita de Carlos VII. Charlier fue capaz de determinar también que un corazón momificado que se guardaba en una urna de cristal pertenecía realmente al hijo de Luis XVI y María Antonieta. Otra de sus investigaciones echa por tierra la teoría de que Napoleón fue envenenado con arsénico por los británicos. También ha examinado el corazón de Ricardo Corazón de León, conservado en el museo de antigüedades de Ruán, así como un pañuelo con la sangre de Luis XVI, que pudo comparar con la cabeza de Enrique IV. Por último, y muy recientemente, el pasado mes de mayo todos los medios de comunicación nacionales e internacionales recogían el resultado de la investigación realizada por el equipo de científicos dirigidos por Philippe Charlier, que certifican que Hitler murió en Berlín en 1945. El estudio realizado sobre sus restos y publicado en la revista científica European Journal of Internal Medicine, concluye «sin lugar a dudas» que el dictador nazi no huyó, sino que murió en su bunker como consecuencia de una bala y de ingerir cianuro.

Fue, por tanto, y tras varios meses de insistencia, una suerte que nos concediera la entrevista que tanto deseábamos y que mantuvimos con él en París. Aunque la idea de este trabajo sobre el rostro de María Magdalena partió de su colega Philippe Froesch –más adelante hablaremos de él-, Philippe Charlier fue un elemento imprescindible para conseguir este resultado. Su experiencia en el mundo de la antropología ha permitido desgranar lo que el cráneo que se conserva como reliquia de María Magdalena escondía. El proyecto es independiente respecto a la iglesia y ha estado supervisado y financiado por la Universidad de Versalles, donde Charlier realiza sus investigaciones académicas. Pero lo más difícil, según nos contaba, fue la primera fase del proyecto. Requirió varios meses de trabajo de campo y la participación de un equipo de hasta diez personas investigadores expertos en la materia durante más de año y medio.  Una vez obtuvieron una imagen en 3D del cráneo comenzó el trabajo de estudio en profundidad de la calavera, conociendo cada parte para poder obtener una imagen real e iniciar el proceso de reconstrucción del que fuera el rostro de María Magdalena.

Y aunque la Iglesia quedó, a priori, encantada con el resultado, Charlier reconocía que «esto no lo he he-cho por la Iglesia, sino por la ciencia. Para mí María Magdalena es algo más que un personaje religioso, es una parte importante de la historia».  Por eso continuarán apostando por ampliar el proyecto a otros personajes bíblicos como Lázaro «siempre y cuando tengamos acceso a sus restos».

Philippe Charlier nos mostró su cara más amable. Estuvimos un largo rato hablando con él y acudimos a una de sus conferencias. Pudimos comprobar la pasión que pone en su trabajo.  Esta investigación, en concreto, supone para él la demostración de que la ciencia tiene mucho que decir también sobre la religión. Lo que sí asegura Charlier es que este es el rostro de María Magdalena, correspondiente a la calavera que se conserva en Saint Maximin-la-Sainte-Baume.  De todas formas, su objetivo principal era arrojar luz sobre este personaje tan ligado a Francia, donde pasó sus últimos años y sacarla así del anonimato.

 La vida de este científico transcurre siempre entre libros y huesos. La muerte es, por tanto, una parte importante para este investigador que cree firmemente en el papel de la ciencia y su aportación a prácticamente todas las áreas de la vida. Vida y muerte, pues, unidas en la figura de Philippe Charlier, al que preguntamos si cree en la vida después de la muerte. «No lo sé, te lo diré cuando muera», nos respondió.

PHILIPPE  FROESCH  es  el  otro  protagonista  de  esta  historia.  Artista forense especialista en reconstrucción 3D ha sido el encargado, junto al científico Philippe Charlier, de dar vida a la imagen de María Magdalena. Su empresa, Visualforensic, trabaja desde hace más de 10 años en un área un tanto desconocida pero que resulta curiosa a la par que útil en la investigación tanto histórica como policial. Entre otros idiomas también habla español. Quizás influyó los años que ha pasado trabajando en España. En Cataluña, de hecho, llegó a colaborar con los Mossos d’Esquadra para diferentes investigaciones policiales, así como con otras entidades como el Museo Histórico de Barcelona.

Aunque solo habíamos hablado con él por teléfono, Philippe Froesch nos pareció muy familiar desde el momento en que lo conocimos. Nos citamos con él en el centro histórico de Estrasburgo, un lugar declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y donde nuestro anfitrión tiene su oficina. Situada en un edificio histórico, pero con un decorado moderno, está justo enfrente de la casa que un día sirvió como hogar a Mozart. Él mismo nos recogió en la estación del tren de Estrasburgo, una ciudad que se ha convertido en un punto importante de la política europea y que, a su vez, es una ciudad universitaria que alberga a más 58 mil estudiantes. Pero nuestro viaje hasta allí obedecía a una investigación concreta.

Solo unos meses antes presentaba junto a su colega Charlier el resultado de un estudio sobre el rostro de la mismísima María Magdalena.  Lo hacían durante el «7th Inter-national Congress of Pathography», celebrado en Marsella el pasado 8 de septiembre. Dieron a conocer, según ellos mismos, el rostro que pertenece a la calavera que se conserva de María Magdalena en la basílica de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, en el sur de la Provenza Francesa.

«Este es el rostro que corresponde a este cráneo, al de la reliquia de María Magdalena que la Iglesia acepta como el verdadero cuerpo del personaje, lo que la con-vierte en la dueña de esa imagen». Una cara reconstruida con tecnología 3D pero que, realmente, impresiona por la realidad que desprende. La técnica empleada utiliza la morfología de los restos óseos para, a través de múltiples cálculos matemáticos, dar forma a la cara que un día tenía. Los investigadores necesitan 25 imágenes para construir un segundo de vídeo, y mucho más tiempo para calcular el grosor y la espesura de la piel, la colocación de los ojos en el rostro o el tamaño de la nariz, que se consigue a base de ecuaciones que provienen de los departamentos científicos basados en los procesos que realiza la Ofi cina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) para investigaciones criminales.

Lo que sí está claro, según relatos de la tradición cristiana, es que María Magdalena vivió en este pueblo francés.  Allí murió y allí se quedó su cuerpo, que fue descubierto varios siglos después.  Este trabajo surgió de forma casual. «Un día me encontré con esta reliquia mientras   visitaba   Saint-Maximin-la-Sainte-Baume», nos contaba Froesch, «y enseguida supe que tenía que ponerle cara a María Magdalena».  Para ello, contactó con el científico Philippe Charlier y consiguieron rápidamente los permisos necesarios por parte de los responsables del templo que custodia los huesos de la Santa.  Hicieron más de 500 fotografías a la reliquia desde varios ángulos diferentes. Con todas estas imágenes, pudieron reconstruir una calavera en 3D, el primer paso para este minucioso trabajo que daría información sobre el tamaño del cráneo, los huesos de los pómulos y la estructura ósea. A partir de esta información se determina que pertenecen a una mujer de alrededor de 50 años, de ascendencia mediterránea, y encontraron incluso en él restos de polen que viene de la zona de Palestina, Israel y Judea. Determinaron la forma de la nariz puntiaguda, con pómulos altos y con una cara redonda empleando proporciones trigonométricas, basándose en las características compatibles con la edad, el sexo y el origen étnico del cráneo. Las fotografías del pelo encontrado en el cráneo indicaban que la mujer te-nía un cabello de color castaño oscuro y el tono de piel se determinó basándose en los tonos que solían tener las mujeres mediterráneas de la época. También se observó en varios mechones un tipo de arcilla empleada tradicionalmente para prevenir los piojos.

Philippe Charlier aportó la visión antropológica al estudio, dando así datos históricos sobre la forma en que vestían las mujeres y detalles que amplían el conocimiento de los restos y acercan a la realidad de su rostro. Por su parte, Froesch es el encargado de la parte artística. «Todos los trabajos de reconstrucción facial son el resultado de la colaboración entre el campo científico y el artístico», asegura, ya que «un antropólogo no sabe dibujar. Yo sí que sé, pero no soy científico. Lo interesante es la mezcla de los dos».

A  María  Magdalena  la  presentan  de  una  manera  intimista,  alejada  de  la  imagen  religiosa.  Pero, a la vez, como una persona humilde. Froesch se permitió, incluso, añadir un toque de maquillaje negro en sus ojos. «Me planteé que podría ser una mujer que se cuidaba, que le gustaba gustar, pero es solo una visión subjetiva mía».

Charlier y Froesch, presentaron su trabajo dentro del séptimo Congreso Internacional de Patografía, celebrado en la Provenza Francesa.

El mundo religioso acogió este estudio con gran expectativa.  Varios responsables de la Iglesia se mostraron interesados en el trabajo de Charlier y Froesch, y su reacción fue de «agradecimiento sobre todo». «Creo que la imagen de María Magdalena que presentamos les llegó al corazón», nos explicaba el artista forense, que pudo además hablar con el párroco de la basílica de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume.  «Tuvo una reacción con muchos sentimientos. Era como si viera en ella una persona muy cercana. Fue muy emocionante».

Lo más interesante de todo es que no existe una iconografía real sobre María Magdalena ni otros personajes de la época, ya que todas las pinturas y las figuras que reconocemos actualmente se llevaron a cabo mucho tiempo después de su muerte. Con esta aportación, los dos científicos han sido capaces de dar luz a una de las grandes incógnitas de la humanidad. Poder conocer cómo fueron realmente estas figuras tan representativas y conocidas a nivel mundial, puede ayudar a cambiar la imagen que tenemos de ellas. Por esa razón, a día de hoy continúan trabajando en el estudio de otros personajes bíblicos como Lázaro o históricos como María Antonieta.

«Un rostro es algo muy efímero y misterioso», según Froesch, pero una imagen lo convierte en algo eterno, perpetuo. Santa María Magdalena ha sido representada de mil y una maneras, y probablemente alguna de ellas pueda incluso parecerse a su rostro real. Pero lo que está claro es que, a partir de ahora, ya podemos estar seguros de cómo fue, cuál era su mirada, cuál era la forma de su rostro y qué podía transmitirnos al verla. Santa María Magdalena ya tiene rostro y su historia queda así un poco más completa.

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