En el último día de sus fiestas, los vecinos del barrio madrugaban ante el prospecto de ganar uno de los ocho premios otorgados en el décimotercer concurso de gachamiga de La Cruz. Recogidos en el terreno junto al gimnasio Olimpia, los participantes dedicaron la mañana a la preparación del plato concursante con los ingredientes facilitados por la comisión de fiestas

Como en los doce años precedentes, el concurso abría las puertas a la participación sobre las 9’30 de la mañana, hora en la que se efectuaba el reparto de ingredientes entre los vecinos interesados. Las bases de la competición son simples: hacer uso exclusivo de los materiales proporcionados y mantener la paella en el recinto señalado para poder ser degustada por los demás vecinos. Estas normas promueven, ante todo, el espíritu de convivencia y el compartir entre todos los integrantes de la fiesta.

La valoración de los jueces se realizó de la forma más discreta posible, a fin de evitar disputas o refriegas entre los participantes en desacuerdo con los resultados. Las paellas eran dejadas a la puerta del lugar donde los jueces degustaban y puntuaban la calidad de la receta.

A las doce del mediodía, el presidente, José Eugenio Pérez, subía al escenario acompañado de las reinas del barrio para hacer entrega de los trofeos. Junto a los ocho premios dedicados al concurso de gachamiga, se han otorgado otros tantos a los ganadores de los distintos juegos y competiciones celebrados durante las fiestas.

Conviene mencionar que este año ha sorprendido la participación de un moderado porcentaje de gente joven, a quien el presidente animó a “sustituir a los viejos concursantes” del barrio mientras una pareja de adolescentes subía al quedar en octavo lugar.

El acto concluía con la entrega del primer premio al vencedor del certamen, Ramón Costa, quien aparentemente acumulaba triunfos de años anteriores en el mismo concurso. Desde el escenario, José Eugenio anunció el inicio de un nuevo evento en el que una zona acordonada se llenaría de la sonoridad de decenas de petardos lanzados en un espacio de quince minutos. El presidente invitó a los espectadores a participar y a hacer posible que el acto se mantuviese vigente en el futuro.

Fiel a las tradiciones noveldenses, el barrio de La Cruz celebró un festival de paellas en el penúltimo día de sus fiestas 2008. Atentos a sus fogones, los vecinos estuvieron acompañados, en todo momento, del crepitar y el aroma de las brasas en un ambiente de serena festividad

Tras el reparto de conejos realizado cerca de las 10 de la mañana, los vecinos del barrio de La Cruz se afanaron en la elaboración de las paellas que llenarían las mesas, platos y, ante todo, bocas, de tantas personas congregadas para la ocasión. Sobre la una del mediodía, el descampado habilitado para la realización de este menú se encontraba lleno de fuegos y cazuelas dispuestas para la preparación del mismo.

Sin embargo, una gran porción del vecindario no hizo acto de presencia hasta después de finalizar la ‘mascletá’, un acto llamativo que incitó a los residentes cercanos a acercarse a la replaceta de la avenida del Cementerio Viejo, donde tuvo lugar dicho evento.

Pasadas las 14’15 horas, la concentración de vecinos en el solar donde se cocían las paellas alcanzaba su punto álgido mientras que un sol de justicia tostaba las espaldas de los presentes. Poco después, eran muchos los comensales que disfrutaban de tradicional plato bajo el resguardo de alguna sombra y en compañía de familiares, amigos y tranquilidad por igual.