El cambio de hora, ¿para qué sirve?

Hace ya unos 40 años que se aplica de forma general en todo el mundo lo de aprovechar mejor la luz solar y como sabemos, se recorta una hora a un día de la primavera y se compensa este desfase, ampliando esa hora a un día del otoño; por tanto, tenemos anualmente un día de 23 horas, "el horario de verano" y otro día de 25 horas, "el horario de invierno". (Por Vicente Díez)

En nuestro país hace ya un siglo, hacia el año 1918, cuando nuestros dirigentes se decidieron por la teoría venida desde Alemania, en que recortando una hora antes del verano, se aprovechaba más la luz solar. Pero creo que ahí estuvo el error, pues llegado el otoño no compensaron esa sustracción horaria; por tanto, desde entonces estamos desplazados con respecto a la hora solar. Esto lo puede comprobar cualquiera, simplemente colocando un palo o similar en posición vertical, de no mucha longitud y que se mantenga por sí solo. Al habitar en el hemisferio Norte, la sombra del medio día solar nos indica exactamente ese punto cardinal; esto es, cuando la sombra es mínima en su longitud, pues al no habitar nosotros sobre la línea del Ecuador, se proyecta una cierta longitud de sombra al mediodía solar. Esto se produce a las 13 horas en invierno y a las 14 horas en verano y es debido a la hora que “debemos” desde hace un siglo y al nuevo cambio horario que aplicamos desde la década de los años 70; si bien, es justo admitir que este segundo cambio se compensa en el otoño.

Aunque se oiga en la radio a las 12 horas que "es mediodía", no es exacto; lo es para mi reloj que se puede manipular; pero para el sol, nuestro astro de referencia, el mediodía es el instante en que su sombra es lo más vertical, o menos larga posible.

Por su ubicación geográfica, a España le corresponde el meridiano cero o de GreenwichDe hecho, es la línea imaginaria que trazada desde el centro del polo Norte, pasa por ese observatorio británico y rozando las ciudades de Castellón y Denia, llega hasta el centro del polo Sur. Por su parte, Madrid, situada aproximadamente en el centro de nuestro país, está a menos de cuatro grados de longitud Oeste y si admitimos que una hora solar equivale a 15 grados de la circunferencia terrestre (360º / 24 h = 15º), lo lógico sería que tuviésemos el mismo uso horario que en el Reino Unido. No es el caso del archipiélago canario, que por estar a algo más de 13 grados Oeste, está justificado lo de "una hora menos en Canarias".

En España, el primer día del año 1901 se adoptó como medida el meridiano de Greenwich. En el año 1918 se recortó por primera vez una hora al verano y en Alemania se intentó este cambio en 1917, pero los inconvenientes de la I Guerra Mundial lo desaconsejaron y lo pusieron en práctica simultáneamente a España (1918). Tras nuestra Guerra Civil, acabando el invierno de 1940 adoptamos de forma permanente el adelanto con respecto al meridiano cero o de Greenwich que usábamos y tenemos desde entonces un desfase de una hora en invierno y dos horas en verano con respecto al sol. En el año 1981 se estableció que los cambios se hicieran el último domingo de Marzo y el último domingo de Septiembre; cada seis meses. Y en el año 1996 se amplió un mes al "horario de verano" y se cambia en Octubre, por normativa de la Unión Europea a cinco más siete meses.

El primer personaje que tuvo esta idea o sugerencia fue Benjamin Franklin en el siglo XVIII, cuando aún los actuales EEUU pertenecían al imperio inglés. Alegaba que "se ahorrarían velas y aceite para alumbrarse en la oscuridad"; si bien, su teoría no llegó a verla puesta en práctica. Posteriormente, el constructor británico W. Willet en el año 1905 desenterró este tema, pero la desconfianza en su eficacia hizo que se pospusiera. Tras llevarla Alemania inicialmente a la práctica (1918) y comprobarse su veracidad en el ahorro de materias primas para producir electricidad, esta iniciativa se fue extendiendo paulatinamente por todo el mundo y algunos países como España, decidieron dejar el recorte de una hora hasta comprobar resultados a largo plazo y no se compensó posteriormente. Por último, en el año 1974 el cambio de horario se generalizó a nivel mundial para los países reticentes, pues sus horarios “no conectaban" con la mayoría de países vecinos. 

Volviendo al tema del consumo eléctrico, durante muchos años había un horario equilibrado, con cambio de hora cada seis meses; o sea, que lo que ahorrábamos en medio año, lo derrochábamos en el otro medio; "las que entran por las que salen", como diría el humorista José Mota. Un ejemplo práctico para demostrar esta insensatez; supongamos que tú mismo piensas que gastas mucho en luz y conservas los recibos de todo un año; los sumas y calculas un promedio energético en kilowatios (kW), pues intentar entenderlo en dinero es casi imposible, debido a la multitud de variantes que aplican las compañías eléctricas, con precios distintos según el horario del día y otras cuentas ininteligibles. Si durante seis meses conectas menos electrodomésticos y logras rebajar algo, pero en los seis meses restantes los vuelves a conectar y el consumo energético asciende aproximadamente el doble de ese algo, ya me dirás para qué sirvió tanto cambio si nos deja el bolsillo como estaba y hemos de aclimatarnos a los cambios de horario y de luminosidad. No obstante, como de sabios es rectificar, hace ya unos años se desplazó este equilibrio de seis más seis meses, cambiando en Marzo y actualmente, el horario de verano dura hasta finales de Octubre, con lo que tenemos siete meses "de verano" y cinco meses "de invierno". Algo se ha conseguido; nunca es tarde si la dicha es buena.

Se dice que la energía eléctrica no se puede almacenar. O sea, que una central eléctrica tiene funcionando para producir la energía solicitada en una región determinada una cantidad de motores o turbinas productores de electricidad. Esos motores inicialmente están conectados a las fuentes de energías baratas y si sube la demanda, es necesario conectar con otras fuentes más caras, o incluso importarlas como es el caso del gas; la energía nuclear que también se produce una parte en España; el fuel – gas o el petróleo y esto según esa versión, hace subir el precio del megawatio/hora. Todo lo importado equivale al 31% de las materias primas utilizadas y el 69% restante es de producción nacional: carbón y las energías hidráulica, eólica y solar. Este pasado invierno el precio medio subió a costes de record, debido al alza del precio del petróleo; al parón de algunas centrales nucleares en Francia para su revisión periódica; al encarecimiento del gas argelino… Cuando por fin, vinieron las lluvias copiosas, el presidente Rajoy afirmó que podría bajar el precio de la electricidad pues la abundancia de agua es beneficiosa para la energía hidráulica, la cual además de no ser de las más caras, es “made in Spain” y no hay que importarla. ¿Por qué no ponen en marcha más fuentes de energías renovables, si a la larga habremos rentabilizado su inversión? En España nos sobran horas de sol y tenemos la décima parte de energía solar instalada en nuestro país que la de Alemania.

Si observamos el reverso de cualquier recibo de electricidad veremos varios conceptos:

a) Potencia facturada, en función de las necesidades o aparatos eléctricos que tengamos en la vivienda. Una casa normal tiene una potencia mínima instalada de 3,3 kW; se puede pedir más potencia aunque subirá el recibo, la consumamos o no. 

b) Energía facturada, es el producto de multiplicar los kW consumidos por el precio y aquí entra el guirigay de entender a qué son debidas estas diferencias, pues más suben que bajan. Las compañías eléctricas casi influyen en las decisiones del ministerio de Industria, pues a una gran empresa no se le suele aplicar lo de que “la ley es igual para todos”; acordémonos del refrán “poderoso caballero es don Dinero”.

c) Descuento sobre consumo; por fin, un detalle… nos descuentan el 5% sobre el consumo, no sobre los impuestos posteriores que sería el total de la factura; vamos, una menudencia sobre el recibo, pero algo es algo.

d) Impuesto sobre electricidad; lo aplica la compañía eléctrica para cubrir los gastos de peaje y mantenimiento de la red e instalaciones.

e) Alquiler equipos medida; ya lo dice su título; por tener un contador en casa, pagamos un alquiler.

f) Servicio urgencias eléctricas; más claro, agua; pagamos este servicio por si llamásemos o no para solicitar ayuda ante una emergencia que tengamos en casa.

Y por fin, vienen los impuestos que cualquier Gobierno nos añade y esto ya es topar con un muro, pues la Administración del Estado necesita cada vez más dinero para los múltiples proyectos que tiene, o peticiones de todo tipo que hacemos los usuarios: sanidad, educación, pensiones, etc. ¿de dónde si no, iban a cuadrarles las cuentas? Por tanto, se calcula que de media pagamos más por los impuestos gubernamentales y los que con otros nombres nos carga la empresa eléctrica, que por el consumo en sí de la energía; cuesta más el collar que el galgo, pero en este caso no tenemos elección y hemos que tener ese galgo en casa, nos guste o no.

Hay infinidad de opiniones al respecto de toda clase de personas y de profesionales de diversas actividades, sobre si sirve o no de algo el cambio horario; hay quien está a favor y los hay que están en contra. Pero, doctores tiene la Iglesia; que sean nuestros dirigentes los que piensen si interesa o no al país, que para eso y otros muchos temas les votamos.                

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