DIALOGOS CON LO IMPOSIBLE
Entró decidido nuestro Insignificante. Tenía que quejarse porque desde que nació solo tenía esa opción y le gustaba hacer uso de las pocas que la vida le dio.
-Buenas señores. Vengo a presentar una queja. Ustedes…
-Buenos días señor Insignificante, nosotros también queríamos hablar con usted.
Se niega usted a pertenecer a nuestra organización, y eso es algo impensable. Verá usted. Aquí presentes estamos Palabra, Hombre-dios, ciencia-al-uso y corazón. Con todos ha hablado usted y aun se niega a entender que no existe otra opción. ¿Puedo preguntarle por qué?-dijo Palabra
El salón, con abigarrada presencia y estricta decoración, constaba de mesa múltiple, con los cuatro fenómenos a un lado y una silla enfrente, la que nuestro amigo pensó que le correspondía y usó.
-Porque ustedes mienten –dijo-. Unas veces para convencer y, las más, convencidos. Permítanme, que no soporto hipocresías, ignorancias ni mentiras, y de las tres andan sobrados.
Los cuatro miraron con despotismo y desprecio a Insignificante que altivo y algo asustado, a qué negarlo, mantenía las miradas. Había venido a ello, por tanto mantuvo el porte.
Tomó la palabra La palabra de nuevo.
-Usted me conoce. Soy Jerarca y plenipotenciario de la palabra del santo libro. Yo y mis antecesores hemos dado forma a lo que Él quiso decir cuando habló. Usted no sólo me niega a mí, sino que le niega a Él a través de mi yo.
– No, no señor, yo, lo que niego, es que él haya hablado. Es usted el que, siguiendo sus propios instintos, habla y niega su autoría dándosela a él. Usted el que, reprimido la mayoría de las veces y acomplejado las otras, marca con mentiras, abusos y todo tipo de aberraciones, la línea a seguir por sus partidarios, hoy voluntarios, ayer obligados. Con sus hechos han frenado históricamente avances científicos que quizá hoy nos llevarían a un mundo mucho mejor, más justo, han matado, enviado al presidio, discriminado de las formas más crueles a los que ustedes llaman hijos de dios simplemente atendiendo a sus propias autorepresiones.
-Perdone D. Insignificante,- dijo la mujer sentada a la izquierda de La palabra- ,soy Ciencia-al-uso. Usted habla de ciencia y yo soy científica.¿ No sabe usted que hay cientos de teorías y estudios que defienden nuestra postura como la única válida e incontestable?
-No señora, no lo se. De la misma manera en la que usted no duda en ocultar información o mentir para llevar a cabo sus incongruentes afirmaciones. Como usted no duda en dar medias verdades y mentir sobre autorías para que el resultado sea el que a ustedes les conviene para seguir mintiéndose a sí mismos y, por extensión, a todos nosotros. No señora, no es ciencia, porque para serlo debe estar bajo la supervisión del Método Científico, no la del arzobispo. Perdóneme usted la indiscreción.
-¡Oiga usted!-bramó Hombre-dios- ¡Qué falta de respeto es esa! Nosotros sabemos que usted no es nada. Si no siente a Dios está usted perdiéndose el verdadero sentido de la vida. Vida que le dio el supremo y que usted niega al negarlo a Él. Míreme a mí. A mi me sale Dios por los poros. Cada vez que hablo, cada vez que amo, cada vez que escribo o pienso, Dios me guía, dios está en mí. Si usted niega la potestad de La Palabra, las pruebas de Ciencia-al-uso, ¿Qué supone usted que soy yo?
– Ay señor Hombre-dios. Usted es mentira. Usted nunca se planteó nada que pudiera cambiar el estatus en el que nació. Vivió usted al lado de palabra y de ciencia-al-uso la época dorada de su falsedad a costa de la libertad de sus semejantes. Vivió usted en el mundo clasista, exclusivo, superficial y dominante. Cruel, manipulador y excluyente, y nunca se planteó otra posibilidad vital, nada que pudiera cambiar su estatus. Hoy, nada le puede a usted hacer plantearse cualquier otra cosa que daría al traste con toda una vida, un modelo entregado a su propio beneficio y su propia honrilla. Compartió mesa mantel y beneficios con el seboso clero tradicional y perteneció a la organización que se creó para alimentar estómagos gruesos con el pan que faltó por su causa. Nada de lo que usted dice está libre de beneficio ni es objetivo. Lo dicho, usted, su vida, es una mentira.
Los rostros de los tres individuos mostraron la rojez de la indignación propia de quien nunca ha visto mancillado su nombre y ha acostumbrado a hablar y no ser respondido. Insignificante había perdido el miedo, que no el respeto y no andaba faltó de decisión. Tomó la palabra el sentado a la izquierda de los tres, el que se hacía llamar Corazón.
-Estimado Insignificante. Yo le entiendo a usted y respeto su indignación, pero comprenda usted que estamos hablando de algo que va más allá de un simple razonamiento, que de sentimientos y creencias ancestrales estamos hablando. Se que tanto Palabra, Ciencia-al-uso y Hombre-dios han cometido barbaridades a lo largo de la historia, pero hay algo más. Está la satisfacción de sentirse amado por el creador, la ilusión de pensar que somos parte de algo más grande, debe usted ser más permisivo con nosotros. Más comprensivo.
-Señor Corazón, permítame. De pequeño, un grandullón vino y me abofeteó “porque podía”. Yo no le eché la culpa a la mano que me golpeó, ni a su cerebro que lo decidió, ni a sus piernas que sostuvieron. Tampoco al corazón que le daba vida. Cada uno en su parcela, componían un todo. Dice usted que me entiende, pero es usted el que con su sumisión y su apología de la mentira no pensada sostiene a los demás, es usted parte de los demás. Dice usted que me entiende pero lleva a sus hijos o nietos a comulgar, a ser manipulados mentalmente en su más tierna infancia para que, en un futuro, participen de la misma mentira en la que usted está inmerso. Se que es usted una victima de la mayor estafa de la historia, mis padres también, y cada uno ocupa el lugar que elige, pero siempre dentro de la misma ficción. No señor corazón, yo no les odio, pero les exijo que dejen ustedes de alimentar al monstruo, y se que no lo harán, pero al menos se ven obligados a escucharme, y quizá alguien que también lo haga se replantee seguir manteniendo la mentira. Quizá.
Ahora me marcho, supongo que me odiarán un poco más, pero eso es consecuencia siempre de decir verdades que no se quieren oír. Y me marcho a presentarles mi queja a musulmanes, hindús, médicos alternativos, gurús de autoayuda, motivadores y demás sectarios e influyentes ante los más débiles de personalidad, porque en el fondo no son más que variaciones del mismo sistema sectario y adormecedor de la inteligencia. Celebraré la navidad con regalos y viendo belenes porque he nacido aquí, y ni siquiera es cierto el nacimiento de Jesús en estas fechas, y , aun así , me voy deseándoles felices navidades a todos.
¡Adiós muy buenas!
-No se preocupe señor Insignificante, nosotros, a pesar de sus palabras rezaremos por su salvación.- dijo Ciencia-al-uso.
-Bien señora, yo, a cambio, he donado mis órganos y mi cuerpo a la ciencia por ustedes,
División entre creyentes y ateos, entre ganadores y perdedores…entre débiles y fuertes…división social, racial, cultural, de género, política, laboral, familiar… ¿Qué hemos aprendido desde que el mundo es mundo?
Es posible que cada día sepamos más, pero nos entendemos menos. Tenemos lo que nos merecemos. Los ateos pedimos tolerancia y respeto, mientras los creyentes piden armonía y paz. Cuanto más pedimos, mas lejos estamos de conseguirlo.
Yo no busco tener la razón que me aleje del entendimiento, sólo busco avanzar y ser un poco mejor cada día.
¿Cómo hacer para que los demás reconozcan sus prejuicios si yo no reconozco los míos?
Decía Einstein: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” provenga de donde provenga.
Allí en la sala, entre el público, se hallaba un amigo de “Él”. Todos los personajes eran viejos conocidos suyos, casi todos con otras facciones a los de la versión original (óscar al vesturario y maquillaje), de la cual aquella era la más conocida y extendida. “Él” tenía acceso a bastidores, y en otras sesiones le había permitido observar el montaje y entresijos de los personajes. En esta ocasión le llamó la atención el de “Insignificante”, el más logrado en esta escena, el que parecía más auténtico, y al que se trataba de realzar por sobre los otros. Nadie sospecharía lo que se veía desde la trastienda, y lo que tenía en común con sus adversarios.
Algunos de entre el público se indignaron ciertamente contra ‘Insignificante’, otros le aplaudieron a rabiar, cual nuevo Prometeo.
Pero a nuestro amigo aquel espectáculo le trajo la memoria de “Él”, que también fue y es juzgado, excluido y eliminado -como un verdadero insignificante- entre todos los allí representados (incluido el público). Hecho una llaga viva, sin poder ninguno, brutalmente vulnerable, pero con majestuosa dignidad, dijo delante del representante de todos los que le juzgan y ningunean: ‘Yo soy La Verdad’. A lo cual se le respondió cínicamente -ayer como hoy- ocultando obscenos y perversos intereses creados de diversos y hasta opuestos pelajes: ‘¿Y qué es la verdad?’.
Delante de aquel despojo humano quedó expuesta la manera en que los mortales tratamos la verdad. Ayer lo quitaron de en medio por hablar, por pretenderse arrogantemente “La Palabra”, por decir ser La Verdad que no se quiere oír. Luego otros mezclaron confusamente sus palabras con las de “Él” y echaron escombros de basura sobre su memoria desfigurándola. Y hoy bastantes niegan que habló, y por tanto, que puedan recordarse sus palabras. Niegan que Él fue alguien… que fue Alguien. Le ningunean al máximo de lo que puede ningunearse. Es “El Insignificante”. (Desde que quiso nacer, no hubo lugar para “Él” en el teatro del mundo).
Finalmente, nuestro amigo, se alegró de haber sido encontrado, desengañado, desarmado, vencido, seducido… por La Verdad Desnuda, Herida y Ninguneada, que sin embargo tarde o temprano pone al descubierto todas las mentiras (todas paridas por «el Padre de la mentira»), vengan con la máscara que vengan. Groseras o elegantes. Heróicas o rastreras. Burdas o sofisticadas.
Pensé que te faltaba alguno, pero ha venido a presentarse ‘motu proprio’ y ha aportado público, un elemento ausente en tu relato, pero implícito en su intención.
Me parece un ejercicio arriesgado el tuyo, Juan. Es posible que, a diferencia de Plácido, no se den por enterados. Sería un reconocimiento que te apuntalaría.
Por mi parte, y aun estando, como sabes, de tu lado en mis convicciones, te prefiero en relatos menos parabólicos, como el del cuento de tu hija. Pero como te prodigas poco, bienvenida sea la parábola.
Plácido, ¿quién es el Maligno?¿quién lo creó y para qué? ¿porqué Dios le consiente tanto y tanto? ¿porqué es tan poderoso en su esfera de maldad? ¿No está usted viviendo un bi-teismo asimétrico en lugar del monoteismo que le correspondería?
Profunda parábola, señor Olivares. Profunda y difícil. Creo que aún quedamos muchas personas» que no nos encontramos representados por los personajes que nos muestras. Aunque entiendo que pretendes mostrar tu disconformidad y crítica con los que mantienen posturas extremistas y descalificadoras (incluso los tolerantes con éstos) que atacan, descalifican a los que pretenden mantener la razón y la ciencia por delante.
Me gusta leer tus artículos y comentarios y te animo a que sigas haciéndolos. En ocasiones estaré de acuerdo contigo y en otras puede que no. Pero respetaré tus opiniones.
Diálogo con lo imposible no amigo Olivares ,simplemente parábola para sordos, para los que no quieren enterarse ni escuchar más allá de las alabanzas a sus creencias. La verdad de uno es la mentira de otros. ¿Donde está la verdad?, en el ateísmo o el agnosticismo más radical o en asumir una fe intransigente como verdad absoluta frente a todo.
No voy a ir con componendas Juan,creo que los extremismos se tocan , el odio puede ser un boomerang de ida y vuelta, ni talibanes de sacristía, ni seudociencia de hoja parroquial ni misticismo edulcorante ni anarquistas de lo divino, pero tampoco apoyo a quienes pretenden violentar creencias arraigadas de personas decentes que no se meten con nadie ni imponen nada. Tus personajes no representan a todos, son sólo una parte de la conciencia colectiva, viven la espiritualidad como algo sublime y tratan de imponerla a su manera, algunos lo hacen mejor que otros ,incluso alguno pretende crear escuela a través de la palabra ,pero la verdad es mucho más amplia y hay que buscarla y vivirla día a día en libertad y sin perder nuestro sentido crítico, pese a quien pese.
Reconozco desde ese punto de vista tu derecho a clamar respeto y defender tus convicciones personales. El que busca la verdad siempre encuentra el riesgo de encontrarla y que después no le guste.
Respeto y tolerancia son la base de la convivencia, y ante el fanatismo venga de donde venga usemos el antídoto más efectivo, nuestra propia inteligencia . Esa es la mejor respuesta. Un cordial saludo
¿ ME HE PERDIDO ALGO?, NO ENTIENDO NADA.
No pude antes mandarte comentario, Juan. Voy ahora:
Comprendo la desazón de Insignificante… si antes hubiera sido atacado o disminuido. Algo que puedo intuir pero sobre lo que no queja constancia el texto de que así haya ocurrido.
Me ha interesado, y mucho, el símbolo del asunto: Insignificante es un «atrapado», social y emocionalmente, y que desea liberarse. Bien. Sus captores son Palabra, Hombre-dios, ciencia-al-uso y corazón (hechos “probados” en tu texto). Y en ese afán, en el de sentirse libre y de hace valer su personalidad por encima de imposiciones, se planta ante ellos y les canta las cuarenta. Vale.
Insignificante (tras leerte) entiendo que en tu relato utiliza las mismas, diría que idénticas herramientas “formales” (solo que al contrario) de aquellos otros que pretende desmontar o desautorizar. No le guía el afán de concordia, así, de inicio, y ve la conciliación de los polos contrapuestos simplemente como un Muro de Berlín a derribar, un peligro a eliminar: sin concesiones, sin capitulaciones… además presentándose como el gran damnificado de la película que busca un resarcimiento a su supuesta aflicción. Es como quien entra al banco, dando por sentado que le están robando, armado de escopeta y pasamontañas y se lía a balazos con todo aquel que porte corbata. Simplemente porque la corbata huele a banco.
Y diría que en ese “desahogo”, Insignificante, sin moderación ni cautelas, raya en el mismo totalitarismo de aquel o aquellos de los que trata de divorciarse. No veo, pues, palmarias diferencias ni razones hondas para tal ruptura sin contemplaciones.
Así lo he leído. Ajustándome, estrictamente, a la información que de tu escrito me ha llegado. Y alejándome, o queriendo ser lo más objetivo posible, que diría un Juez, de toda otra consideración previa que pudiera presumir o conocer previamente.
Y si no concuerda con el espíritu del texto, de veras que lo siento.
Un abrazo.
¿No oyes el silencio, Juan?
Es un silencio sonoro … transparente y significativo, al contrario de la algarabía que tienes al lado (encima), toda gritos, calumnias e hipocresía.
Así es. Totalitarismo. El que dan las pruebas científicas pero totalitarismo al fin y al cabo.
Normalmente envío los textos como el pan, el mismo día que los escribo. Este no. este estuvo en un cajón semanas. Lo escribí, tal y como intuye Claudio después de muchas ofensas. Y esperé a otras más para enviarlo.
Es una provocación, por supuesto, pero ¿acaso no tengo el mismo derecho a negar rotundamente algo que se afirma rotundamente? ¿No se dan ustedes cuenta de que es igual de ofensivo negarlo para los creyentes que afirmarlo para los ateos? Con una salvedad, yo no les voy a aventurar desgracias mil por creer, en cambio, catorce kilómetros más abajo de españa, o aqui antes, podría ir a la cárcel, o me dicen ustedes que voy a arder durante toda la eternidad, así, a pelo.
Ocurre amigos míos que falta costumbre. Todos los que aquí habéis escrito y la mayoría de lo que lo habéis leído, habéis leído también multitud de artículos cristianos insultantes , misóginos, homófobos. Pocos defienden a los perjudicados, pocos.
¿Que ocurre,que ni sois mujeres libres ni sois homosexuales?
Yo tampoco, pero me ofenden.
Lo que sí soy es ateo. No lo siento nada, estoy orgulloso de saber lo que ustedes no saben.Siento mucho que no se hayan podido librar de la manipulación mental que les , perdón, nos hicieron de niños, sí de niños, al mismo tiempo que nos asustaban con el hombre del saco nos enseñaron que dios existía. Es duro, lo se, pero es cierto.
Esto es una parábola.
¿A donde voy con ella?
A decirles que ya está bien. Que si Insignificante entró como elefante en cacharrería es porque no tiene porqué aguantar algunas de esas cosas, y sí, se dejó llevar, dentro de su derecho, por la indignación.
Señor Manuel Selles, primero le agradezco que me haya leído y se haya tomado la molestia de comentar, muchas gracias.
Dice usted que no tome a corazón como un manipulador. No lo he hecho, ya digo que unas veces para convencer y otras convencidos. No es culpa suya, aunque si le pido que miren las injusticias que se hacen en nombre de dios a hombres con cara y nombre y DNI y que se levanten de su silla. ¿Es mucho pedir?
Mire usted las palabras de Ratzinguer en el discurso de nochebuena.
«Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón ilustrada. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios»
Vuélvalas a leer.
Si usted está dispuesto a renunciar a su razón ilustrada, yo me niego a permitirle sin quejarme que se lo diga a mis hijos, a los míos y a todos los niños que pueda evitar. Lo siento como un deber.
No busco a dios. Usted, creo, me tiene por buena persona, lo soy, y por eso cree que busco a dios. Si fuera o me creyera un mal nacido, que no lo soy, ya le digo, creería usted que me he alejado de él. Pero está equivocado. Míos,(del hombre), son el amor, la bondad, la compasión, el altruismo, la felicidad, la paz, la cooperación, la misericordia, sí, son innatos, y no dios, sino la religión, primero los hizo suyos y después nos los prestó en nombre de dios. Y después creó otro dios para la inmundicia, el odio, la guerra, el egoísmo, la sinrazón, la maldad. Pero señor Manuel eso , todo , es nuetro.
En fin. Como decía es una provocación. Para nada pienso que yo deba o pueda decirle a ningún creyente que deje de creer, ni muchísimo menos, al contrario, aquí, en público y en mayusculas les digo a todos ustedes que SI LES HACE FELICES Y SER MEJORES PERSONAS CREER EN DIOS, QUE DIOS LES BENDIGA Y SIGAN USTEDES CREYENDO. Ahora bien. Las creencias son personales, en cuanto saquen ustedes a dios de las casas y los templos para meterlo en la calle estarán topando con mi libertad para no creer y decirlo alto y claro. Además de que no hablamos de dios, sino de religión, y todos sabemos cuanto mal ha hecho y sigue haciendo esta.
Sr. Olivares.
En primer lugar, decirle que me han quedado algunas dudas a la hora de ubicar hombres o entidades a sus personajes. Lo he hecho intentando adivinar por lo que Ud. especifica, que dice cada uno de ellos; aunque una cosa es lo que Ud. pretende transmitir y otra lo que yo alcance a entender.
Mire: como el final del asunto es Dios si o Dios no, voy directo al grano.
Que alguien niegue a Dios, lo puedo entender; es cuestión de creer.
Que estén en contra de DETERMINADOS doctos de las iglesias, también lo puedo entender, yo pienso igual; pero que estén en contra de los creyentes como “corazón” y les culpen también a ellos de ser pilares sustentadores de los falsos profetas no lo acepto
No soy partidario de criticar a orden religiosa alguna a pesar de mis discrepancias con algunos de los clérigos.
¿Por qué?. Pues por que considero que los feligreses –“corazón”–, que no necesitan profundizar lo mismo que Ud. y yo, en este tema; si con lo que allí encuentran les es suficiente, para mí, son dignos de respeto.
Creo que las personas de corazón humilde que en su iglesia se sienten bien, se sentirían ofendidas, si maltratara a la iglesia de la que forman parte.
Además: un buen número de sacerdotes que están cara a los feligreses, y no opinando de igual modo que sus superiores, ni teniendo el mismo talante, están ahí, al lado de los que les necesitan.
No puedo tratar todos por el mismo rasero
Veo a un insignificante convencido de SER el poseedor de la verdad. Es decir, algo así como “Palabra”, “Ciencia al uso” y “Hombre dios”.
Quizás un poco hipócrita ¿¡No!?
Tal vez no suceda que a “insignificante” le odien más por decir lo que piensa, pero sí es posible que no guste a “corazón” que se le trate mal, por culpa de otros.
Si a lo largo de la partida que es nuestra vida, lo que se hace, es el bien, ¡¡qué más da la procedencia!!. Lo importante es la esencia, venga de donde venga.
¿Ha visto alguien a algún perverso hacer el bien?. Seguramente no.
Sin embargo; ¿por qué esa obsesión en querer que OTROS renieguen de quien lo hace
– Jesús y/o su mensaje– solo por el hecho de que los UNOS no creen en El?.
Me da igual creación que evolución. Dios hecho hombre que hombre hecho Dios.
Mire, un ejemplo próximo a nosotros:
A Mª Magdalena; si, la patrona de Novelda, la iban a apedrear hasta la muerte, por haber pecado de adulterio.
Allí estaban los doctos de la iglesia y el pueblo, preparados para lanzar las piedras. ¡Pero!, vino Jesús y sin mediar palabra, escribe en el suelo “el que esté libre de culpa, lance la primera piedra” y todos se fueron de allí, empezando por los más mayores.
Entonces Jesús le dice: ¿Alguien te ha condenado?
Ella responde: no.
Y Jesús le dice: Yo tampoco te condeno. Anda, vete, y en adelante, no peques más.
¿Esto es malo?. ¿Esto es de ser manipulador?.
Este acto que hizo Jesús, de juicio a los hipócritas que pretendían hacer cumplir la Ley, no provenía de la iglesia de aquel entonces, ni como resultado de la ciencia y de la tecnología; esto, Sr. Olivares, a MI MODO DE ENTENDER, fue obra de… Dios hecho hombre. O si lo prefiere de otro modo, de la evolución del hombre transformado en Dios, al que Jesús le llama el Padre.
Según la historia, este hombre –Jesús– o al menos su MENSAJE, intentó cambiar, que no anular, lo que “insignificante” pretende en su parábola, así que ruego a “insignificante” no los tome ni a uno ni al otro, por manipuladores, por favor.
Me he dado cuenta de que Ud., al menos algo, ha ojeado el evangelio de San Juan. Si me lo permite, le aconsejo que siga. Este evangelio es el que va más en mi línea de pensamiento científico. Claro que en combinación con otros libros de esa obra llamada Biblia y de la fe.
CREO sinceramente que Ud., aunque sea sin darse cuenta, busca a Dios, de lo contrario, no se preocuparía de intervenir a dar su opinión al respecto; dejaría este asunto de lado y se ocuparía de otros. Pero creo que no lo encuentra por que lo está buscando donde Ud. no comulga.
Aun sin conocerle personalmente le considero un hombre íntegro. Da la cara y se enfrenta a ser criticado e incluso – como insinúa “insignificante”– odiado por decir lo que piensa.
Por que creo que lo busca, me atrevo a proponerle que lo haga por otro lado. A mi, también me sucedió. Dos veces entré en la iglesia católica y dos veces me salí; otras tantas veces lo intenté en otras órdenes cristianas y también lo tuve que dejar. ¡Y en todas!, por la misma razón; por falta de comunión con la cúpula.
Espero que a pesar de que no pensemos del mismo modo, podamos seguir y seguir hablando, intercambiando impresiones o creencias, sin faltar el respeto a la opinión del otro. Es la mejor manera de EVOLUCIONAR.
Un matiz, rápido, Juan, pues creo que en mi nota número 9 no me expliqué bien:
No insinúo para nada que Palabra, Hombre-dios, ciencia-al-uso y corazón se comporten como totalitarios, es más, no lo creo, por eso añado este paréntesis: «(hechos “probados” en tu texto)»; quizá debí decir «hechos que das por probados en tu texto». Esta expresión hubiera sido la correcta.
Indico, pues, que son totalitarios a los ojos de tu protagonista, Insignificante, solo a sus ojos. No a los míos.
Añado y aclaro, pues tras repasar mi comentario creo que podría llevar a confusión.
Claudio. Me parece estupendo que no lo insinúes. El que lo afirma soy yo. A nadie se le ocurriría pensar que una religión como la católica es totalitaria. Que va, el totalitario es el protagonista de la parábola.
Que ha tenido que leer que «Los no creyentes mienten respecto a la instancia mas grave de su vida, que, según ellos, es lo único que tienen. Si no creyesen en Dios y fueran consecuentes, se suicidarían. Primero, no existirían. Y segundo, harían lo posible por dejar de existir.» Aquí, en Novelda Digital. O… mira, en Facebook ya se ha liado bastante. Paso de citas, lo malo es que se que tu las has leído y duele ese no saber repentino. Pero eso sí. Te agradezco enormemente que aunque sea para discrepar y a la luz de los últimos acontecimientos hayas tenido en cuenta mis palabras. Muchas gracias sinceras, pero muy sinceras, que yo nunca las doy de otra manera
El asunto es de percepción. Si a ti no te parecen totalitarios los artículos de todos esos mecenas de las bondades de dios, perfecto. Yo hago uso de la mía, a mi sí.
Cylon y Ripley. Perdonad, no os había nombrado. Ambos contáis con mi más sincera admiración, tanto cuando estamos de acuerdo como cuando no, y sí, se oye el silencio.
Plácido. Pues seguro amigo que te has sentido dolido y ofendido. Lo siento, pero alguien tenía que levantarse del suelo.
Alicia y el observatore son los amos, aunque sea para abroncarme, los amos.
Juan, vamos a ver. Mi aclaración viene a cuenta de que sospeché que se me interpretó mal en mi primer comentario. O no supe explicarme. Solo eso.
Y que no te duela ese «no saber repentino» que me atribuyes. Mira, por aquí no procede, se me hace demasiado compleja y sutil la explicación, creo que fracasaría en mi intento… pero te garantizo que en persona no tardarías ni cinco minutos en comprender ese «no saber repentino». Pero no por aquí. La palabra escrita llega hasta donde llega. Sin gestos ni ojos que se miren, pasa lo que pasa… Y yo, que me conozco mejor que nadie, y que también conozco el medio, sé cuándo plantarme. Sé cuando el terreno es lo suficientemente resbaladizo como para no seguir, para elegir otros lugares y sobre todo otras condiciones.
Me gustaría volver a mostrate mi ánimo e interés para que sigas escribiendo y opinando con absoluta libertad, Juan G. Olivares. Le pese a quien le pese. Y confirmar que el silencio se oye (como dice ripley) y se oye muy fuerte, muy alto.
Es muy significativo ese silencio. Me hace pensar que has metido el dedo en la llaga y que, probablemente, algunos tenemos que replantearnos nuestra actitud pasiva ante los sinsentidos de personas que «nos representan» como figuras visibles de la jerarquía católica (aunque ya he dicho en numerosas ocasiones que soy católico, pero no al uso) y de los prohombres de la moral y la ética.