Art. de opinión de Luis Beresaluce Galbis

“Atrocidad Jurídica”

Ocurrió no hace tanto. Conviene recordarlo. Era a propósito del indulto o no de un juez apartado de su carrera por supuesta prevaricación. Continuada, además…

No, para mí, la aplicación del indulto al juez (no ex juez) Gómez de Liaño, por un presunto delito de prevaricación. Delito absolutamente indemostrable porque la intención de hacer algo mal solo puede residir en la conciencia, no más que accesible a Dios. Presuntamente cometido, además, en la no instrucción, porque ni llevarla a cabo le dejaron, de un sumario contra Polanco que quedó archivado pese a la gravedad de la denuncia (la disposición de unos fondos ajenos para un cambalache contable en distintas empresas propias).

Aquello fue un crimen judicial que avergonzará al Foro español por siglos. Un Foro vendido a la política y el poder mediático. La atrocidad, para mí, fue la decisión del Consejo General del Poder Judicial de devolver al juez (no ex juez) al ejercicio de su carrera, en virtud de una votación en que doce miembros conservadores vencieron a nueve miembros progres. Justicia de derechas y justicia de izquierdas. ¡Felones!

Ya es un autentico horror, que dicho Consejo se provea desde el Parlamento y según las matemáticas de los grupos en el poder. Los populares designaron a doce y los socialistas a nueve miembros. ¿Cabe mayor politización, en el más ominoso grado de expresión del término, del principal Órgano de decisión de la Justicia? Licurgos de ideología a piñón fijo. Magistrados fabulosamente pagados que deben la sinecura a la política de turno. Justicia de mercado, gratitud y favor. Ley del marketing ideológico. Derecho torcido y retorcido por el poder, la influencia y el estomago agradecido. Auténtico Estado de Desecho…

La atrocidad, para mí, repito, radica en que sea la filiación política y no la técnica profesional, la que determine que de un conjunto de diecinueve vocales, doce licurgos conservadores piensen de un modo instrumental presuntamente determinado por el conocimiento y práctica de su función magistral y nueve licurgos izquierdistas, de modo diametralmente opuesto, supuestamente, sobre ilustración, sabiduría y experiencia forense exactamente igual y común, porque no hay otra. Me recuerda a “El rey que rabió”. La junta de doctores. “Y de esta opinión, nadie nos sacará; el perro está rabioso o no lo está”. Doce dicen que no está rabioso. Nueve que sí. Y la medicina, muerta de risa. O de asco.

La escena es absoluta y demencialmente obscena. Doce jueces lo consideraban en condiciones inmediatas de volver a ejercer. Nueve, mal indultado y no susceptible de reincorporarse hasta que el año equis lave todas sus culpas. Usaban el mismo Derecho. Partían de las mismas leyes. No hay mas que un Código. La Ley es igual para todos, menos para quienes la aplican en sus más solemnes escenarios. Todas sus herramientas son infaliblemente iguales y comunes. Lo único distinto es la filiación política de sus aplicadores y la gratitud de sus estómagos.

Un día, el Boletín Oficial, en genial error de imprenta, llamó al CGPJ, “Conejo General del Joder Judicial”. Una auténtica casa de putas, donde se fornica con la Justicia. No fue un duende de imprenta. Fue la propia Justicia asqueada de sí misma, quien, milagrosamente, quitó la P y puso la J. La J de Justicia. Abandonando por un momento la balanza y depojándose de la venda de sus ojos.

Ahora el juez Liaño, valiente y honesto, humilde pero no humillado, juez absoluto hasta la médula, ejerce de abogado. Hay mucha gente como él, necesitada de defensa. De defensa justa, es decir, en justicia. Algo tan difícil con estos Conejos salidos de la chistera política…Que Dios bendiga su dignidad, su paciencia y su dolor…Le costó la carrera ser valiente, honrado y buen juez…

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