Art. de opinión de Claudio Rizo

NO PUDE VERLO ENTERO

No pude verlo entero, lo confieso. Me sobrepasó. Será porque estoy dejando atrás cierta edad de ir a la gresca, de actuar de tocapelotas o de enzarzarme en duelos tontos que sólo al alma propia hieren. No sé. Lo cierto es que cada vez me repugnan más las discusiones estériles; o sea, ésas en las que se empieza así, como quien no quiere la cosa, por una frase aparentemente inofensiva pero que a otro escuece en algún recoveco de su ego; y este otro responde, también, como quien no quiere la cosa, yendo de indiferente pero ya con alguna pullita camuflada, sin claridad, como actuando entre dos aguas, tibio, para que no le acusen de ser el instigador de nada; y el primero se revuelve, consciente de la indirecta, con artillería pesada, con golpes frontales y a las bravas, ya a pecho descubierto; y así sucesivamente, uno tras otro… hasta que los rostros se acaloran, las venas se hinchan, sobrevienen los ataques personales, los agravios, las sonrisas sardónicas… y los discursos terminan por distanciarse completamente de su origen para quedar recluidos en un triste cuadrilátero de “A ver quién los tiene más grandes”. Y entretanto, yo, los televidentes, sin saber nítidamente qué coño originó aquello y con cara de gilipollas, asistiendo a un “debate” en el que se nos prometió esclarecer cosas del pueblo. Asistiendo a un circo no previsto, como quien acude a una fiesta engañado, como cuando la Milá (entonces no vestida aún de gallina de corral y que salió aquella noche cacareando y desplumada) le prometió hace dos décadas a Umbral hablar de su libro. Fraude en toda regla.

Me pregunto si hay diferencia entre este comportamiento y el animalismo descarnado de Gran Hermano. Creo que no mucha. Las similitudes con contundentes. El “gallinero” de Mercedes Milá (ella es la gallina madre, el pico más afilado: de algo le sirvió el rapapolvo del literato) es una especie de Pleno pero en asuntos supuestamente más triviales, más de la calle. De menor “calado”. Al fin y al cabo se trata de la intendencia de una casa y la de un pueblo las que se comparan; y al fin y al cabo son personas, generalmente de paso, las que saltan como un muelle en el culo sobre el adversario al notar un mínimo deje incómodo en su interlocutor. Hasta cuando van al Confesionario (los hermanitos), como los políticos cuando dan rueda de prensa o toman la palabra en un Pleno, ensalzan sus virtudes y se hinchan en alabanzas propias en idéntica medida con que rajan la piel y el alma de otros, con una vehemencia tal que creemos a ambos y a todos a la vez, a pies juntillas, pero sin saber por qué diablos se originan los embates ni por qué tanta gente ha sido citada alrededor de una mesa. Divorcios manifiestos, miradas desafiantes, quizá hasta amenazas camufladas, brotan en los dos escenarios en sonrojante paralelismo. ¿No les parece?

Quisiera creer que el Pleno debería “mostrar” mejores enseñanzas, caminos más respetuosos y educativos (los gestos y las reacciones que proyecta la pantalla también “fabrican” ética, no lo olvidemos)… que debería hacer ejemplo de cómo acudir al debate sin tirar por el precipicio a nadie, sin comerse el corazón de un vecino. Quisiera pensar, en fin, que al menos en esto, se marca una distancia (sideral) con el triste corral de la Milá. Es imprescindible para ejercer púlpito. Que al menos en esto, digo, se distancien ambos espectáculos. Para bien y ejemplo hacia los demás.

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5 COMENTARIOS

  1. muy bueno, claudio, tienes toda la razon, yo tampoco termino de ver ningun pleno, me aburren soberanamente, se enzarzan en unas tonterias, que ni en el patio del cole cuando teniamos 8 años, en fin, espero que tu toque de atencion sirva de algo. un saludo.

  2. Se puede decir más alto pero no más claro. Hace tiempo que por salud mental me prohibí ver los plenos. Desde la distancia en que los sigo intuyo que el problema es la falta de alguién que reálmente presida, un buen árbitro. Como en el fútbol si a los jugadores se les deja hacer todo tipo de faltas, el partido termina en batalla campal. Esta es la función del árbitro hacer cumplir el
    reglamente y avisar cuando las faltas son reiteradas y antideportivas.

  3. He oído hablar de Educación para la ciudadanía. Lo habrán leído? Por lo visto, ni idea. Como en tantas otras cosas. Cuando hay elecciones para tropezar con los mismos «lloscos»?

  4. Soberbio artículo, coincido con josema en que se puede decir mas alto pero no mas claro. Espero que se tome note y de dejen de tanta pelea. felicidades por el escrito.

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