Artículo de opinión de Armando Esteve, (Portavoz UPyD Alicante)

Igualdad sin ira

“La Nación Española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran…”

Algunos éramos jóvenes adolescentes cuando se escuchaba la canción de Jarcha “Libertad sin ira”, himno de una época de cambios políticos que tuvo su broche de oro con el referéndum sobre la Constitución, momento que representa para muchos el nacimiento de nuestro Estado de Derecho.

Hoy, treinta y un años después, desde UPyD defendemos nuestra Carta Magna de los ataques que recibe, por quienes nunca han querido que se desarrollase y por la incompetencia de muchos de nuestros políticos y líderes. Y la defendemos de forma activa pidiendo su reforma.

Por una Constitución viva, que en su propio texto recoge los mecanismos por los que debe ir adaptándose al paso del tiempo, corrigiendo los fallos y omisiones que presenta, pues sus mentores ya eran conscientes que ningún texto puede ser perfecto y atemporal.

Por todo ello y mucho más, pensamos que la mejor defensa de la Ley que da sentido, orden y origen a nuestro Estado, tal y como hoy lo conocemos, es su reforma, su adecuación a una realidad cambiante, de forma que nos siga permitiendo contar con un marco estable, pero a la vez permita desarrollar el principio de justicia, libertad y seguridad, tal y como se cita en el preámbulo citado.

Los que abogamos por su reforma quisiéramos, entre otras cosas, que la IGUALDAD fuese uno de los principios básicos recogidos en el texto:

-Igualdad en la distribución de competencias entre el Estado y las autonomías, cerrando el habitual mercadeo. Asumiendo el Estado exclusivamente ciertas materias claves para el interés general de todos los españoles

-Igualdad en el derecho a recibir una educación y sanidad de calidad, con las mismas garantías en cualquier lugar de España.

-Igualdad en la legislación que se refiera a medio ambiente, recursos naturales, urbanismo y gestión del territorio, en cualquier lugar de España.

-Igualdad en el trato ante la Justicia, sin depender del Tribunal Superior de cada autonomía.

-Igualdad a la hora del cálculo de los impuestos que gestiona el Estado.

-Igualdad en la relación de las administraciones autonómicas con el Estado, donde no caben supuestos derechos históricos.

-Igualdad en el valor del voto de cada ciudadano, sin depender del lugar o del partido a que se vote, modificando la preconstitucional Ley Electoral en vigor.

-Igualdad a la hora de elección de que lengua oficial utilizar, sin primar ninguna y sin normalizaciones que discriminen a una frente a otra.

-Igualdad en la lucha contra la crisis, suprimiendo la duplicidad de administraciones creadas artificialmente y que disparan el gasto.

-Igualdad en el reparto de los fondos que cohesionan el Estado a través de leyes como la de Financiación autonómica.

Reformar para que no se vea superada y modificada por la puerta de atrás, sin el permiso y el control del conjunto de los ciudadanos libres, que hace treinta y un años votamos una Ley para todos.

Reformar para conseguir, que los que entonces votamos y toda una nueva generación que no tuvo la oportunidad de participar y votar su principal norma, todos los que hoy formamos la Nación Española, poniendo la igualdad, -una igualdad sin ira-, junto a la justicia, libertad y seguridad.

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