La noveldense Consuelo Serra gana el III Concurso de Relato Breve sobre Violencia de Género del Hospital de Sant Joan

Presentó una obra llamada «Abre los ojos» con la que quiso hacer una conexión entre el relato y su profesión, la oftalmología.

María Consuelo Serra es actualmente médico residente de Oftalmología de último año en el hospital de Sant Joan de Alicante, y siempre ha tenido mucha inquietud por la escritura. Actualmente se está subespecializando en la sección de Oculoplástica dentro de la Oftalmología, puesto que «el diseño de los párpados y su patología tiene un componente muy artístico y manual que me apasiona».

Y este año se ha animado a participar en el concurso de Relato Breve sobre Violencia de Género del Hospital de Sant Joan, que cumple su tercera edición. «He querido realizar una conexión entre el relato y mi profesión, mostrando en cada parpadeo una realidad diferente, y mediante el título del mismo», apuntaba a Novelda Digital. «Estas dos realidades -continuaba- son contrarias y contrastan entre sí, y muestran la situación que están viviendo muchas mujeres, esperando que algún día cambie y se convierta en justo la contraria». Para terminar, asegura que «con la lectura de mi relato he querido enfatizar el hecho de que podemos y debemos decidir qué realidad es la que queremos vivir».

Este relato, que lleva por nombre «Abre los ojos», se ha alzado con el primer premio, consistente en una tablet. Además, el centro ha seguido con la tradición y se ha colgado una lona en una de las fachadas laterales del hospital con este relato impreso.

Asimismo, las 32 obras se han expuesto en unos tablones en el Salón de Actos y ocuparán un lugar central en el Lucernario durante las próximas semanas, de manera que estos mensajes puedan llegar a todos los usuarios.

ABRE LOS OJOS

Parpadeo…

Y allí estaba él, con su dulce sonrisa y esos hoyuelitos pronunciados que tanto me gustaban, en la puerta del salón, enfundado en su traje de oficina y la camisa que tan cuidadosamente había planchado esa mañana. Sostenía en ambas manos un ramo de flores de orquídeas blancas mezcladas con tulipanes azules, cómo me conocía…

Y parpadeo de nuevo…

Y allí estaba él, en la puerta del salón con esa mirada enojada que tanto me asustaba, la vena del cuello exaltada y asomando por el cuello de la camisa que tan cuidadosamente había planchado esa mañana. Sus grandes manos abiertas como alas listas para aterrizar sobre mi mejilla, porque “me lo merecía”…

Y parpadeo de nuevo…

Y allí estábamos los dos, sentados mano a mano en la mesita del rincón de aquel restaurante italiano al que íbamos desde hacía tantos años, nuestra mesa, degustando un sabroso vino blanco y brindando por un futuro juntos. Nuestros dedos se entrecruzaban bajo el blanco mantel como una enredadera.

Y parpadeo de nuevo…

Y allí estábamos los dos, mis ojos clavados en la botella de vino blanco vacía en la que él ahogaba sus penas, mientras sus labios rabiosos me acusaban por las sutiles miradas provocadoras hacia el chico de la barra del bar. Sus dedos bajo la mesa arañaban mi pierna, escupiendo rabia por cada uno de sus poros.

Y parpadeo de nuevo…

Y el aroma de su cuerpo aún formaba parte del mío cuando me dio un beso en la frente, y sus brazos rodearon todo lo pequeño de mi ser, que no hizo más que crecer, hasta hacerme sentir grande y fuerte como el corazón que bombea su sangre.

Y parpadeo de nuevo…

Y el olor a sangre inundaba la cama, el cigarrillo apagado en mi brazo tatuaba la marca del odio. Mi débil cuerpo se fue encogiendo poco a poco cual flor marchita, hasta que me hice tan pequeña que no me encontraba entre las sábanas.

Y parpadeo de nuevo…

Y decidí abrir los ojos.

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2 COMENTARIOS

  1. CLARO, SENCILLO Y DIRECTO, DESGRACIADAMENTE EL DÍA A DÍA DE MUCHAS MUJERES.
    ENHORABUENA POR DARLES VISIBILIDAD

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