La concejalía de Turismo promocionará este mes las «coques d’oli» en su campaña «Lo que nos distingue»

Es el almuerzo y la merienda más común entre los noveldenses y su receta ha variado en los últimos años, pero manteniendo siempre la tradición en su fabricación.

Las tortas de aceite o «coques d’oli» son las protagonistas de la campaña «Lo que nos distingue» de este mes con la que la concejalía de Turismo pretende poner en valor los principales atractivos de la ciudad. «Son algo muy común para los noveldenses, pero la verdad es que cuando sales fuera no las encuentras en ningún sitio», apuntaba el concejal del área, Francisco Sepulcre.

De hecho, este alimento, fabricado a base de levadura, aceite de oliva y agua, ha sido siempre el almuerzo y merienda por excelencia entre los noveldenses de varias generaciones. Pero, con el tiempo, aunque han mantenido su fabricación tradicional, han evolucionado en cuanto a su acompañamiento. Ahora podemos encontrar una variedad muy grande con longaniza, anchoa, verduras, morcilla, pisto e incluso chocolate.

En la pastelería Soria, lugar elegido por la concejalía para presentar la campaña, llevan dos siglos fabricando estas tortas de aceite. Su propietario, Damián Soria, explicaba que «son muchos los que viven fuera y vienen a comprarlas para recordar su infancia», destacando que «es algo que se vende a diario y nunca falta en ninguna fiesta o evento de Novelda». Se trata de un producto barato que «gusta tanto a niños como a mayores».

Damián es, junto a su hermana, la sexta generación de esta histórica pastelería que nació en 1801 y que a día de hoy sigue trabajando para que los niños tengan su merienda después del colegio o su almuerzo «más noveldero».

Llegaron hasta Cartagena

Damián Soria quiso compartir una anécdota que deja claro el éxito de las «coques d’oli». En 1983, durante su servicio militar, decidió cocinar este producto para celebrar su cumpleaños con sus compañeros. Tal fue el éxito que el comandante lo llamó a su oficina y le pidió que cocinara algunas más para llevárselas a casa, lo que le valió cinco días de permiso.

Además, uno de sus compañeros, que regentaba una panadería en Cartagena, se hizo con la receta y comenzó a venderlas. «No sé si a día de hoy continúa», reconocía Soria, pero lo que sí está claro es que los cartageneros tuvieron la oportunidad de probarlas.

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