MARYLIN, MADRIGAL Y ELEGÍANo quiero que se me acabe el mes sin acordarme de ella. Sería una herejía. Otra vez hace años que murió Marylín. Que dejó de existir la expresión de la vida, de la vida más hembra, más grácil y más bella. Con aquella primate que era de oro y de nácar, se encoñó el séptimo arte, que se hizo casi sexto, porque suena a más sexo. Puro sexo rosado, ondulado, sinuoso, curvatura perfecta, encanto de la raza y clamor de la especie. El sexo sublimado. Hay en el sexo notas, que oscurecen su idea, humedales incómodos, rincones que el pudor controla y administra y el íntimo secreto hace sombríos y sucios. El sexo misterioso, de mecánicas turbias. El que puede llegar a la idea de pecado. Y hay sexo limpio y claro, sexo abierto y espléndido, luz clara y encendida, la realidad más grande del tirón de la vida, sinceridad biológica, alarde de la carne sin disimulo, altiva, mas que reproducción, exhibición lucida, morfología artística, cultura de lo místico, teología de la piel. El sexo con más seso. La genitalidad hecha genialidad. Y así era el sexo suyo, como una amanecida, aurora boreal, instinto hecho obra de arte, monumento y caricia, que en celuloide impreso, impresionado en todas sus varias acepciones, conservaremos siempre sin que muera jamás. Erótico talento, glamouroso Chanel 5, aquel con el que solo se vestía, para dormir.
Nunca movieron glúteos tanta y gemela gracia, como cuando rehuía los humos de aquel tren, (“Con faldas y a lo loco”), sobre tacones altos las inseguras piernas, inclinadas columnas de capitel tan móvil. ¿Cuándo produjeron alterenativos glúteos ondulantes, semejante armonía?
Recuerdo sus dos pechos, como cántaros lúdicos desbordando deseo, vibrando como flanes, en su breve carrera. ¿Cuándo se vieron ánforas torneadas como aquellas, como aquellas, cimbreadas?
Recuerdo su cintura, de bahías inmensas, arriba el torso grávido, abajo las caderas. Su picardía facial, entre de niña y fiera, sus ojos de cegata cazando millonarios, su naricita corta, y su boca entreabierta, rojísimos los labios e increíbles las perlas. Y recuerdo su voz, que “ponía” hasta al mismo micrófono, en la ocasión solemne del cumpleaños de Kennedy. Nunca escuché un gemido, entre tímido y niño, más sensual y profundo, más sexo en lo fonético e intención en el tono, la palabra un orgasmo retorcido y lentísimo, como si en su garganta se anudasen hormonas y todo el universo sonara femenino, con voz de hembra en celo, aullando su reclamo.
Qué pena que muriera, tan pronto, tanta vida. Que acabara tan brusco tanto dulce sosiego. Que la mujer de seda, cuerpo de nácar y oro, se rompiera entre drogas, soledad y silencio, sin nadie a quien llamar, abandonada , lejos. Una joya tan viva, una gema tan fresca, un proyecto tan lúcido, un tan cálido amor…Cada Agosto se nos vuelve a morir. Y es porque sigue viva. Y precisa más muertes. Que aún está entre nosotros, mimando la memoria, llenándola de gozo. Aquella niña débil, aquella fiera dulce, la gatita de Calhern en la “Jungla de asfalto”. La chica de aquel coro para el príncipe Laurence, príncipe de opereta.
No moriste del todo. Estás en la memoria. Y estarás para siempre, que el recuerdo no muere…Icónica caricia, escultura del aire que convertía en pétalos las ondas de tu falda, flor tú misma, domándolas, doble tallo increíble tu milagro de piernas. Nos quedan tus filmes. Y en ellos, tu piel de ángel…
Parece que andan pensando en hacer una película sobre tu vida de película. Y que se barajan los nombres de Angelina Jolie y otras que han posado imitándola. Creyendo en tal posibilidad. Como una vez, hace tiempo, nuestra lamentable Obregón, con sus patitas de gamba y el talle bajo los flácidos sobacos… Scarlett Johanson, Briytney Spears, Sara Jessica Parker y hasta la escuálida y como metida en lejía, Nicole Kidman. No lo permita el cielo. Tú eres irrepetible. El incono carnal más importante del cine. La diosa de celuloide. De un celuloide que transpira feromonas. Aquel maldito Agosto nos dejó sin ti. Evitó que pudiéramos un día verte como ahora a la bella Gabor muriéndose de vieja. Tú serás siempre la diosa absolutamente en flor que se llevó un Agosto como este, que tenía celos de nuestros ávidos y enamorados ojos. Dios te guarde, increíble Marilyn…
