Jesús Navarro Alberola
«¡Niños del mundo, está la madre España con su vientre a cuestas!», cantaba César Vallejo en su poema, escrito en ese ayer tan próximo que es 1939. Próximo porque las dos Españas que ya anticipó Machado, las mismas dos Españas que se turnaban en el poder a finales del XIX, vuelven para borrar de un plumazo los vientos alisios de la Transición. España, camisa blanca de mi esperanza. Hoy la política es decepcionante, y esta generación de políticos cada vez más jóvenes han convertido el Parlamento en una grada de domingo con olor a pipas y estraite. Pero es así porque les hemos dejado hacerlo. Nosotros, desde la barrera, los mismos que vimos nacer a Podemos, con ese aire fresco y limpio en la Puerta del Sol, asistimos al peligroso ascenso de VOX. Se juega un partido de tenis entre dos extremos (otra vez las dos Españas) y el espacio que nos dejan es tan amplio que reduce al mínimo nuestra atención en el juego. Todo suena muy pobre: a frases espectaculares de los asesores de marketing, mensajes breves, listos para el titular y el Twitter. Todo suena a falso, a pelea de corral. Nos obligan a mirar al chalé de lujo, a las gafas de sol y el avión privado, al máster regalado y el plagio de la tesis. Y hasta hay quien se atreve a reivindicar a Aznar. Si la estrategia es esa, yo me bajo. La nueva generación nace a la derecha de Fraga. Y luego está Ciudadanos, que sale del ejecutivo de Wall Street y como clon de Macron, sin discurso, sin ideología, sin identidad; alimentado con la gasolina del odio a la Cataluña republicana que se pasea de Finisterre a Tarifa.
¿Dónde vamos? ¿Adónde nos dirigen? ¿Cuál es el plan? Es más, ¿alguien tiene un plan? Para una persona normal, alguien que paga sus impuestos y lucha todo el día por salir adelante, ¿qué queda? ¿Volver a la guerra civil? ¿Otra vez rojos y azules? ¿Sumamos verdes, naranjas y morados al espectro ideológico? ¿Para qué?
La generación que vivimos la Transición añoramos a los políticos de verdad, preocupados por las personas normales, sin marketing, sin odios, con amor. Es increíble la generosidad que mostraron para cerrar heridas y caminar juntos hacia el progreso de España. Entonces había un fin común: la libertad, situar nuestro país como ejemplo ante el mundo. Hoy tan solo nos contemplan de soslayo, con la preocupación de que tengamos la misma deriva ultra que en Brasil o Italia.
¿Dónde están los líderes de verdad? ¿Dónde están los herederos de ese espíritu que hizo posible que una izquierda que hasta el día anterior era encarcelada y perseguida perdonara y mirara al frente? Hay una anécdota que lo resume todo: un general, secretario de Adolfo Suárez, recibió a Santiago Carrillo por ausencia del presidente. Fue una entrevista muy cordial, a pesar de que en el ambiente hubiera todavía olor a sables. Por la noche, el general informó a Suárez de lo positivo del encuentro. Al salir del despacho le dijo: «Solo una cosa personal, presidente. Carrillo ordenó el fusilamiento de mi padre. Hoy, con el abrazo, encontré la paz que buscaba».
Hoy esa escena sería inimaginable. No hay altura de miras, no hay sensatez, salvo la del Rey y la Justicia. Los políticos han olvidado que, antes de políticos, son personas; han olvidado que nosotros no somos simples manos con votos. Tenemos cabeza, corazón y vida. Somos ciudadanos. Ciudadanos profesores, ciudadanos carpinteros, ciudadanos pastores, médicos o albañiles. Ciudadanos empresarios, autónomos o abogados. Personas normales que queremos sinceridad, tranquilidad, paz. Queremos un futuro mejor para nuestros hijos. Así que, por favor, sed ciudadanos primero y políticos después. Como nosotros. Siempre hay tiempo de cambiar. O, si no, recordad al general de Suárez. Dejad el odio y abrazad el amor, la sinceridad , el respeto a las ideas contrarias, buscar la diferencia y la lucha electoral en los programas , no en el ataque personal.
Entonces lloverán los votos como cae el agua en primavera. Hay tiempo. De hoy al 28 de abril necesitamos ciudadanos normales y corrientes en los carteles, en los mítines, en el Congreso. Que nos veamos de tú a tú. Que nos devuelvan la confianza. Que dejen de robarnos la ilusión y el futuro.
Que volvamos a creer en nuestros sueños ,en el sueño de una España unida , llena de libertad , de paz y de vida .
Salvo lo del aire fresco de Podemos, estoy totalmente de acuerdo con la coherencia de su artículo señor Navarro que, además, es íntegramente extrapolable a la política local, tan sembrada de muchachería inexperta sin oficio ni beneficio.