Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

DUDA ENTRE EL TIEMPO

Se me ha olvidado todo mi futuro. Estoy perdido. Ya no se qué esperar. Todo es duda presente y constancia pasada. Energía muerta, que ya no opera y confusión vivida al instante. Nada, que fue y algo que está dejando de ser.

Mi memoria no quiere recordar. Mi recuerdo quiere tender a la esperanza. No soy ni tengo mas que futuro. En él reside mi único porvenir. Mi presente es pero no está. Se va, constantemente. Agua, entre mis manos, con los dedos abiertos. Consiste en no ser, siendo, en cursar discurriendo. Solo es real y lo será aún más, cuando llegue, cuando se consolide, mi futuro, que es tan incierto como verdadero. No como el pasado, que siendo exacto, constancia fidedigna, ya no es. Mi pretérito es imperfecto, como todo lo muerto. Poco menos que escatológico. Mi presente no es perfecto ni imperfecto. Simplemente, no es. Está siendo, continuamente, de una manera intermitente. Estar siendo no es ser. Es, mejor, estar dejando de ser.

Solo es positivo, real, auténtico, disponible, causa de ilusión o de miedo, almacén de vida absoluta, el futuro. Ese futuro del que no me acuerdo. Cuando es lo único digno de ser recordado, porque solo en él están contenidas todas mis realidades posibles. Recordar es volver a pasar por el corazón. Y uno no va a pasar por su corazón lo que ya pasó por él, y ya no es sino muerte mas o menos documentada, fotografía de un instante (instantánea) sin existencia. Una luz que se apagó.

Lo que merece pasar por el corazón es el futuro, ese futuro que no puedo recordar, que es volver a pasar por el corazón. Porque lo tengo olvidado. El desconocimiento es el peor de los olvidos. Solo puedo esperarlo. Llenarlo de esperanza. Y la esperanza es recuerdo en potencia, memoria pendiente que rememorar, realidad inmensa de lo único que será.

Soy una duda entre dos irrealidades. La de lo que fue, sin existencia y la de lo que será, igualmente, de momento, no existente. Y yo entre ellas, animal de presente, ser de instantes, presenciado en mi discurso, perdido en el tiempo. Como una duda antropológica que solo tiene duración. Ni siquiera continuidad. Como una interrupción que no clausurase o una puesta en marcha sin arranque. Pura inercia.

Solo es real, absoluto, disponible, incontenible, históricamente vivo y energético, el fututo. Esa cosa, la única de las cosas y las causas, de la que me he olvidado. En cuyo ignorado olvido existo, pendiente de mi en él y de él para mi. No soy mas que futuro. Solo con eso cuento. Y no me acuerdo de ello. De lo único que tengo. De mi escasa moneda ahorrada, sin ocasión de gastar. Gastar que, viviendo, sería invertir…

Solo cuando muera saldré de esta duda. Y, entonces, ya no tendrá sentido recordarlo. Porque fuera de él y sin esperar otro en su lugar, estaré en la eternidad. Esa noción existencial en que se contienen las tres formas del tiempo de los hombres en una teológica continuidad. La eternidad es nuestro cuarto tiempo. El único sin principio y sin final. De la eternidad no me he olvidado. Está mas allá de la esperanza. Nadie se la puede pasar por el corazón porque ella misma es el corazón espacial de todas las duraciones del universo. La eternidad es el tiempo de Dios. Y Dios no lleva reloj ni necesita acordarse. .

Fui, soy y seré..Mentira…Ni fui, ni soy. Eso es historia pasada o pasando. Solo seré. Y en la expresión seré tampoco se contiene el ser. Es una posibilidad situada en el futuro, un espacio mental del que me he olvidado. Y que suplo, confuso, con la esperanza.

Antes, ahora, después. Fases temporales del alma. Modos de hablar. El antes, archivado. El después, por venir, nunca mejor dicho. Y el ahora, pasando, inquieto, irreductible, una realidad que se desvanece. ¿Qué tiempo, pues, soy y tengo? Ninguno. Vivo un adelanto de eternidad. Y no se hacerlo. Dinámicamente vibrando entre el gran sosiego.

Esto no es un juego intelectual. No se vive entre abstracciones. Es, solo, la confesión de un estado de ánimo presidido por el estupor. Bastante incómodo. Pero es lo que hay. Soy. ¿Cuándo? En este ahora insujetable y escapadizo, que no es antes ni después, en el que soy y estoy como un aliento, como una instantánea de eternidad. Un futurible desacomodado, que cursa sin sosiego ni perspectiva.

Pertenezco a mi futuro. Soy y será, lo que él quiera. Él, que tampoco es mucho mas que un cierto grado de esperanza. Consisto, pues, en una esperanza antropológica, que lo espera todo de sí misma. De alguna manera, me evita estar desesperado…

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9 COMENTARIOS

  1. Nunca había reparado en esta reflexión que hoy nos haces. Se te olvida el futuro y te sientes perdido, y el presente se te escapa, se nos escapa entre las manos. Tampoco existe.Continuamente está dejando de ser.

    Sólo nos queda el futuro, y éste, dices, se te olvida. Estás, estamos perdidos, pero ¿qué podemos hacer sino esperarlo, para que dejando de ser futuro, se convierta en presente y deje de existir?

    Cuando mueras, Luis, cuando muramos, dejaremos de esperar ese futuro del que nos hablas. Ya no habrá futuro. Todo será un continuo presente, interminable y sin pasado y sin futuro, sólo presente.

    El dilema, Luis, es que encontraremos en ese eterno presente, el futuro que , digamos lo que digamos, nos aterra. Nos asusta perder este presente que, como dices, se nos escurre entre las manos. Cuando seamos sólo futuro, hoy, eterno presente después, veremos que pasa y donde estamos.

    Un dilema, amigo Luis. Nadie nos dice nunca nada.

  2. Tu definición de tu tiempo es admirable y brillante, pero no te equivoques Luis, todos durante nuestra vida, en momentos difíciles y no entendibles tenemos esa sensación de no poder discernir ni conocer donde está nuestro futuro si no entendemos nuestro presente y menos después de recordar nuestro pasado, no lo podemos entender.

    Salimos de la casa del Padre y volveremos a ella, con todas las heridas, unas todavía sangrantes y otras curadas, pero sus cicatrices bien a la vista como medallas recordatorias de nuestras batallas de vida personales, merecidas o no, pero señales al fin y al cabo de nuestro pasado, presente ¿ y el futuro? la esperanza y la fe.

    Leyéndote, he recordado unos versos de Juan de La Cruz que vendrían bien para señalar estos tres tiempos:

    1º El pasado

    ¡ Adonde te escondiste,
    amado, y me dejaste con gemido?
    como el ciervo huiste,
    habiéndome herido;
    salí tras ti clamando, y eras ido.

    2º El presente

    Pastores, los que fuerdes,
    allá por las majadas al otero:
    si por ventura vierdes
    aquel que yo más quiero,
    decidle que adolezco, peno y muero.

    3º El futuro

    Buscando mis amores,
    iré por esos montes y riberas;
    ni cogeré las flores,
    ni temeré las fieras,
    y pasaré los fuertes y fronteras.

    El amigo Juan de La Cruz nos abre la puerta a la esperanza a pesar de su amargura.

    Un abrazo Luis.

  3. A mi me parece que solo debemos vivir el presente.

    El pasado dejarlo, nada podemos hacer sobre el, y si damos vueltas y mas vueltas caeremos en enfermedades mentales o seremos unos amargados.
    El futuro, ya lo vermos cuando llegue, si estamos obsesionados con el, nos preocupamos, que no es mas que ocuparnos antes de hora.
    El presente es nuestro campo de accion: hacer lo que debemos y estar en lo que estamos. !que feliciddad mas grande!
    Jesus no ha dicho: no os preocupeis por el mañana, ya vuesto Padre sabe lo que necesiais. Vosotros vivir este dia, ya que cada dia tiene su propio afan.
    Es bueno saber que estamos en manos de Dios, y que nos cuida .
    Como dijo Santo Tomas Moro, cuando estaba esperando su ejecucion, en una carta a su hija: Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor. ”

  4. ¿Se puede olvidar el futuro Sr Galbis?.
    Si en esa contínua e infinitiva línea del tiempo la causa o razón de ser del presente es dejar de ser, como unas gotas de agua,-el ahora que vivimos- que se nos escapan entre las manos aunque sintamos su consistencia,su verdadera existencia; y por otra parte la del pasado es ya no ser,entonces lo único real que nos queda es el el futuro. Si olvidamos el futuro que nos queda entonces?.
    Decía el cineasta Woodt Allen que le interesaba mucho el futuro porque era el sitio donde iba a pasar el resto de su vida.
    El futuro no se olvida, se sueña con intensidad y en la medida en que el presente va pasando a pretérito el futuro va ocupando su puesto. Vivimos de alguna manera en el ahora presente el principio de nuestro futuro cada día. De ese futuro que deseamos vivir pero que de momento solo está en nuestra imaginación ,en nuestra mente ,como un deseo que carece aún de existencia propia pero que deseamos materializar en lo desconocido ,en las oportunidades que nos brinda la vida. Desde ese punto de vista si que podríamos olvidar nuestro futuro cuando renunciamos a él, porque los sueños como los antiguos recuerdos también se olvidan en nuestra memoria..

    Es cierto que todo pasa y lo nuestro es pasar……., probablemente el ser humano se encuentre perdido entre lo que fué y lo que será, una duda existencial constante solo interrumpida por la venidera muerte que para el creyente supone el encuentro con Dios y con la Eternidad, un lugar de salvación fuera del tiempo .La vida se convierte en un mero instante de la Eternidad.
    Sin embargo,para los escépticos esta no es más que una quimera ,una ilusión inalcanzable aunque sea una interrogante que les acompañará siempre en su vida.

    Puede olvidar el futuro Sr Galbis pero tarde o temprano le alcanzará.No lo olvide.
    Un cordial saludo

  5. El Tiempo, la Muerte y la Fotografía (“fotografía de un instante”)
    Me has dado en tres de los pensamientos que ocupan gran parte de mi tiempo mental. Tiempo que no tiene nada que ver con el del tiránico tiempo del reloj, que no llevo por seguir el ejemplo de Dios y porque los pierdo.
    Para sentir la eternidad hay que olvidar el futuro y desatarse del pasado. Entonces el presente ocupará toda la conciencia de nuestra existencia. En este sentido estoy con Allan Watts cuando dice que, en este estado de conciencia, se vive en el presente y no se espera adquirir la eternidad al morir porque ya estamos en ella: la muerte es un instante más en nuestra eternidad. Y es en esa dimensión en la que podemos sentir lo eterno: una muerte y resurrección de instantáneas. Para ello, hay que dejar al yo del reloj de lado y experimentar el verdadero tiempo que solo es presente en nuestro espíritu libre de ataduras temporales; aunque esto sea mas un sentimiento abstracto que una realidad física. ¿Dónde empieza una o termina la otra? De ahí mi pasión por las fotografías, infinitas (como concepto, no como objeto) al no tener ni pasado ni futuro.

  6. Bueno, si ustd lo dice, a mi el futuro no se me olvida el futuro es la luz al final del tunel es la nueva vida, el futuro lo es todo. Felicidades por su reflexión

  7. La confesión sobre tu estado de ánimo, entre abstracciones que no vives pero si sientes, me ha llevado directamente al cuadro de Salvador Dalí: La persistencia de la memoria, conocido también como Los relojes blandos.

    “Los relojes, como la memoria, se han reblandecido por el paso del tiempo. Son relojes perfectamente verosímiles que siguen marcando la hora (supuestamente en torno a la seis de la tarde).”

    Sus obras, como las tuyas, están cargadas de simbolismos.

    Eres consciente, en tu visión abstracta del tiempo, de que, a pesar de todo, la configuración del tiempo sí que afecta. Y mucho.

    Un estupor incomodo conspira contigo, disparando tu cognición, en auxilio de la desesperación.

    Somos tiempo en un espacio. En cada etapa, nos hostiga un miedo, un vacio, una realidad, un no saber… pero tú tienes la desenvoltura de escribir hasta lo que parece intangible e inverosímil.

  8. Interminabilis vita sine fine et perfecta posesio. Asís definía Boecio la eternidad: posesión de una vita interminable, perfecta y sin final.

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