Art. de opinión de Juan Olivares

Artículo de opinión sobre artículos de opinión

Hace unos días se publicaron en Novelda Digital, en la misma fecha, dos artículos de opinión. Uno del Señor Muñoz Pellín y otro del señor Penalva Aracil. Uno titulado “La lealtad” y el otro “La ilusión”.

El resumen de ambos artículos es que son maravillosas ambas.
Yo, que siempre voy acompañado de mi diablillo rojo y mi angelito blanco del hombro, estoy trabando profunda y sincera amistad con este último, mucho más divertido, perspicaz y sincero que el primero. De él viene la recomendación de escribir esta reflexión.

Verán ustedes señores, están hablando de sentimientos primarios. Naturalmente no tengo más remedio que estar de acuerdo con ambos, ya que la respuesta a la pregunta ¿Le parece a usted bien la ilusión? ¿O la lealtad? Es sí o sí.
Pero claro, guiado por mi diablillo, voy a matizar algo todo el Perogrullo.
Hablar de un sentimiento primario puede, no, ¡es!, muy bonito, pero sale gratis si vamos a decir lo obvio.

El amor es bello, la piedad es hermosa, la compasión tierna, la ternura sentida, y así hasta no acabar. Pero lo importante de todos esos sentimientos primarios es que deben estar siempre supeditados a la razón y casi nunca lo están, por lo que no es tan sencillo eso de cantar las loas.

Centrémonos en la lealtad y la ilusión, que al fin y al cabo es lo que a mi diablillo le llamó la atención.

La lealtad.Dice el diccionario:

“Firmeza en los afectos y en las ideas que lleva a no engañar ni traicionar a los demás”.

Veamos unos ejemplos de hombres leales.

Se me ocurren, por ejemplo, esos padres de familia que, para buscar el pan de sus hijos, estaban al servicio de Herodes el día 28 de Diciembre del año cero en que el rey les mando buscar y asesinar a todos los recién nacidos. Ellos, leales, no dudaron en tragarse su dolor, obedecer y no traicionar a quien le habían jurado fidelidad y para ello sacaron a bebés como los suyos de sus cunas y los asesinaron. O los ochocientos suicidas del rancho de Waco, que tampoco dudaron en quitarse la vida, y la de sus niños, siendo leales a, y atentos a esto, la ilusión de un mundo posterior.

La ilusión. Dice el diccionario:

“Esperanza puesta en una cosa positiva, como un sueño o proyecto”
Aunque también dice esto:
“Imagen mental engañosa provocada por la imaginación o por la interpretación errónea de lo que perciben los sentidos.”

¿Chungo verdad?

Ilusión desbordaban a raudales los jovencitos Nazis de las SS en los campos de exterminio cuando llegaban de las academias instruidos y educados desde niños. La ilusión de un imperio, un Reich, limpio de judíos.

Ya, se que estoy siendo puñetero, pero es que sin la razón, o más comúnmente llamada, el sentido común, los sentimientos primarios son utilizados demasiadas veces para el mal, unas veces a propósito y otras sin querer, pero hay algo que nos hace humanos y, desde luego, no son esos sentimientos primarios.

Esos dos sentimientos junto a la esperanza son los motores de históricas estafas, engaños y las herramientas de quienes los propician. Lógicamente, este artículo está escrito desde un punto de vista diferente, pero con ilusión por dar más verdad y la lealtad a mis principios.

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8 COMENTARIOS

  1. Senores vale la pena leer a los dos.
    Muchas gracias,por todo lo que habeis escrito y haberlo compartido
    Atila.

  2. Un artículo para la reflexión, para la pelea de uno consigo mismo. Tocas dos conceptos muy amplios y susceptibles de manifestaciones tanto hermosas y conciliadoras como excluyentes y negativas. Muchos conceptos tienen esta característica, según circunstancias y momentos. Comparto, en este caso, tu opinión, aunque aquí, creo, te hayas centrado quizá en su manifestación menos hermosa. Un abrazo, Juan. Siempre me aporta cosas interesantes leerte. Gracias.

  3. La lealtad es un valor y la ilusión un sentimiento.

    Los sentimientos nacen con nosotros, puros inocentes, sin adulterar y sin manipular.
    Los valores se aprenden y dependen de nuestra conciencia natural, las circunstancias que nos toca vivir y los maestros de la vida, tanto los que nos sirven de ejemplo, como los que nos sirven de no ejemplo.

    Orientas unos especímenes, sobre Herodes, El Rancho Waco y Los Nazis, que es una muestra clara de la sinrazón, pero nada tienen que ver con los sentimientos, (ilusión) ni mucho menos con los valores, (lealtad). La razón no es razón, si no va unida al corazón, y el amor no concibe el sufrimiento del ser humano.

    Razonar o la razón, consiste en aportar por nosotros mismos, argumentos y explicaciones que justifiquen nuestros actos. Si acogemos el razonamiento ajeno, como propio, sin evaluar las consecuencias, en este caso negativas, estaríamos apartándonos de nuestros sentimientos primarios, dejándonos corromper y alterando nuestra conciencia natural.

    Los sentimientos avivan los valores, la inteligencia instaura valores nuevos.

    Existen sentimientos y valores universales y otros que jamás podremos llamar sentimientos, porque son socialmente prefabricados como el patriotismo, el fanatismo, la exacerbación, e infinidad de desviaciones de la personalidad.

    Chungo, según el convenio que utilices. Es un tema que ofrece un amplio abanico de posibilidades, tantas como la totalidad del sentir que abarca al ser humano.

    Y no creo que seas puñetero. Al menos a mí, no me haces la puñeta por querer analizarlo todo, buscar respuestas, satisfacer tus inquietudes, acrecentar tu inteligencia y tener el arrojo de compartir tus desvelos. Al contrario, no dejo de admirarte aunque cometa la osadía de rebatirte.

  4. Juan: en ninguna líinea de artícúlo ha aparecido el diablio rojo. Por otra parte es un artículo muy normal, escrito por un hombre normal para unos lectores normales. Ya lo leí en tu blog. Ahora, tres veces, y no he encontrado ninguna «puñetería». Has alabado dos estados del «animo» y lo has hecho bien, sin insultar, con un gran respeto para todos, ponderando la ilusión y la lealtad y dando tu nombre y apellido. Este es el comentario «tipo», el comentario a los comentarios.
    Muchas gracias, Juan.

  5. Pues muchas gracias a todos los que os habeis detenido a leerme.
    Alicia, agrandas y redondeas lo que no es más que una reflexión.
    Señor Pellín, no me podía usted haber dicho nada más bonito, viniendo de usted, es más que un elogio. Estoy cansado de leer artículos anormales para gente anormal, me ratifica usted en mi intención. Mil gracias.
    Señor Pellín y senor Aracil, he olvidado resaltar algo en el artículo, y es decir que no resto nada a lo dicho por ustedes, quiero sumar. Y explícitamente, agradecerles permitirme inspirarme en sus textos.

  6. Yo me quedo, siguiendo a la RAE y porque con ellas no se desparraman los razonamientos, con las siguientes acepciones:
    Lealtad.- Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y del honor y hombría de bien.
    Ilusión.- Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

  7. Doy muchas gracias a Dios de ser anormal.
    Mare de Deu que espanto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! de ejemplos. Tal vez se puede pensar y se puede ser libre, y no cumplir leyes injustas, aunque te consideren no leal y te quedes en la calle.

  8. Es usted la que se declara anormal señora loba, y no seré yo el que vaya a discutir su juicio. Yo no pensaba en usted, sino en multitud de artículos para no pensar, y sí señora, no pensar me parece anormal del todo.
    Allá ustedes y su lealtad. Si su problema es que he trascendido de lo básico yo estoy orgulloso de ello.
    Señor Diego, usted , yo y el vecino de enfrente. ¿Quien no va a preferir esa acepción? Y perdoneme que le diga, si algo se ha de desparramar señor Castaño son los razonamientos.

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