Art. de opinión de Claudio Rizo Aldeguer

¿Y SI QUIERO TRABAJAR?

Este mes de septiembre con olor a lapicero y goma de borrar, a recuperación de hábitos y de vuelta a lo cotidiano, va a dar carpetazo con el subidón de la huelga del 29S. Los lanzadores de encuestas vaticinan una participación por debajo de la media de los que se hallan en el tajo, o sea, que al curreta medio parece que poca ilusión le hace paralizar un país en este tramo del viaje, precisamente ahora. Veremos si se cumple esa estimación, desde luego preocupante para los sindicatos. Aunque una cosa sea contestar al teléfono desde casa acerca de si usted va a trabajar el 29, o de si me va a servir el pedido, y otra bien distinta encontrarse a las puertas de la fábrica una batahola de piquetes para “informarnos” de la conveniencia de no ir a la oficina o de no arrancar el motor. “Oiga, hoy no es buen día para trabajar, ¿no le parece?”

El piquete es una herramienta formidable, ilustrativa, si su cometido consiste, tal como prevé la Ley, en informar al desinformado, reconducirle de su error, hacerle comprender que su actividad en esa jornada le puede perjudicar a corto o medio plazo. Ahí termina su misión. Sí. Ahí. Todo lo que exceda ese ámbito constituye una conducta merecedora de pena. Y severa. Pues no sólo se falsea el seguimiento de una huelga, se prostituye su esencia, sino que se viola, bajo el abrigo de una masa sin caras ni nombres, el derecho fundamental al trabajo de a quien se le coacciona o violenta. Ni siquiera es respetable el argumento de que tenemos que ir “todos a una, hacer piña”, por muy cierto que sea por aquello de la fuerza colectiva, pues decae ante el derecho personalísimo a elegir libremente trabajar. Debe ser impepinable. Innegociable. Insisto, no deja de ser una convocatoria, global, apoyada en plataformas mediáticas y publicitarias poderosas, pero convocatoria al fin y al cabo, un llamamiento libre, y lo que no se consiga por esos cauces meramente informativos, sino por los de la presión o la agresión, desautoriza a sus promotores; diría que los ridiculiza.

El Estado de Derecho hace ya tiempo que debió actuar en esta materia. Las huelgas “a la española” que se han despachado desde que la democracia las bendijo mediante la consagración de uno de los derechos laborales más insignes y elevados, el Derecho a la Huelga, no han sido complacientes con el espíritu del legislador, y eso es delicado. Ingrato y desagradecido. Cierto que los legisladores han mostrado una miopía gruesa al no establecer un derecho de huelga incardinado en un esqueleto jurídico que proteja al que no la secunda, como muchos otros aspectos que siguen cojos, pero eso no justifica el desalmado ejercicio, la más de la veces impune, que algunos huelguistas han hecho de ella. Aún tengo en la mente la imagen de camiones incendiados, o con las ruedas pinchadas, en la huelga de transportistas de hace pocos años (seguramente a algún piquete informativo se le deslizara el mechero al ofrecerle un cigarrillo mientras le explicaba las razones). O de las autovías cortadas, o de los vuelos y trenes boicoteados, previamente amparados por acuerdos de servicios mínimos, en varias otras huelgas anteriores y posteriores. No se puede reconocer un derecho libérrimo. Y hablo así porque todos, si empleamos una mínima honestidad hacia nuestros adentros, no nos queda otra que admitir el choque grave, el aldabonazo severo que supone contra un Estado de Derecho, el que parte de sus ciudadanos se comporten de este modo.

El hecho de que se sean “unos pocos”, no exime de cierta culpa ni legitima al resto de convocantes. La Libertad debe primar. En caso contrario, ni el más incomprensible de los recortes sociales hecho por un Gobierno quedará debilitado ni modificado. Si acaso, reforzado. Pues las conductas antidemocráticas jamás, al menos hoy, ganan territorios de libertad y justicia. Convencer no es imponer. Estemos todos a la altura.

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4 COMENTARIOS

  1. Señor Rizo y no habla usted de los empresarios que presionan a los trabajadores para que no vallan a la huelga ¿De que plataformas mediaticas habla que apoyan la huelga general?,para mi modesta opinion vive usted en el pais de las maravillas,( bueno para usted solo le falta que gobernara sus amigos peperos) critica usted un derecho constitucional y si encuetra o presencia algun acto delictivo, denucielo yo le apoyare. TODO LO DEMAS ES DEMAGOGIA VARATA, DE LA QUE ACOSTRUMBRA LA DERECHA RANCIA Y ESTANCADA EN LOS AÑOS 40 QUE TIENE ESTE PAIS

  2. Espero que así sea, que todo el mundo se limite a manifestar su disconformidad y que informen a aquellos que estén desinformados o como mucho, que respeten su decisión en el caso, de estar sobradamente convencidos de que no han de hacer la huelga. Pero claro, el 29 de Septiembre es futuro aún, y no sabemos los acontecimientos cómo se van a desarrollar, solo espero que todo se desenvuelva con normalidad sin ningún gran problema y que los que se puedan producir, sean poco importantes, tan solo como meros cambios de opinión. Nada que salga hacia la ilegalidad y la incomprensión.

  3. En ambos casos estamos hablando de lo mismo. El huelguista porque obliga desde su punto de vista y el empresario porque obliga en el mismo sentido. La diferencia, la notoriedad de un hecho para con el otro. Mientras el primero se ve a la legua que vulnera un derecho, el de trabajar. El segundo lo hace bajo manga y vulnera otro, el de hacer huelga, que no se ve o se ve poco. Pero tanto uno como otro son malas acciones e ilicitas y no deberían de producirse. Me reitero, aún así espero que no haya nada irregular y que la huelga se desarrolle con normalidad. El que quiera que la haga y el que no, que no la haga y sin presiones de ninguna índole.

  4. A D. Claudio Rizo: me ha gustado mucho su artículo pues no sólo le asiste la razón -que la tiene- sino el mismo Derecho natural: a la libertad y al trabajo.

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