Art. de opinión de Plácido Ferrándiz

DOMINGO DE RAMOS

Cuando Jerusalén estaba a punto de ser invadida, arrasada, y sus habitantes deportados a Babilonia (s. VI a.C.), el profeta Jeremías profetizó en nombre de Dios sobre la causa de su ruina: “Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, Fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jr. 2:13).

Después del exilio en Babilonia, Israel estuvo bajo dominación persa, luego griega, y Pompeyo conquistó Jerusalén para Roma en el 63 a.C. Israel esperaba el Mesías libertador que expulsaría a los romanos y establecería el reinado universal de Israel, pero Jesús de Nazaret dijo que todavía no era el tiempo (Hch 1:6-7), anunciaba en cambio que recién se inauguraba todavía el tiempo de la gracia (Lc 4:16-21), y que Israel debía volverse a su Dios y arrepentirse de sus pecados, porque Dios les estaba visitando para redimirlos de una manera más profunda. Pero una vez más, Israel no quiso escuchar a su Dios que les visitaba en persona: en la Persona de su Hijo. Cuando Jesús entró en Jerusalén en el día que llamamos ‘Domingo de Ramos’, dijo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! Pues bien, vuestra casa va a quedar abandonada” (Mt 23:37-38). “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que conduce a tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lc 19:41-44).

El profeta Daniel había profetizado el tiempo desde que el rey persa Artajerjes dio la orden de restaurar y edificar Jerusalén (Neh 2:1-9: el mes nissan del año 20 de Artajerjes) hasta la venida del Mesías: “Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas…” (Dn 9:25). La palabra ‘semanas’ es en hebreo ‘shabuas’: septenarios o semanas de años; Daniel habla pues de 7 + 62 semanas de años, es decir, 483 años, lo cual se cumplió precisamente cuando Jesús entró montado en un asno en Jerusalén y pronunció las palabras en Mateo y Lucas citadas antes, cumpliendo además otra profecía: “¡Alégrate mucho, oh hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna” (Zac 9:9).

Israel ‘no conoció el día de su visitación’, el día que le visitaba su Rey (=Mesías, Cristo), rechazó la gran oportunidad que Dios le ofrecía, y una vez más Israel (salvo una parte) no atendió a su Dios. ‘¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!’ Esa imagen usada por Jesús es la del fuego en la granja: la gallina reúne a sus pollos bajo las alas y, cuando el fuego ha arrasado todo a su paso, aparece una gallina muerta, abrasada y calcinada, pero con sus polluelos vivos. Jesús consintió en ir a la cruz, entre otros aspectos, para tomar sobre sí el juicio que pesaba sobre su nación y su ciudad amada, como profetizó sin querer el sumo sacerdote: ‘Os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación’ (Jn 11,50). Él fue ajusticiado por el delito de su pueblo: ‘rebelión’, para que se dieran cuenta a tiempo de que ‘Si con el árbol verde hacen estas cosas (Jesús, inocente), ¿qué se hará con el seco (Israel, culpable de rebelión)?’ (Lc 23:31). Pero Israel dejó pasar la oportunidad de arrepentirse, en el 66 fue la rebelión judía contra Roma, y efectivamente Jerusalén y el Templo fueron arrasados en el 70. El historiador judío Flavio Josefo da testimonio de tremendos sucesos que ya estaban profetizados en el libro del Deuteronomio: durante el asedio los judíos llegaron a comerse a sus propios hijos por el hambre (28:47-57). Más tarde Simón Bar Kojba (132-135) lo volvió a intentar, pero después de 3 años Israel volvió a ser brutalmente aplastado por Roma, y dispersado entre todas las naciones como había sido profetizado…
…Hasta el tiempo de su restauración, porque Dios también dijo por medio del profeta Isaías: “Asimismo, acontecerá en aquel día que Yhaveh volverá a poner su mano para recobrar el remanente que habrá quedado de su pueblo, desde Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar, Hamat y las costas del mar. El levantará bandera para las naciones, y juntará a los desterrados de Israel. Reunirá a los dispersos de Judá desde los cuatro extremos de la tierra” (Is 11:11-12). Esta profecía (y muchas otras que hablan de esto mismo) se ha estado cumpliendo especialmente los últimos dos siglos, los judíos han estado regresando a la tierra de Israel, y en 1948 fue creado el Estado de Israel por mandato de la Naciones Unidas. De acuerdo a la profecía bíblica, estos acontecimientos nos hablan de que está muy cerca el final de la presente era de nuestra Historia y la segunda venida de Jesucristo en poder para instaurar su Reino universal.

Querido/a paisano/a que estás leyendo esto, Jesús no vino sólo para ‘reunir bajo sus alas’ a los hijos de Israel: “Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo: —Vosotros no sabéis nada; ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación. Pero esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos” (Jn 11:10-52). Ahí estamos tú y yo.

Jesús nos sigue visitando de muchas maneras y nos ofrece ‘lo que nos conduce a la paz’. Él desea reunirnos y cobijarnos bajo su protección para librarnos del Día de la ira que viene muy pronto sobre el mundo rebelde. Él cargó sobre sí mismo todos nuestros pecados y atrajo sobre sí el castigo de la ira de Dios que pesa sobre toda desobediencia y rebelión, para que todos los que creen en él y le reciben sean librados de la ira venidera (1Tes 1:10). “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas” (Jn 3;16-20).

Esta es la cuestión decisiva de nuestra vida: ¿recibiremos a Jesús el día en que nos visita, hoy mismo? ¿nos volveremos a Dios, Fuente de Agua Viva? ¿o dejaremos pasar el día de su visitación, entretenidos en ‘cisternas que no retienen el agua’, para nuestra ruina?

Ojalá escuchemos hoy Su voz; no endurezcamos nuestro corazón. Y no nos engañemos pensando que con una mera religiosidad externa será suficiente. Fue la religión la que llevó a Cristo a la cruz. Dios quiere el corazón entero. La vida. Entera.

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1 COMENTARIO

  1. Permíteme añadir mis dudas a tu escrito.
    ¿Vendrá Dios a visitarme como dicen que vendrá sus voceros terrenales?¿Sabré verlo si espero una idealización preconcebida y adecuada al lugar donde he nacido, en las escuelas en las que he estudiado, o el templo en el que he crecido?
    Si Dios reside en mi corazón ¿ Me dará permiso para vivir esa vida que me ha proporcionado siguiendo los dictados de este y no las lineas de actuación de una de las iglesias que dicen representarlo, aunque con ello desmerezca a las otras que también dicen hacerlo?
    ¿Se puede encontrar a Dios en la vida eterna siendo ateo en el mundo terrenal si te has regido por la Cordura, la Bondad,la Misericordia, la Paz y la entrega mas absoluta al Amor y al prójimo?¿ O el no seguir las directrices de la iglesia que geográfica y aleatoriamente me han tocado vivir me destina a mirar desde el infierno a creyentes miserables, mezquinos y malvados?
    Gracias.

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