Novelderos por el Mundo.- Southampton, Inglaterra

MIRIAM CANTOS BELTRÁ (27) conoció al amor de su vida gracias a su mayor afición, el baloncesto. Con él vive actualmente en Southampton (Inglaterra) donde ha descubierto que la distancia solo es un número que desaparece cuando recibe la visita de su familia.

Pregunta.- ¿Dónde vives? Respuesta.- Vivo en Southampton, una ciudad con muchas oportunidades. No es Londres, ni muchísimo menos, no tiene monumentos a los que desear ir cada día, pero sigue siendo una ciudad segura, grande y bien pagada. Vivo con Matt, mi novio, en un piso en el centro, justo al lado de la universidad y cerca de todas las comodidades, para poder ir andando a cualquier sitio, ya que aquí el tráfico es insoportable. 

P.- ¿Por qué decides ir a vivir a ese país? R.- Por amor. Después de 3 años viviendo en Murcia, trabajando como fotógrafa para el equipo de baloncesto profesional UCAM Murcia en la ACB, llegó un jugador al equipo filial que supo borrar mis miedos e inseguridades, y me hizo entender que todos mis fracasos, mis idas y venidas, sueños sin cumplir, los cumplidos, los años de trabajo, los de sufrimiento, los caminos equivocados y finalmente mi triunfo en Murcia, fue todo cosa de que el destino me tenía guardada una última jugada. Sabía que Murcia me iba a dar la felicidad, lo que no sabía es que iba a ser rubio, con ojos azules, de casi dos metros y que hablaba en un idioma que yo nunca controlé. Cuando me quise dar cuenta me había enamorado de él. Acabó la temporada y le dieron una buena beca en la Universidad de Solent, en Southampton, lo que implicaba 3 años (de inicio). No lo dudé, Inglaterra era la próxima parada.

P.- ¿Qué haces en la actualidad? R.- Trabajo en una guardería. Las oportunidades aquí son infinitas. Empecé cubriendo los descansos, 20 horas a la semana, compaginándolo con otro trabajo de niñera. A los meses me hicieron fija en una clase, ampliaron mi contrato el doble de horas y me propusieron estudiar al mismo tiempo el nivel 3, que aquí está muy bien pagado, equivale en España al FP de grado superior dependiendo de la nota final. Ahora hago libros de la evolución de los niños semanalmente, reuniones con los padres… Hoy en día puedo decir que mi inglés ya es bueno.

P.- ¿Es difícil vivir ahí?  R.- Es difícil el comienzo. Yo tuve suerte, no me vine sola. Aunque me vine con una mano delante y otra detrás, con un inglés bastante malo y sin ninguna carrera de universidad a la que aferrarme. Fue difícil, acostumbrarte al idioma, a pensar diariamente para hablar (directamente hablaba la mitad que antes), a la comida, a estar lejos de casa, lejos de los abrazos de mamá, de salir con tus amigos, del miedo a que la vida allí avance sin ti… Pero luego miro a mi lado y lo veo a él y todo cobra sentido. Mi vida sigue llena de baloncesto, aunque no de la misma manera que en Murcia cuando era jugadora, entrenadora y fotógrafa. Aquí no es tan fácil eso de salir a cenar o de fiesta o, mejor dicho, no tan barato. Y aunque no tenemos tanto sol (tampoco estamos sin ver el sol más de 3 días), sabemos aprovechar los días libres, sin depender del tiempo que haga.

P.- ¿Qué sueles cocinar allí? R.- La cocina es uno de los mayores problemas aquí. Creo que estamos muy mal acostumbrados a la buena comida, de calidad y barata. No valoramos lo que tenemos. Yo soy bastante delicada con la comida, lo he sido siempre y evidentemente sigo siéndolo. Aquí es más difícil ser delicado. Imagino que todo es acostumbrarse, pero yo aún no lo he hecho (y dudo que lo haga algún día). Siempre que vuelvo de casa traigo la maleta llena de paquetes envasados al vacío con longanizas, morcillas, pinchitos, chocolate, polvorones, tomate frito, galletas, pipas, fuet… ¡Hasta AQUARIUS me traje la última vez!

P.- ¿Qué es lo que más y menos le gusta del lugar? R.- Quizás no es el lugar, sino lo que lo rodea. Creo que los sitios los hacen especiales las personas. Novelda tiene la cosa más especial para mí, que son mi familia y mis amigas, pero aquí he descubierto que la distancia es simplemente un número, que a veces es grande, pero desaparece durante una semana en Navidad y otra en fiestas de Novelda. Sin embargo, lo que más me gusta de Inglaterra es la cantidad de parques y sitios en los que hacer todo tipo de actividades. Habré tenido suerte, pero la familia de mi novio es muy familiar. Les gusta hacer cosas juntos y yo disfruto muchísimo de eso. Siento que soy parte de ellos y ellos son parte de mí. Vuelvo a tener abuelos y es una sensación tan bonita cada vez que los abrazo, que es como estar en casa.

P.- ¿Sigues la actualidad de Novelda? ¿Conoces NOVELDADIGITAL? R.- Los sigo en redes sociales y siempre veo qué va pasando.

P.- ¿Alguna anécdota? R.- Es extraño pero después de 26 años, vi nevar por primera vez. Un domingo de diciembre mi suegra me envió un mensaje a las 8 de la mañana. «¡Está nevando!», decía. Me levanté de un salto de la cama y al mirar por la ventana y verlo todo blanco fue como si volviera a tener 10 años. Me cambié de ropa y bajé a la calle corriendo. Nunca había llamado tantas veces a mi madre y a mi prima Patri. Después de unas horas y mil fotos, empezó a llover y poco a poco la nieve desapareció, pero fue un día inolvidable. Después tuvimos una semanita cubierta de blanco para finalizar el invierno, pero dicen que hacía muchos años que no nevaba tanto en el sur.

P.- ¿Cuál ha sido tu mejor día allí? R.- No sé si hay «mejor» día, pero la sensación que tuve en el 30 cumpleaños de mi hermano, los 4 juntos allí, en casa de mis suegros, la primera vez que mi hermano venía a Inglaterra… No sé, es difícil de explicar, es como si por un instante todo hubiese sido perfecto. Enseñarles mi mundo, mi familia, la que Matt y yo estamos creando, estaba completa por primera vez en Inglaterra. Nunca olvidaré ese cumpleaños.

P.- ¿Y el peor? R.- Vine con ese miedo aquí y con el paso de los meses creí haber aprendido a vivir con él, hasta el día del fin de mis vacaciones y mi vuelta a Inglaterra el verano pasado. Mi abuela llevaba ya muchos años malita, aguantó lo que nadie pensaba que iba a aguantar. Cada año yo pensaba que iban a ser las últimas navidades, el último cumpleaños, la última vez que la despertara de la siesta… Después de pasar la semana de fiestas con mis suegros y mi novio en Novelda, volvíamos a Londres un 27 de julio porque teníamos boda el 29.

Desde que vivía en Murcia, la ACB ocupaba mis fines de semana y no volvía a casa tanto como quería. Entonces empecé a darle como metas a corto plazo a mi abuela. Cada vez que me despedía de ella siempre le susurraba al oído un «vuelvo en X tiempo, aguanta» y siempre le daba un reto más. Nunca pensé en ello hasta que aquel día le dije adiós por primera vez. Yo no estaba lista, pero lo que había en esa cama hacía muchos años que no era mi abuela. Aquel día me fui llorando de su casa directa al aeropuerto. Dos días después, mientras yo estaba en la boda, murió. Después de más de un año sin ella, sigo pensando que esperó a que yo le dijera adiós (por primera y última vez) y ahora me doy cuenta de que decirle adiós fue porque estaba lista para dejarla ir, a pesar del dolor.

El día siguiente compramos flores y fuimos a un sitio precioso al lado del río Támesis, a la misma hora en la que la enterraban en Novelda. Hace unos meses hice exactamente lo mismo, ese ya es nuestro lugar. Mi suegra y mi novio me ayudaron a rendirle homenaje a mi abuela a 1.684km de distancia y, sin embargo, aquel día, la sentí más cerca que nunca.

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