El pasado 21 de julio, se celebró en Guadalajara el Sorteo de Oro dle Cruz Roja.
1º premio de 100 Kilos de oro………. 70766
2º premio de 45 kilos de oro………. 20949
3º premio de 20 kilos de oro………. 78664
El sorteo tiene como objetivo la participación de la sociedad en los proyectos solidarios que lleva a cabo Cruz Roja Española y de hacer realidad así el compromiso de la institución con los millones de personas vulnerables que atiende anualmente.
El Noveldense inicia las pruebas para formar equipo para la próxima temporada
El Club de Fútbol Noveldense comenzará la pretemporada este próximo jueves día 4 de agosto. Los jugadores de la anterior temporada 2010/11 y aquellos jugadores que quieran probar serán convocados a las 20.30 horas en el Polideportivo Municipal.
Allí ejercitarán bajo las órdenes del cuerpo técnico que esta temporada 2011/12 estará formado por: Primer Entrenador; Antonio Garví; Segundo entrenador; Raúl Fernández; y Preparador Físico, Pablo Mañez.
De momento el club ha cerrado un encuentro amistoso frente al UD Aspe para el 8 de septiembre, y a lo largo de esta semana se cerrarán los diferentes encuentros amistosos. También desde el club están preparando para esta temporada un partido de Presentación a la afición del equipo con la disputa de un trofeo con algún equipo de preferente o de primera regional de la zona.
El inicio de las categorías inferiores del club serán las siguientes fechas:
– Juveniles: 22 de Agosto.
– Cadetes, Infantiles, Alevines y Benjamines: 29 de Agosto.
Los horarios de los entrenamientos están pendientes de confirmación.
Allí ejercitarán bajo las órdenes del cuerpo técnico que esta temporada 2011/12 estará formado por: Primer Entrenador; Antonio Garví; Segundo entrenador; Raúl Fernández; y Preparador Físico, Pablo Mañez.
De momento el club ha cerrado un encuentro amistoso frente al UD Aspe para el 8 de septiembre, y a lo largo de esta semana se cerrarán los diferentes encuentros amistosos. También desde el club están preparando para esta temporada un partido de Presentación a la afición del equipo con la disputa de un trofeo con algún equipo de preferente o de primera regional de la zona.
El inicio de las categorías inferiores del club serán las siguientes fechas:
– Juveniles: 22 de Agosto.
– Cadetes, Infantiles, Alevines y Benjamines: 29 de Agosto.
Los horarios de los entrenamientos están pendientes de confirmación.
Cruz Roja Novelda pide ayuda para el «Cuerno de África»
Enviando la palabra AFRICA al 28077, se destinará 1,20 euros (IVA incluido) a Cruz Roja Española para el Cuerno de África.
(Esta noticia lleva archivo de audio)
Millones de personas en el cuerno de África sufren una grave crisis alimentaria que afecta sobre todo a los menores de 5 años. La situación humanitaria empeora cada día y hace falta la ayuda de todos. Colabora con Cruz Roja a traves del teléfono 902222292 o de la página web www.cruzroja.es. No mires para otro lado.
Cruz Roja Española refuerza su intervención en el Cuerno de África.
«Alimentos, agua y saneamiento, salud y refugio son las necesidades básicas de la población afectada por la grave crisis alimentaria que afecta a la región del Cuerno de África y a las que hay que responder de forma inmediata». Así lo recalca Mercedes Babé, Directora de Cooperación Internacional de Cruz Roja Española.
Por ello, Cruz Roja Española está reforzando su intervención humanitaria, en colaboración con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y, fundamentalmente, con la Cruz Roja de Etiopía, la Cruz Roja de Kenia y la Media Luna Roja de Somalia. Hasta la fecha, Cruz Roja Española ha destinado 100.000 euros de su fondo de emergencias para apoyar a la Cruz Roja de estos países y ha reconducido el trabajo de sus delegaciones en terreno para hacer frente a la crisis, manteniendo además la intervención a través de programas de seguridad alimentaria y de alerta temprana. «Tenemos que incrementar la ayuda humanitaria de emergencia como alimentos, agua o asistencia médica, pero no podemos olvidar que las intervenciones a corto plazo no son la solución al problema; la solución de esta crisis reside en un compromiso a largo plazo para capacitar y construir la capacidad de resistencia de las comunidades más vulnerables de estos países, no sólo de las personas que huyen de Somalia, sino también de las familias y comunidades ya empobrecidas de por sí que, en muchos casos, son quienes les están acogiendo en Kenia, Etiopía y otros países vecinos», destaca Mercedes Babé.
Con el fin de responder a las necesidades inmediatas a corto plazo, Cruz Roja Española ultima en estos momentos el envío de ayuda humanitaria básica por aire y mar, fundamentalmente raciones alimentarias suplementarias para niños y niñas, materiales básicos de salud o pastillas potabilizadoras de agua, además de realizar compras locales, básicamente productos alimentarios. El objetivo de estas acciones es asistir a unas 560.000 personas en Kenia, Etiopía y Somalia. Se da especial atención a los grupos de riesgo como mujeres cabeza de familia con niños, personas discapacitadas y ancianos.
«Aun así, las necesidades actuales y las necesidades previstas en las zonas afectadas superan con creces la respuesta humanitaria en curso; hace falta más ayuda y más ayuda ya, sin esperar más tiempo», insiste Mercedes Babé.
(Esta noticia lleva archivo de audio)
Millones de personas en el cuerno de África sufren una grave crisis alimentaria que afecta sobre todo a los menores de 5 años. La situación humanitaria empeora cada día y hace falta la ayuda de todos. Colabora con Cruz Roja a traves del teléfono 902222292 o de la página web www.cruzroja.es. No mires para otro lado.
Cruz Roja Española refuerza su intervención en el Cuerno de África.
«Alimentos, agua y saneamiento, salud y refugio son las necesidades básicas de la población afectada por la grave crisis alimentaria que afecta a la región del Cuerno de África y a las que hay que responder de forma inmediata». Así lo recalca Mercedes Babé, Directora de Cooperación Internacional de Cruz Roja Española.
Por ello, Cruz Roja Española está reforzando su intervención humanitaria, en colaboración con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y, fundamentalmente, con la Cruz Roja de Etiopía, la Cruz Roja de Kenia y la Media Luna Roja de Somalia. Hasta la fecha, Cruz Roja Española ha destinado 100.000 euros de su fondo de emergencias para apoyar a la Cruz Roja de estos países y ha reconducido el trabajo de sus delegaciones en terreno para hacer frente a la crisis, manteniendo además la intervención a través de programas de seguridad alimentaria y de alerta temprana. «Tenemos que incrementar la ayuda humanitaria de emergencia como alimentos, agua o asistencia médica, pero no podemos olvidar que las intervenciones a corto plazo no son la solución al problema; la solución de esta crisis reside en un compromiso a largo plazo para capacitar y construir la capacidad de resistencia de las comunidades más vulnerables de estos países, no sólo de las personas que huyen de Somalia, sino también de las familias y comunidades ya empobrecidas de por sí que, en muchos casos, son quienes les están acogiendo en Kenia, Etiopía y otros países vecinos», destaca Mercedes Babé.
Con el fin de responder a las necesidades inmediatas a corto plazo, Cruz Roja Española ultima en estos momentos el envío de ayuda humanitaria básica por aire y mar, fundamentalmente raciones alimentarias suplementarias para niños y niñas, materiales básicos de salud o pastillas potabilizadoras de agua, además de realizar compras locales, básicamente productos alimentarios. El objetivo de estas acciones es asistir a unas 560.000 personas en Kenia, Etiopía y Somalia. Se da especial atención a los grupos de riesgo como mujeres cabeza de familia con niños, personas discapacitadas y ancianos.
«Aun así, las necesidades actuales y las necesidades previstas en las zonas afectadas superan con creces la respuesta humanitaria en curso; hace falta más ayuda y más ayuda ya, sin esperar más tiempo», insiste Mercedes Babé.
Art. de opinión de Francisco Penalva Aracil
SENSACIONES SOBRE EL MEDITERRÁNEO
Si somos mediterráneos, de este mar nuestro que nos llena parte de la vida y estamos entrelazados a lo que toca, cubre, y muchas veces invade. Al que vemos llegar rompiendo sus olas contra las piedras de la costa, formando al hacerlo, un manto de espuma, que produce burbujas blancas, luminosas.
Lo que ahora escribo me lo inspiro el estar a la orilla de sus playas donde habitaron los monstruos y también las sirenas, despertándome allí al amanecer, mojándome los pies a cada ola que llega apacible y disfrutando de ese leve rumor que relaja, al empapar el agua la arena. E imagino, que en este mismo lugar en el que me encuentro, protegidos por nereidas, llegaron navegantes egipcios con sus barcas de papiro, fenicios que navegaban de noche guiándose por la osa menor, con sus navíos calafateados con asfalto del mar muerto, cartagineses, romanos…
Si de sus profundidades surgiese una voz que hablase contaría tantas historias fabulosas. Porque nuestros antepasados convivieron con Zeus, que extendió el soplo de los vientos, levantando olas del tamaño de montañas. Con Cíclopes hijos del cielo y la tierra. Esa voz hablaría de Ulises, símbolo del navegante que venciendo todas las dificultades consigue llegar a Itaca, su patria añorada.
Cuantas aventuras y viajes inacabados estarán enterrados en sus profundidades, si de pronto se vaciara el mar –solo unas horas- que espectáculo tan increíblemente bello podríamos contemplar, en lo que seria, el mas grande museo del mundo: Veríamos en su fondo marino, embarcaciones hundidas muchas de ellas durante siglos, y en su interior todo estaría intacto, quieto; Los cofres llenos de tesoros, vestidos, vajillas, ánforas, joyas y enseres de otras épocas…, Y grandes espejos conservados en su marco, donde se habrían visto sus caras y aun estarían reflejadas en ellos; el turco Jayr al-Din el famoso Barbarroja, Drug el diablo, el capitán Morgan. Además de sanguinarios piratas, grandes marinos, bellas doncellas, navegantes sin rumbo…, y niños, que habrían sido felices al ver la libertad; porque que es el mar sino libertad, extensa grandiosa. En ese mar si agua podríamos admirar con todo detalle sus grutas marinas, siempre oscuras, en las que entraría la luz por primera vez, seria como ver otras formas de vida, se pasaría del negro al blanco, de ser un lugar tétrico de tinieblas permanentes, a otro iluminado por un sol radiante que descubriera sus secretos. Veríamos también embarcaciones encalladas sobre un enorme peñasco, sujetas a la pared como las caracolas, en el fondo de una cima… Todo ello en un paisaje rodeado de vegetación marina; Anémonas de flores y hojas deslumbrantes, corales rojos, algas gigantes…. Y tiburones, que se quedarían quietos como petrificados, pudiendo rozar con tus dedos su piel rugosa, observando sus afilados y terribles dientes, o subir a lomos de ballenas gigantes.
SI, el mediterráneo nos rodea de todo este halo de misterio y leyenda que tan cerca y dentro sentimos, por lo que nosotros también nos podemos considerar como dioses, pues tenemos la fortuna de disfrutar de un clima formado por mañanas de luz intensa, la misma que alumbro todas estas leyendas, también de noches vividas en la orilla de este mar, iluminados solo, por el tenue resplandor de la luna reflejado en sus aguas.
Quiero terminar con un breve poema del canto XII de la odisea que dice así:
Cuando el buque dejo la corriente y dejo el río océano / a través de las ondas del mar anchuroso llegamos / a la isla de Eea la aurora la hija del día / tiene allí su morada y sus danzas y el sol su levante / Abordemos allí y encallamos la nave en la arena. / Y saltamos después a la playa y rendidos de sueño / esperamos surgiera de nuevo la aurora divina.
Si somos mediterráneos, de este mar nuestro que nos llena parte de la vida y estamos entrelazados a lo que toca, cubre, y muchas veces invade. Al que vemos llegar rompiendo sus olas contra las piedras de la costa, formando al hacerlo, un manto de espuma, que produce burbujas blancas, luminosas.
Lo que ahora escribo me lo inspiro el estar a la orilla de sus playas donde habitaron los monstruos y también las sirenas, despertándome allí al amanecer, mojándome los pies a cada ola que llega apacible y disfrutando de ese leve rumor que relaja, al empapar el agua la arena. E imagino, que en este mismo lugar en el que me encuentro, protegidos por nereidas, llegaron navegantes egipcios con sus barcas de papiro, fenicios que navegaban de noche guiándose por la osa menor, con sus navíos calafateados con asfalto del mar muerto, cartagineses, romanos…
Si de sus profundidades surgiese una voz que hablase contaría tantas historias fabulosas. Porque nuestros antepasados convivieron con Zeus, que extendió el soplo de los vientos, levantando olas del tamaño de montañas. Con Cíclopes hijos del cielo y la tierra. Esa voz hablaría de Ulises, símbolo del navegante que venciendo todas las dificultades consigue llegar a Itaca, su patria añorada.
Cuantas aventuras y viajes inacabados estarán enterrados en sus profundidades, si de pronto se vaciara el mar –solo unas horas- que espectáculo tan increíblemente bello podríamos contemplar, en lo que seria, el mas grande museo del mundo: Veríamos en su fondo marino, embarcaciones hundidas muchas de ellas durante siglos, y en su interior todo estaría intacto, quieto; Los cofres llenos de tesoros, vestidos, vajillas, ánforas, joyas y enseres de otras épocas…, Y grandes espejos conservados en su marco, donde se habrían visto sus caras y aun estarían reflejadas en ellos; el turco Jayr al-Din el famoso Barbarroja, Drug el diablo, el capitán Morgan. Además de sanguinarios piratas, grandes marinos, bellas doncellas, navegantes sin rumbo…, y niños, que habrían sido felices al ver la libertad; porque que es el mar sino libertad, extensa grandiosa. En ese mar si agua podríamos admirar con todo detalle sus grutas marinas, siempre oscuras, en las que entraría la luz por primera vez, seria como ver otras formas de vida, se pasaría del negro al blanco, de ser un lugar tétrico de tinieblas permanentes, a otro iluminado por un sol radiante que descubriera sus secretos. Veríamos también embarcaciones encalladas sobre un enorme peñasco, sujetas a la pared como las caracolas, en el fondo de una cima… Todo ello en un paisaje rodeado de vegetación marina; Anémonas de flores y hojas deslumbrantes, corales rojos, algas gigantes…. Y tiburones, que se quedarían quietos como petrificados, pudiendo rozar con tus dedos su piel rugosa, observando sus afilados y terribles dientes, o subir a lomos de ballenas gigantes.
SI, el mediterráneo nos rodea de todo este halo de misterio y leyenda que tan cerca y dentro sentimos, por lo que nosotros también nos podemos considerar como dioses, pues tenemos la fortuna de disfrutar de un clima formado por mañanas de luz intensa, la misma que alumbro todas estas leyendas, también de noches vividas en la orilla de este mar, iluminados solo, por el tenue resplandor de la luna reflejado en sus aguas.
Quiero terminar con un breve poema del canto XII de la odisea que dice así:
Cuando el buque dejo la corriente y dejo el río océano / a través de las ondas del mar anchuroso llegamos / a la isla de Eea la aurora la hija del día / tiene allí su morada y sus danzas y el sol su levante / Abordemos allí y encallamos la nave en la arena. / Y saltamos después a la playa y rendidos de sueño / esperamos surgiera de nuevo la aurora divina.
Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis
DIOS PROPIO (y II)
No creo a los que no creen. Creo que creen que no creen. Se meriendan la cena. Tienen una creencia negativa. Una creencia negativa no es una creencia. No es, simplemente. Porque no creyendo, ya están utilizando la máquina de creer. Mienten respecto a la instancia mas grave de su vida, que, según ellos, es lo único que tienen. Si no creyesen en Dios y fueran consecuentes, se suicidarían. Primero, no existirían. Y segundo, harían lo posible por dejar de existir. No pueden tener semejante falta de imaginación. Ni tanta resignación. Ni conformarse con tan poco. Ni ser tan fuertes. Quieren, por vanidad, creer que no creen.
No me explico que encuentren en esa soberbia la fuerza necesaria para hacer este camino, para ellos, con un fin absoluto y total, tan efímeramente estúpido, tan inmediato en su acabamiento. Y tan horriblemente desesperanzado. Serían absolutos huérfanos de la esperanza. Esperarían, solo, no esperar. Serían desesperados químicamente puros. Sin perjuicio de que quien no vea a Dios entre las cosas, es que no ve bien las cosas. Se porta como una mosca dentro de una diligencia. Y ver las cosas es estar vivo. Porque las cosas se viven. Se vive entre ellas y con su concurso. Mis cosas son mi universo personal, me acompañan y definen. Evitan que esté solo cuando estoy a solas. Hay cosas sin las que, casi, uno no podría vivir. Que se han incorporado a este hábito de respirar. Yo y mis cosas, diríamos a lo orteguiano.
Todas llevan la firma de Dios. Ha de ser muy hombre un hombre para no creer en Dios. O muy poco hombre, como la cantidad de hombre que aun pueda caber en un homínido. Tan hombres tan hombres o que lo sean tan mínimamente. Ha de ser Dios mismo. Solo Dios sería capaz, proporcionalmente, suponiendo a Dios capaz de hacer ensayos sin fundamento, de tener la fuerza suficiente para no creer en Sí Mismo. Sin perjuicio del absurdo ontológico del planteamiento. Dios, objeto de la fe, no precisa de ella. ¿En qué Dios iba a creer Dios? Si en alguien cree Dios, realmente, es en nosotros, los hombres. Nosotros somos el dios de Dios, lo que mas quiere, la cumbre de su obra. Tanto que se nos quiso hacer semejante en la figura de su Hijo. Cuando se metió en un niño, calzando en una infancia su primer uniforme, su primer estado humano. Cuando nos divinizó humanizándose, empezando por lo mas chico. Cuando el Absoluto se hizo relativo. Por amor. “El miedo ha creado a los dioses” , decían los antiguos. Al mío lo ha creado el Amor. Es un absurdo, pero un absurdo real. Inadmisible que alguien, sin ser Dios, sea capaz de no creer en Él. De poder vivir, que es morir poco apoco, con esa duda. Vivir es un ser cada día menos. La materia inerte es duradera, casi eterna. Vivir es como irse disipando, como una emigración física gradual, en el sentido que se da al término en la química, Sublimación y fracaso de la física. Nada, al menos, que se parezca, por dentro a mi. Al yo que hay en mi. Al hombre tan vulgar y corriente que yo soy. No hablo de un hombre parecido a un santo. Un simple hombre que no puede tener otra referencia antropológica. Y que lo soy, divinamente, con Dios, por Dios, alrededor de Dios, asistido por Dios, con Dios como única razón y esencia esencial de todo mi ser. Si salgo de mi, me pierdo. Ya no tengo referencias. Está el vacío. He de entenderlo y considerarlo a partir de este yo en que consisto, por Él. No se trata ya, como creo que ha dicho algún ingenioso, tal vez Voltaire, de que si Dios no existiese habría que inventarlo. Si Dios no existiese no habría que inventar cosa alguna. Sencillamente, estaría ya todo inventado. Estaría inventada la nada. La obviedad de toda invención. La inexistencia. El no ser. Hace falta que exista Dios para que todo cobre sentido. Incluso el propio Dios. Esa identidad indispensable que late en mi mente, como la sangre en mis pulsos. Esa química moral de mi razón. Ese motor de mi pensamiento. Esa satisfacción de mi hambre de hombre, de hombría. El pensamiento es también naturaleza. Dios me hace pensar. Pensando, soy un ser natural en acto, en su propio acto. Pienso con palabras. Él es la Palabra. La tengo acampada en mi. Por eso me siento, tanto, Dios. Por eso me siento tanto en Dios. Por eso lo vivo conmigo. Por eso vivo en ÉL. Por eso sonrío y espero. Y me pregunto, ¿cómo me querrá tanto y le gustará de este modo estar siempre conmigo, cuando no hago nada de particular sino abandonarme al curso de las cosas, estar en el universo, dejarme vivir, a su aire y el mío y esperar, sin miedo, a ver su Rostro algún día? ¿Por qué. Dios mío, te intereso tanto, siendo tan poca cosa? Me abrumas dándome tanto Dios, tanta sensación de ti, tanto barrunto de tu compañía, tanto perfume de tu Esencia. Yo creo que me ayudas a amarlo todo, a tener este interés por las palabras, por las maravillas que se puede intentar hacer con ellas, combinándolas, como quien lo hiciese con fragmentos de tu magnitud, de tu materia, de tu carne, que ya en el Génesis eras la Palabra, según el mejor y más postrero de los evangelistas, el buen Juan que ofició de tutor y casi segundo padre, de tu Madre.
Yo, ya sabes, soy un palabrador. Un hombre apalabrado. Me gusta escribir. Y creo que lo hago cuidando y respetando las palabras como si fueran porciúnculas tuyas. Hasta a veces tengo la sensación, cuando me parece que lo hago bien, cuando me suena lo que hago, en cierto modo, a un remedo de tu música, de que me llevas un tanto la mano. De que me oficias de negro, de escribidor anónimo y mercenario. Tú, precisamente Tú, gran Dios, produciendo en mi un pentecostés chiquitito y privado, increíblemente grato. La gente atribuye las que considera sus inspiraciones a las musas. Cree tenerlas. Yo tengo Dios. Tengo a Dios. Y si no lo tengo, lo creo, creyéndolo y creándolo. Necesito otro extremo para mi comunicación. Para mi comunicación con algo, con alguien, con Él. Y lo agradezco lo mismo. Porque, a veces, lo que sale, no parece mío. Porque es verdad, no es inmodestia consignarlo. Lo juzgo sinceramente, con la mas sincera de las modestias, superior a mis suficiencias. Y si en mi no hay mas que el yo que yo conozco, tan limitado, considero, casi, una herejía, firmarlo, como algo que excede mis posibilidades, cuyo escaso alcance conozco de sobras. Como si no fuera propiamente mío o solo mío. A veces, insisto. Cuando me parece que lo he hecho casi bastante bien. Cuando uno tiene la sensación de haber dado demasiado de sí. De un sí que ya no parece suyo. Uno se conoce. Debe conocerse. Es su primera asignatura. Así constaba en el frontispicio del templo de Delfos. “Conócete a ti mismo”. Uno se conoce mejor que nadie. Porque es su principal asunto. Y si Dios no está en algunas de sus cosas, muy concretas y especiales, esas cosas serían un plagio, aunque el autor ignorase de quien y no hubiera tenido la voluntad y el propósito. Anónimo, sin saber de quien, pero un plagio. Y esto no es vanidad. Todo lo contrario. Humildad sincera. Yo se muy bien que, solo, soy capaz de poco. Y a veces tengo la impresión de rozar cotas altas. ¿Cómo voy a tener la vanidad de atribuírmelas, por lo menos, íntegramente? Pienso que, a lo peor, estoy pecando de vanidad al considerar altas esas cotas. Pero soy yo quien las estima, no un instrumento indiferente.Yo me entiendo. La inspiración es sintáxis. “En el adjetivo está la literatura”, dijo el maestro Azorín, y eso que él no los amaba mucho. No era hombre adjetivo sino sustantivo. Y en mi sintaxis, a veces, hay alguien mas que yo. Excuso decir en mis adjetivos. “Las palabras son costumbres” decía el Rey Sabio, Alfonso X. El que fue rey de Novelda desde el tratado de Almizrra, quedándose mi otro pueblo, Biar, de la parte de Jaime…Mi costumbre es Dios. Se citan su bondad, su omnipotencia, su misericordia, su sabiduría, su Amor inmenso…Pero pocas, su generosidad. La expresión gratificadora de ese Amor. La generosidad, esa maravillosa respuesta sin pregunta previa. La que dispone a dar sin recibir y hasta sin ser pedido.
Si solo fuésemos química y electricidad, no habría ideas. La idea es una realidad mental sin origen energético ni dinámico. Todavía el sentimiento (de sentir, a veces, con los sentidos) pudiera revestir la naturaleza de un instinto trabajado y culto. Y aun así, no veo manera de darle materia y sustancia al instinto. El pensamiento no tiene base empírica ninguna y la idea, esa inmensa realidad que puede cambiar la historia, no existe desde el mundo experimental. La idea es un imposible que mueve el mundo. Una porción de nada que lo llena todo. Sin el injerto de Dios, no puedo ver la idea como producto de la evolución. La vida fue una idea de Dios. Si esto no fuera así, aun lo sería menos que Dios fuera una ideación de la materia viviente. Un mineral, poniéndose, de manera espontánea a pensar, es inadmisible. En el paso de lo inorgánico a lo orgánico, es indispensable que esté Dios. Nada es lo que parece. Si lo fuera, no parecería; sería. Si el sol dudase un momento, se apagaría. Tan obvio como las tesis del refranero. “Vale mas descubrir una relación causal, que recibir la corona de Persia”, decía Demócrito. “Menos es mas”, afirmaba el maestro Azorín. Él que era tan poquita cosa y tan grandiosa. Menos es mas y nada es todo. Yo no soy apenas nada y, con Dios, el universo entero.
No creo a los que no creen. Creo que creen que no creen. Se meriendan la cena. Tienen una creencia negativa. Una creencia negativa no es una creencia. No es, simplemente. Porque no creyendo, ya están utilizando la máquina de creer. Mienten respecto a la instancia mas grave de su vida, que, según ellos, es lo único que tienen. Si no creyesen en Dios y fueran consecuentes, se suicidarían. Primero, no existirían. Y segundo, harían lo posible por dejar de existir. No pueden tener semejante falta de imaginación. Ni tanta resignación. Ni conformarse con tan poco. Ni ser tan fuertes. Quieren, por vanidad, creer que no creen.
No me explico que encuentren en esa soberbia la fuerza necesaria para hacer este camino, para ellos, con un fin absoluto y total, tan efímeramente estúpido, tan inmediato en su acabamiento. Y tan horriblemente desesperanzado. Serían absolutos huérfanos de la esperanza. Esperarían, solo, no esperar. Serían desesperados químicamente puros. Sin perjuicio de que quien no vea a Dios entre las cosas, es que no ve bien las cosas. Se porta como una mosca dentro de una diligencia. Y ver las cosas es estar vivo. Porque las cosas se viven. Se vive entre ellas y con su concurso. Mis cosas son mi universo personal, me acompañan y definen. Evitan que esté solo cuando estoy a solas. Hay cosas sin las que, casi, uno no podría vivir. Que se han incorporado a este hábito de respirar. Yo y mis cosas, diríamos a lo orteguiano.
Todas llevan la firma de Dios. Ha de ser muy hombre un hombre para no creer en Dios. O muy poco hombre, como la cantidad de hombre que aun pueda caber en un homínido. Tan hombres tan hombres o que lo sean tan mínimamente. Ha de ser Dios mismo. Solo Dios sería capaz, proporcionalmente, suponiendo a Dios capaz de hacer ensayos sin fundamento, de tener la fuerza suficiente para no creer en Sí Mismo. Sin perjuicio del absurdo ontológico del planteamiento. Dios, objeto de la fe, no precisa de ella. ¿En qué Dios iba a creer Dios? Si en alguien cree Dios, realmente, es en nosotros, los hombres. Nosotros somos el dios de Dios, lo que mas quiere, la cumbre de su obra. Tanto que se nos quiso hacer semejante en la figura de su Hijo. Cuando se metió en un niño, calzando en una infancia su primer uniforme, su primer estado humano. Cuando nos divinizó humanizándose, empezando por lo mas chico. Cuando el Absoluto se hizo relativo. Por amor. “El miedo ha creado a los dioses” , decían los antiguos. Al mío lo ha creado el Amor. Es un absurdo, pero un absurdo real. Inadmisible que alguien, sin ser Dios, sea capaz de no creer en Él. De poder vivir, que es morir poco apoco, con esa duda. Vivir es un ser cada día menos. La materia inerte es duradera, casi eterna. Vivir es como irse disipando, como una emigración física gradual, en el sentido que se da al término en la química, Sublimación y fracaso de la física. Nada, al menos, que se parezca, por dentro a mi. Al yo que hay en mi. Al hombre tan vulgar y corriente que yo soy. No hablo de un hombre parecido a un santo. Un simple hombre que no puede tener otra referencia antropológica. Y que lo soy, divinamente, con Dios, por Dios, alrededor de Dios, asistido por Dios, con Dios como única razón y esencia esencial de todo mi ser. Si salgo de mi, me pierdo. Ya no tengo referencias. Está el vacío. He de entenderlo y considerarlo a partir de este yo en que consisto, por Él. No se trata ya, como creo que ha dicho algún ingenioso, tal vez Voltaire, de que si Dios no existiese habría que inventarlo. Si Dios no existiese no habría que inventar cosa alguna. Sencillamente, estaría ya todo inventado. Estaría inventada la nada. La obviedad de toda invención. La inexistencia. El no ser. Hace falta que exista Dios para que todo cobre sentido. Incluso el propio Dios. Esa identidad indispensable que late en mi mente, como la sangre en mis pulsos. Esa química moral de mi razón. Ese motor de mi pensamiento. Esa satisfacción de mi hambre de hombre, de hombría. El pensamiento es también naturaleza. Dios me hace pensar. Pensando, soy un ser natural en acto, en su propio acto. Pienso con palabras. Él es la Palabra. La tengo acampada en mi. Por eso me siento, tanto, Dios. Por eso me siento tanto en Dios. Por eso lo vivo conmigo. Por eso vivo en ÉL. Por eso sonrío y espero. Y me pregunto, ¿cómo me querrá tanto y le gustará de este modo estar siempre conmigo, cuando no hago nada de particular sino abandonarme al curso de las cosas, estar en el universo, dejarme vivir, a su aire y el mío y esperar, sin miedo, a ver su Rostro algún día? ¿Por qué. Dios mío, te intereso tanto, siendo tan poca cosa? Me abrumas dándome tanto Dios, tanta sensación de ti, tanto barrunto de tu compañía, tanto perfume de tu Esencia. Yo creo que me ayudas a amarlo todo, a tener este interés por las palabras, por las maravillas que se puede intentar hacer con ellas, combinándolas, como quien lo hiciese con fragmentos de tu magnitud, de tu materia, de tu carne, que ya en el Génesis eras la Palabra, según el mejor y más postrero de los evangelistas, el buen Juan que ofició de tutor y casi segundo padre, de tu Madre.
Yo, ya sabes, soy un palabrador. Un hombre apalabrado. Me gusta escribir. Y creo que lo hago cuidando y respetando las palabras como si fueran porciúnculas tuyas. Hasta a veces tengo la sensación, cuando me parece que lo hago bien, cuando me suena lo que hago, en cierto modo, a un remedo de tu música, de que me llevas un tanto la mano. De que me oficias de negro, de escribidor anónimo y mercenario. Tú, precisamente Tú, gran Dios, produciendo en mi un pentecostés chiquitito y privado, increíblemente grato. La gente atribuye las que considera sus inspiraciones a las musas. Cree tenerlas. Yo tengo Dios. Tengo a Dios. Y si no lo tengo, lo creo, creyéndolo y creándolo. Necesito otro extremo para mi comunicación. Para mi comunicación con algo, con alguien, con Él. Y lo agradezco lo mismo. Porque, a veces, lo que sale, no parece mío. Porque es verdad, no es inmodestia consignarlo. Lo juzgo sinceramente, con la mas sincera de las modestias, superior a mis suficiencias. Y si en mi no hay mas que el yo que yo conozco, tan limitado, considero, casi, una herejía, firmarlo, como algo que excede mis posibilidades, cuyo escaso alcance conozco de sobras. Como si no fuera propiamente mío o solo mío. A veces, insisto. Cuando me parece que lo he hecho casi bastante bien. Cuando uno tiene la sensación de haber dado demasiado de sí. De un sí que ya no parece suyo. Uno se conoce. Debe conocerse. Es su primera asignatura. Así constaba en el frontispicio del templo de Delfos. “Conócete a ti mismo”. Uno se conoce mejor que nadie. Porque es su principal asunto. Y si Dios no está en algunas de sus cosas, muy concretas y especiales, esas cosas serían un plagio, aunque el autor ignorase de quien y no hubiera tenido la voluntad y el propósito. Anónimo, sin saber de quien, pero un plagio. Y esto no es vanidad. Todo lo contrario. Humildad sincera. Yo se muy bien que, solo, soy capaz de poco. Y a veces tengo la impresión de rozar cotas altas. ¿Cómo voy a tener la vanidad de atribuírmelas, por lo menos, íntegramente? Pienso que, a lo peor, estoy pecando de vanidad al considerar altas esas cotas. Pero soy yo quien las estima, no un instrumento indiferente.Yo me entiendo. La inspiración es sintáxis. “En el adjetivo está la literatura”, dijo el maestro Azorín, y eso que él no los amaba mucho. No era hombre adjetivo sino sustantivo. Y en mi sintaxis, a veces, hay alguien mas que yo. Excuso decir en mis adjetivos. “Las palabras son costumbres” decía el Rey Sabio, Alfonso X. El que fue rey de Novelda desde el tratado de Almizrra, quedándose mi otro pueblo, Biar, de la parte de Jaime…Mi costumbre es Dios. Se citan su bondad, su omnipotencia, su misericordia, su sabiduría, su Amor inmenso…Pero pocas, su generosidad. La expresión gratificadora de ese Amor. La generosidad, esa maravillosa respuesta sin pregunta previa. La que dispone a dar sin recibir y hasta sin ser pedido.
Si solo fuésemos química y electricidad, no habría ideas. La idea es una realidad mental sin origen energético ni dinámico. Todavía el sentimiento (de sentir, a veces, con los sentidos) pudiera revestir la naturaleza de un instinto trabajado y culto. Y aun así, no veo manera de darle materia y sustancia al instinto. El pensamiento no tiene base empírica ninguna y la idea, esa inmensa realidad que puede cambiar la historia, no existe desde el mundo experimental. La idea es un imposible que mueve el mundo. Una porción de nada que lo llena todo. Sin el injerto de Dios, no puedo ver la idea como producto de la evolución. La vida fue una idea de Dios. Si esto no fuera así, aun lo sería menos que Dios fuera una ideación de la materia viviente. Un mineral, poniéndose, de manera espontánea a pensar, es inadmisible. En el paso de lo inorgánico a lo orgánico, es indispensable que esté Dios. Nada es lo que parece. Si lo fuera, no parecería; sería. Si el sol dudase un momento, se apagaría. Tan obvio como las tesis del refranero. “Vale mas descubrir una relación causal, que recibir la corona de Persia”, decía Demócrito. “Menos es mas”, afirmaba el maestro Azorín. Él que era tan poquita cosa y tan grandiosa. Menos es mas y nada es todo. Yo no soy apenas nada y, con Dios, el universo entero.
Cienfuegos celebra hoy su aniversario
19 años tiene ya esta asociación de moteros que, como cada año, celebrará su aniversario por todo lo alto. Barbacoa, concierto y streptease para los moteros de toda España que se acerquen hoy por Novelda.
Moteros de toda España asistirán hoy al XIX aniversario del Club House Cienfuegos. Tendrá lugar a partir de las 11 h. en su sede social.
Todo un espectáculos para los amantes de las dos ruedas, pues seguro se podrán ver piezas únicas conducidas por auténticos moteros.
Moteros de toda España asistirán hoy al XIX aniversario del Club House Cienfuegos. Tendrá lugar a partir de las 11 h. en su sede social.
Todo un espectáculos para los amantes de las dos ruedas, pues seguro se podrán ver piezas únicas conducidas por auténticos moteros.
El Grupo Municipal de UPyD pide “firmeza” en la defensa del Corredor Mediterráneo para la recuperación de Novelda
Mediante una moción instan al gobierno y a los partidos con representación en el Congreso a defender ante la Unión Europea el itinerario por el litoral de la futura red transeuropea.
UPyD ha registrado esta moción en el ayuntamiento noveldense para presionar desde todas las administraciones, incluso la local, por la importancia estratégica de esta infraestructura. Según el portavoz del partido en Novelda, Armando Esteve, “la cercanía a la red transeuropea es fundamental para el desarrollo económico de la ciudad”. En este sentido, Esteve asegura que los principales sectores productivos noveldenses, mármol, agroalimentario y de transformación, necesitan esta infraestructura para que sus productos resulten competitivos.
Armando Esteve se ha mostrado muy preocupado por la poca firmeza con que se está defendiendo el itinerario por el litoral y exige una mayor implicación de todas las administraciones, afirmando que “nos jugamos una buena parte de nuestro futuro económico; es imprescindible conseguir el itinerario por el litoral que puede ser una buena herramienta para salir de la crisis y crear empleo”.
UPyD ha registrado esta moción en el ayuntamiento noveldense para presionar desde todas las administraciones, incluso la local, por la importancia estratégica de esta infraestructura. Según el portavoz del partido en Novelda, Armando Esteve, “la cercanía a la red transeuropea es fundamental para el desarrollo económico de la ciudad”. En este sentido, Esteve asegura que los principales sectores productivos noveldenses, mármol, agroalimentario y de transformación, necesitan esta infraestructura para que sus productos resulten competitivos.
Armando Esteve se ha mostrado muy preocupado por la poca firmeza con que se está defendiendo el itinerario por el litoral y exige una mayor implicación de todas las administraciones, afirmando que “nos jugamos una buena parte de nuestro futuro económico; es imprescindible conseguir el itinerario por el litoral que puede ser una buena herramienta para salir de la crisis y crear empleo”.
Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis
DIOS PROPIO
Me refiero a mi Dios, al Dios mío, particular, si esto no es una aberración. Yo solo puedo hablar de mí, del Dios mío, desde mi yo. Como en virtud de una teología amateur, (nunca mejor dicho) singular, individualizada, doblemente individualizada, por mi y por ÉL. Teología de aficionado, si es que el interés por Dios y su amor, puede ser eso que en español decimos, tener afición. Para nuestra gente del dorado siglo, “afición” era amor. Teología confidencial, doméstica, literaria, habitual y, en cierto modo, apeada.
Como rebajada o atenuada. Nada técnica. La técnica es algo para hacer algo. Y el amor, solo lo hace Dios. Sin ninguna ”bachillería” que diría el clásico, por mi parte, es decir, a pelo. Dios como una definitiva costumbre, como un modo y razón de vivir, del orden del respirar. Así de natural. El Dios de un cristiano que escribe, de un filósofo aficionado que razona amando, que piensa amor. “La razón es un pasión tranquila” según Hume. Desde una suerte de religión (eso que alguien ha llamado, Spinoza, nada menos, “metafísica del vulgo”,) lírica, ética y estética, cristianismo que ora amor, que quiere hacer del amor una plegaria profundamente hermosa. Porque la belleza es un presupuesto de Dios. “La belleza es energía estética” según Rodríguez Jiménez. Dinamismo plástico. . Dinamiza el sentimiento. Moviliza el alma. La paz, por ejemplo, es una suerte de dinamismo estático. Equilibrado. Prácticamente, la mas bella actividad del alma. Algo parecido al silencio en la música.
Dios es el escenario múltiple de lo bello. La hermosura es una religión. La religión de las religiones, yendo al ponderativo hebraico. La iglesia católica, debe parte de su éxito social bimilenario, a la impronta artística de que se rodeó desde sus inicios. En la Edad Media y el Renacimiento, todo el arte trabaja para Dios. La fe se alía con la hermosura. Se sirve de ella. La fe en Dios de los católicos llega a convertirse, también, en una cuestión de buen gusto. De clase plástica. De selección intelectual, lírica, artística. Una religión que religa a Dios por amor a lo perfecto, lo bueno, el primor de lo moral, la libertad, la esperanza y la paz. El mundo de las cosas hermosas. “La religión es poesía práctica” ha dicho alguien. Aunque la hermosura, según Ovidio, sea “un bien muy frágil”. Hasta su fragilidad es bella. Una densa hermosura pesaría, tal vez, en el ánimo. Hermosa la fragilidad hasta por elegancia mental.
Dios es una verdad universal. La verdad universal por excelencia. La mas universal de las verdades. Yo la he particularizado. La he hecho mía y privada. Mediante la sensación de evidencia. Puede haber una evidencia superior que me obligue a cambiarla. No la conozco. No me niego a ella. Es que no se me presenta como posible. ¿Cómo garantizar mi verdad, la verdad de mi Dios, algo que se me hace sagrado mas allá de lo profano o religioso? Además de que hablar de garantías tratando de Dios me parece una blasfemia. Dios no es una cuestión de crédito. ¿Garantías para la máxima y mas solvente fehaciencia? Dios tampoco es un tema. Una cuestión a debatir o que plantearse. Es un asunto presente en la finitud humana, dándole sentido. Una realidad. La realidad de las realidades. El tema por excelencia. Tillich dijo que “es tan ateo afirmar la existencia de Dios como negarla”. Tan de ateo, diría, porque ateo es un adjetivo personal. Yo no me niego ni me afirmo. Yo soy. Me constato. Me siento y percibo. Tengo absoluta constancia de mi. Dios es. Se es Dios y en Dios. Dios es para el hombre como una manera de verse desde dentro. Yo me siento la parte de fuera de Dios. Dios mi almendra y yo su corteza. Pero el, a su vez, mi entorno y contorno. Algo que me envuelve. O sea, que me tiene en medio. Dentro y alrededor. Yo, pobre de mi, esta miserilla humana, su centro. De ninguna manera puedo verme como el desguace de una carrocería divina. Las cosas son una costumbre de Dios. Y yo soy mucho mas que una cosa. Y que una costumbre.
La vida es Dios. Dios existe porque la muerte es absurda. Dios es porque existe la vida, un poco menos absurda que la muerte, porque ya me dirán (y este es el grandísimo misterio de Dios haciéndose y hasta haciéndose como nosotros), qué sentido humano, mínimamente trascendente, puede tener este proyecto tan a corto plazo, como dicen los economistas. Esta provisionalidad con el fin tan cerca del principio. Sin perjuicio de esta consideración interpolada, existen las vidas de la vida. Mi vida es Dios. Dios es la vida. Y Dios está en la vida de la muerte, en la segunda y definitiva vida. En la llamada eterna. Para que todo tenga sentido. Porque la vida es breve y la muerte larga. Sin Dios, para empezar, la vida no tendría autor. Además de corta, un suspiro, prácticamente, a nada podría referirse, a cosa ninguna resultaría atribuible. Sería por sí. Y eso es no ser. Nada es por sí. Todo es por algo. No es admisible vida sin fundamento. Sin razón legitimadora. Sin razón de ser y de ser vivida. Sin verdad, como vida. No ya por generación espontánea sino por degeneración ontológica conceptual. La vida, que es toda acción, no habría sido hecha por nada ni por nadie. Pero estaría ahí, actuando, sin razonabilidad. Como una vivencia en acto, una vivencia viva y no hay paradoja, una existencia existiendo, actuando, haciendo acción y siendo actuada. Sin un por qué ni un por quien, no superando el carácter de una acción y un acto, para nada. Sin producto. Un actuar sin mas fundamento que su mecanismo. Las cosas no son y ocurren porque sí. Hasta la Termodinámica lo dice. No puede obtenerse nada a cambio de nada. Según yo pienso, puede obtenerse Dios. Solo Dios. Nada, absolutamente nada, se da porque sí. La encantadora hermosura, tranquila y pura como cae cada copo de nieve, suavemente, en su sitio, obedeciendo a una disciplina universal, es tan importante como la fuerza de la gravedad. Ese copo como pelusa de ángel, es un prodigio integral. Es una inercia de la hermosura. Un episodio de Dios.
Yo me amo. Y no quiero morir, Yo quiero vivir por algo, además de para algo. Y vivir después de morir. Se muere mi vida, no yo. Vivir por algo, por alguien, para un fin grande y una verdad metafísica, por una causa ajena y exterior a mi, que es, por otra parte, la que mas tengo interiorizada. Sin Dios, la vida, la mía, sería invivible. La mía, por lo menos, no sería vida. Tal como entendemos o yo, siquiera, entiendo la vida. Yo quiero vivir mi vida. Como una grandísima ocasión trascendente. Lo que mas amo, mi gente y yo mismo, en la cumbre de todas las cosas, yo, en absoluta primera persona, apenas una ilusión física. Llena de urgencias, preocupaciones, quiebras de salud, desilusiones y sufrimientos, sin la alegría compensadora, traducible en esperanza, de que en Dios, con Dios, por Dios, voy a ser siempre, y estoy siéndolo, conmigo y con Él, yo, sería una angustia puesta de pie. Yo soy una parte de Dios. Por eso me amo y lo amo tanto.
Me refiero a mi Dios, al Dios mío, particular, si esto no es una aberración. Yo solo puedo hablar de mí, del Dios mío, desde mi yo. Como en virtud de una teología amateur, (nunca mejor dicho) singular, individualizada, doblemente individualizada, por mi y por ÉL. Teología de aficionado, si es que el interés por Dios y su amor, puede ser eso que en español decimos, tener afición. Para nuestra gente del dorado siglo, “afición” era amor. Teología confidencial, doméstica, literaria, habitual y, en cierto modo, apeada.
Como rebajada o atenuada. Nada técnica. La técnica es algo para hacer algo. Y el amor, solo lo hace Dios. Sin ninguna ”bachillería” que diría el clásico, por mi parte, es decir, a pelo. Dios como una definitiva costumbre, como un modo y razón de vivir, del orden del respirar. Así de natural. El Dios de un cristiano que escribe, de un filósofo aficionado que razona amando, que piensa amor. “La razón es un pasión tranquila” según Hume. Desde una suerte de religión (eso que alguien ha llamado, Spinoza, nada menos, “metafísica del vulgo”,) lírica, ética y estética, cristianismo que ora amor, que quiere hacer del amor una plegaria profundamente hermosa. Porque la belleza es un presupuesto de Dios. “La belleza es energía estética” según Rodríguez Jiménez. Dinamismo plástico. . Dinamiza el sentimiento. Moviliza el alma. La paz, por ejemplo, es una suerte de dinamismo estático. Equilibrado. Prácticamente, la mas bella actividad del alma. Algo parecido al silencio en la música.
Dios es el escenario múltiple de lo bello. La hermosura es una religión. La religión de las religiones, yendo al ponderativo hebraico. La iglesia católica, debe parte de su éxito social bimilenario, a la impronta artística de que se rodeó desde sus inicios. En la Edad Media y el Renacimiento, todo el arte trabaja para Dios. La fe se alía con la hermosura. Se sirve de ella. La fe en Dios de los católicos llega a convertirse, también, en una cuestión de buen gusto. De clase plástica. De selección intelectual, lírica, artística. Una religión que religa a Dios por amor a lo perfecto, lo bueno, el primor de lo moral, la libertad, la esperanza y la paz. El mundo de las cosas hermosas. “La religión es poesía práctica” ha dicho alguien. Aunque la hermosura, según Ovidio, sea “un bien muy frágil”. Hasta su fragilidad es bella. Una densa hermosura pesaría, tal vez, en el ánimo. Hermosa la fragilidad hasta por elegancia mental.
Dios es una verdad universal. La verdad universal por excelencia. La mas universal de las verdades. Yo la he particularizado. La he hecho mía y privada. Mediante la sensación de evidencia. Puede haber una evidencia superior que me obligue a cambiarla. No la conozco. No me niego a ella. Es que no se me presenta como posible. ¿Cómo garantizar mi verdad, la verdad de mi Dios, algo que se me hace sagrado mas allá de lo profano o religioso? Además de que hablar de garantías tratando de Dios me parece una blasfemia. Dios no es una cuestión de crédito. ¿Garantías para la máxima y mas solvente fehaciencia? Dios tampoco es un tema. Una cuestión a debatir o que plantearse. Es un asunto presente en la finitud humana, dándole sentido. Una realidad. La realidad de las realidades. El tema por excelencia. Tillich dijo que “es tan ateo afirmar la existencia de Dios como negarla”. Tan de ateo, diría, porque ateo es un adjetivo personal. Yo no me niego ni me afirmo. Yo soy. Me constato. Me siento y percibo. Tengo absoluta constancia de mi. Dios es. Se es Dios y en Dios. Dios es para el hombre como una manera de verse desde dentro. Yo me siento la parte de fuera de Dios. Dios mi almendra y yo su corteza. Pero el, a su vez, mi entorno y contorno. Algo que me envuelve. O sea, que me tiene en medio. Dentro y alrededor. Yo, pobre de mi, esta miserilla humana, su centro. De ninguna manera puedo verme como el desguace de una carrocería divina. Las cosas son una costumbre de Dios. Y yo soy mucho mas que una cosa. Y que una costumbre.
La vida es Dios. Dios existe porque la muerte es absurda. Dios es porque existe la vida, un poco menos absurda que la muerte, porque ya me dirán (y este es el grandísimo misterio de Dios haciéndose y hasta haciéndose como nosotros), qué sentido humano, mínimamente trascendente, puede tener este proyecto tan a corto plazo, como dicen los economistas. Esta provisionalidad con el fin tan cerca del principio. Sin perjuicio de esta consideración interpolada, existen las vidas de la vida. Mi vida es Dios. Dios es la vida. Y Dios está en la vida de la muerte, en la segunda y definitiva vida. En la llamada eterna. Para que todo tenga sentido. Porque la vida es breve y la muerte larga. Sin Dios, para empezar, la vida no tendría autor. Además de corta, un suspiro, prácticamente, a nada podría referirse, a cosa ninguna resultaría atribuible. Sería por sí. Y eso es no ser. Nada es por sí. Todo es por algo. No es admisible vida sin fundamento. Sin razón legitimadora. Sin razón de ser y de ser vivida. Sin verdad, como vida. No ya por generación espontánea sino por degeneración ontológica conceptual. La vida, que es toda acción, no habría sido hecha por nada ni por nadie. Pero estaría ahí, actuando, sin razonabilidad. Como una vivencia en acto, una vivencia viva y no hay paradoja, una existencia existiendo, actuando, haciendo acción y siendo actuada. Sin un por qué ni un por quien, no superando el carácter de una acción y un acto, para nada. Sin producto. Un actuar sin mas fundamento que su mecanismo. Las cosas no son y ocurren porque sí. Hasta la Termodinámica lo dice. No puede obtenerse nada a cambio de nada. Según yo pienso, puede obtenerse Dios. Solo Dios. Nada, absolutamente nada, se da porque sí. La encantadora hermosura, tranquila y pura como cae cada copo de nieve, suavemente, en su sitio, obedeciendo a una disciplina universal, es tan importante como la fuerza de la gravedad. Ese copo como pelusa de ángel, es un prodigio integral. Es una inercia de la hermosura. Un episodio de Dios.
Yo me amo. Y no quiero morir, Yo quiero vivir por algo, además de para algo. Y vivir después de morir. Se muere mi vida, no yo. Vivir por algo, por alguien, para un fin grande y una verdad metafísica, por una causa ajena y exterior a mi, que es, por otra parte, la que mas tengo interiorizada. Sin Dios, la vida, la mía, sería invivible. La mía, por lo menos, no sería vida. Tal como entendemos o yo, siquiera, entiendo la vida. Yo quiero vivir mi vida. Como una grandísima ocasión trascendente. Lo que mas amo, mi gente y yo mismo, en la cumbre de todas las cosas, yo, en absoluta primera persona, apenas una ilusión física. Llena de urgencias, preocupaciones, quiebras de salud, desilusiones y sufrimientos, sin la alegría compensadora, traducible en esperanza, de que en Dios, con Dios, por Dios, voy a ser siempre, y estoy siéndolo, conmigo y con Él, yo, sería una angustia puesta de pie. Yo soy una parte de Dios. Por eso me amo y lo amo tanto.