Una tarde con Salvador.
“Mi mayor satisfacción ha sido conseguir una buena convivencia, diálogo y la integración de todas las sensibilidades políticas y sociales”Salvador Sánchez es jumillano de nacimiento pero noveldero de sentimientos. Llegó a Novelda cuando aún era un chiquillo a principios de los años 50 del pasado siglo, para trabajar como estucador a las órdenes de Francisco Llobregat, quien lo acogió en su casa de la glorieta durante los primeros años, como si fuera un hijo más, en unos tiempos que se antojaban muy difíciles. Ese adolescente que llegó a Novelda en busca de un mundo mejor fue creciendo e integrándose totalmente en el pueblo, donde pronto se hizo novia y se casó. Pero para el joven Salvador Sánchez, su felicidad personal no se trasladaba a la vida social, él sentía que algo en la sociedad no funcionaba bien, que las personas no disfrutaban de un derecho fundamental, como la libertad de expresión y la libertad de elegir a sus gobernantes, de decidir por su futuro. Por eso, Salvador dio rienda suelta a sus inquietudes y con pocos años y muchas ganas de hacer cosas por sus conciudadanos, se fue adentrando en el mundo de la política y del asociacionismo, eso sí, siempre con la supervisión y los consejos de los mayores, que eran los que con su experiencia y la sabiduría que dan los años, iban marcando el camino a estos jóvenes, que como Salvador, querían cambiar el mundo desde su humilde preparación. Y lo hizo en sus casi 4 legislaturas, con mayoría absoluta, o lo que es lo mismo, 15 años que han hecho que la vida de este soñador quede ligada para la posteridad a la historia de Novelda
Pregunta.- ¿Qué le mueve a entrar en la vida social? Respuesta.- En el año 75 un grupo de jóvenes que teníamos inquietudes y veíamos cosas en la sociedad que no nos gustaban, íbamos averiguando que personas de nuestros mayores eran demócratas y creían en la democracia para contactar con ellos. Yo no podía entender que hubiera personas y familias muy necesitadas, sin trabajo, que tenían que emigrar de sus pueblos, apenas con escasos recursos para comer, con un enorme grado de analfabetismo y que nadie hiciera nada por ellos. La conciencia me conmovía ante estas desigualdades e injusticias sociales.
P.- ¿Se reconoce usted en esa sociedad que ha descrito? R.– Ya lo creo. Yo tuve que empezar a trabajar siendo un niño sin apenas ir al colegio, aprendí a leer y escribir, como tantas personas de mi generación, por mí mismo, haciendo un gran esfuerzo personal. Con unos pocos años, sin apenas fuerzas para levantar un capazo de la obra, tuve que dejar a mi familia y emigrar a Novelda para trabajar. Claro que me identifico con esa generación de “sufridores”, de hombres y mujeres que se dejaban la vida por sacar a sus familias adelante, sin ningún tipo de ayudas públicas ni medios que facilitaran esa situación, difícil y complicada.
P.- ¿Cuándo se da cuenta usted que quiere hacer algo por los demás?
R.- Después de lo que le he dicho, yo me hacía todos los días una reflexión: “Esta sociedad no es justa, algo tiene que cambiar y alguien lo tiene que hacer”. Nos encontrábamos en una sociedad con demasiado caciquismo, demasiado analfabetismo y que por un mísero jornal, las personas trabajaban de sol a sol, sin condiciones ni medios.
P.- ¿Cómo entra en política?
R.- Inicialmente, en Novelda estaba “Amigos de la Cultura” donde había una mesa democrática, en la que se sentaban todos los que creíamos que tenía que cambiar algo de aquella sociedad. Allí no había ningún partido, ni socialista, ni comunista ni ningún otro. Recuerdo que Vicente Escolano y yo nos apuntamos la primera vez a Amigos de la Unesco, que en su momento jugó un papel muy importante en la democracia y aglutinaba inicialmente a toda la gente que creía en ella, y donde en sus reuniones y conferencias conocimos a gente que luego fue muy importante en la política, como José Beviá o Julián Andújar. Recuerdo con cariño al tío Ernesto, de Novelda, que nos guiaba a los más jóvenes diciéndonos donde teníamos que ir para encauzar nuestras inquietudes políticas. Como aquellos tiempos aconsejaban prudencia en estos temas, él nos daba media tarjeta rota, que cuando llegábamos al lugar que previamente nos decía, en Elche, teníamos que tocar 3 veces a la puerta y salía una persona que tenía la otra media tarjeta. Eran tiempos apasionantes, pero con el generalísimo al mando, por lo que había que tener mucho cuidado con no dar ningún paso en falso.
P.- ¿Cuándo y cómo entra en el Partido Socialista?
R.- Como he dicho antes, yo iba buscando gente, personas que sabían lo que era la democracia y creían en ella. Así contacté con personas del entorno del Partido Socialista. A mi me hubiese dado igual un partido que otro, pero me di cuenta que era un partido cuya ideología se asemejaba mucho a mis ideas y a la sociedad que yo quería conseguir. Hablo de aquel Partido Socialista, no de este que tenemos hoy día aquí en Novelda.
P.- ¿Tiene usted antecedentes familiares en el Partido Socialista?
R.- Concretamente en el Partido Socialista no, pero sí que mi suegro, de mi primera esposa, era un militante importante de la UGT y recuerdo que en ocasiones se pasaba por la casa la guardia civil a ver si estaba el abuelo, pero, como vivíamos juntos, lo que querían ver es si estaba yo y tenerme controlado. De esas hay mil anécdotas para contar.
P.- Usted es fundador del Partido Socialista en Novelda, ¿Cómo fue?
R.- Sí, recuerdo con mucho cariño esas personas. Los que nos sentamos en la mesa para constituir el Partido Socialista en Novelda en octubre del 76 y en un local que tenía Vicente Escolano en la calle San Pedro, fuimos, Pepe Penalva, Vicente Escolano, Román Torregrosa, Antonio Carbonell, Pedro Galiano y Vicente Martín. En aquellos primeros días, nos reuníamos donde podíamos, en los almacenes de alguno de ellos y aunque ya éramos tolerados, si tocaban la puerta, se nos helaba la sangre. Luego ya estrenamos sede en la calle Valencia.
P- ¿Cómo lo eligen a usted cabeza de lista del partido?
R.- Nosotros pusimos una urna para que todos los militantes votaran a quien quisieran para encabezar la lista a las primeras elecciones democráticas, y recuerdo que yo salí elegido con tan solo 2 votos de diferencia con Román Torregrosa.
P.- En aquellos tiempos usted era un “rojo” con el bastón de mandos, ¿Levantó eso suspicacias?
R.- Muchas, la gente había vivido experiencias muy traumáticas, unos en la guerra y otros en la dictadura y se pensaba que los “rojos” eran los que quemábamos iglesias, así que yo tenía claro que eran momentos de “templar gaitas”, ya que unos temían que pasara lo de la guerra, y los otros no entendían “entregarse” así como así. Mire uste lo que le voy a decir, y es lo más importante de toda la entrevista, si de algo me siento orgulloso de mis 15 años como alcalde es de haber “conseguido” el entendimiento y la integración entre todas las sensibilidades en aquellos momentos tan delicados. Novelda tenía 4 mártires y familias muy enfrentadas y eso había que arreglarlo. ¿Qué hubiese sido de nuestra transición a la democracia, si en aquel momento las distintas ideologías, que incluso habían estado enfrentadas en una guerra incivil, no hubiesen sido generosas unas con otras y hubiesen renunciado a parte de sus postulados políticos?.
P.- Sobre esto que acaba usted de contar habrá tenido muchas anécdotas.
R.- Muchísimas. Recuerdo ir a comprarle la casa, hoy Centro Cultural Gómez Tortosa, a Dª Mercedes Corts y su primo, el ex-ministro socialista Gómez Navarro que me dijo, “mi prima a un rojo nunca le venderá la casa”, y no es que me la vendió, sino, que es una señora que ella y su familia ayudan desinteresadamente a asociaciones como Capaz. También es de justicia hacer constar que en estos temas de “templar gaitas” tuve un excelente aliado con el cura párroco D. Antonio Cerdá. Cuando había problemas entre las diferentes sensibilidades, nos juntábamos él y yo y decíamos “Tú habla y convence a los tuyos que yo me encargo de los míos”, y todo se arreglaba.
P.- ¿Qué es lo primero que se encuentra cuando entró uste el primer día como alcalde al ayuntamiento?
R.- Un edificio en ruinas. Lo primero que hubo que hacer es tirar el edificio del ayuntamiento, cambiar los juzgados de sitio y levantar un nuevo edificio.
P.- Pero, ¿había tanto dinero en las arcas municipales para eso?
R.- Nada, cero, quiero que sepa que el anterior alcalde, Joaquín Payá, no dejó dinero, pero tampoco dejó deudas. Lo que pasa es que el nuevo edificio no nos costó ni un duro, lo pagaron casi todo los árabes. Cuando sobrevinieron las riadas del 82, el Rey de Arabia, dio una donación de 1.000 millones de pesetas como ayuda a la catástrofe que ocurrió en la Comunidad Valenciana. Yo, ni corto ni perezoso, me cogí el proyecto del nuevo edificio y me fui a hablar con el Gobernador Civil y le dije con mucho dramatismo, “oiga, que el ayuntamiento se me cae y voy a tener que celebrar los plenos en la Plaza Vieja”, y ahí quedo la cosa de momento. Un día me llama el gobernador y me dice, “mira, me han llamado de la embajada de Arabia para decirme que han aprobado el proyecto, ven a verme”, y cuando fui me entregó un talón de 50 millones de pesetas de la época, que me acuerdo que vine corriendo a ingresarlo en la Caja Rural, frente a correos. Pero esta no es la primera obra que hicimos, la primera fue en el Santuario de Santa María Magdalena, donde invité a su inauguración a todos los alcaldes que vivían. Por cierto, al IRIDA también le sacamos 50 millones de pesetas para hacer el Parque del Oeste. Luego ya vinieron muchas obras más, como los juzgados de la Plaza Vieja, las viviendas que se hicieron en el Suiza para los guardias civiles y que no se llevaran el puesto de Novelda, etc. Por cierto, yo fui el primer alcalde que le entregó a la guardia civil la bandera constitucional, con María Jesús Pastor como madrina del acto.
P.- ¿Cuál fue su primer objetivo como alcalde?
R.- Mi primer objetivo, sin duda alguna, fueron los temas sociales. Y para que vea usted el talante de aquella época, la persona que inició los Servicios Sociales bajo mi mandato, y lo hizo extraordinariamente bien, fue María Ángeles Aguado, concejala del Partido Popular, a la que luego la sustituyó como concejala de Sanidad, Milagrosa Martínez. A parte, me encontré con un pueblo que no tenía ningún tipo de servicios para el ciudadano, había que hacer una gran inversión en todas las áreas, había que hacer alcantarillados, asfaltar muchas calles, cambiar y ampliar las instalaciones eléctricas, hacer escuelas nuevas. Quedaba todo por hacer. Pero en esos momentos iniciales, lo que más demandaba el ciudadano era la sanidad y las ayudas sociales, de hecho, el primer centro de salud de la provincia fue el edificio que ahora utiliza Capaz y que vino a inaugurarlo el ministro Ernest Lluch. Yo conseguí como alcalde muchas cosas para Novelda en Madrid.
P.- ¿Cómo se movía usted en Madrid para que le abrieran puertas?
R.- Me conseguí dos grandes embajadores de Novelda en la capital de España, que me abrieron el camino y han hecho mucho por nuestro pueblo, cosa que desde aquí les quiero agradecer públicamente. Uno era Luís María Cazorla, Secretario Letrado General de las Cortes Generales, que por cierto, hace unos meses ha estado en el Casino de Novelda presentando un libro y no asistió ningún representante municipal, con lo que ese hombre ha hecho por Novelda, y el otro era D. Antonio Sala, General de la Guardia Civil y Jefe de Patrimonio del Palacio Real. Otra persona que he querido mucho y que ha visitado el santuario de forma privada muchas veces, y yo cada vez que iba a Madrid y podía, lo iba a visitar, era el Cardenal Tarancón. Aún hoy, cuando puedo, visito su tumba en la concatedral de San Isidro de Madrid. En Alicante también teníamos un buen valedor de Novelda, como fue D. Luis Romero, Secretario del Gobernador.
P.- Usted era un alcalde muy madrugador.
R.- Efectivamente, yo a las 6 de la mañana ya estaba en el bar Emilieta con las primeras personas que se levantaban para ir al campo, me contaban sus necesidades y me daban sus opiniones, yo hablaba con ellos en su mismo lenguaje, y luego volvía a tomar algo al bar Sahoro o el Parada, y me volvía a juntar con otro tipo de gente, que me contaban también sus cosas. Durante toda mi etapa de alcalde, nunca he perdido el contacto con los ciudadanos de mi pueblo y todos han podido hablar conmigo a pie de calle y contarme sus problemas sin necesidad de protocolo.
P.- ¿Cómo fue su primer equipo de gobierno?
R.- Los equipos de gobierno que yo tenía no tienen nada que ver a como son las cosas ahora. Como alcalde, entendía que todos los concejales electos tenían que trabajar por y para Novelda, y así, repartía delegaciones para los 21 concejales. Yo, con mis mayorías absolutas, he tenido de concejales con delegación a Milagrosa y Oriental, por poner un ejemplo, y cuando tenía que ir a pedir algo a Madrid para Novelda y gobernaba la UCD, se venía conmigo el concejal de la UCD. Era otra forma de concebir la política, era sumar y entre todos conseguir cosas para Novelda, yo transmitía entre los concejales que el triunfo era de todos, no solo del partido que gobernaba, e independientemente al partido que pertenecieran. Ahora la política es “al adversario ni agua”, eso es restar.
P.- Sin embargo su salida del ayuntamiento y del partido no fue como usted esperaba.
R.- Es algo que no entendí nunca, y a día de hoy sigo sin entenderlo. Cuando yo dejo la alcaldía, un año antes de terminar mi cuarta legislatura, para que entre Luís Gómez, que sería el siguiente candidato, me encuentro que de momento y sin saber cómo, la persona de mi partido que me sustituye como alcalde, trae un individuo a trabajar al ayuntamiento para investigar las cuentas que yo dejé, y este señor hace un informe donde dice que faltan 100 millones de pesetas, que yo había cometido una malversación de fondos, sentándome como “acusado” en la Audiencia Provincial porque había arreglado un colegio y las facturas no estaban registradas correctamente. Luego resulta que el señor que dice que faltaban 100 millones había cometido un error contable y se demuestra que no faltaban los 100 millones y que la Audiencia Provincial me absuelve por lo del arreglo del colegio. Pero lo más doloroso para mí, que lo dí todo por ese partido, es cuando se convoca un pleno para dar cuenta del error contable que hubo, y donde se presenta una moción propuesta por parte de Víctor Cremades, Wifredo Rizo y Guzmán Seguí, para que se despida a este señor por su irresponsabilidad y por haber puesto mi honorabilidad y honradez en entredicho. Mi partido, los representantes del PSOE, se levantan y se van del pleno. Nunca podré olvidar tal actuación. Desde ese mismo momento, yo no reconozco a mi partido y tomo la decisión de marcharme y darme de baja irrevocablemente. Conmigo también se marcharon casi todos los fundadores que he nombrado al principio de esta entrevista. Terminó la época de un PSOE y entró otro PSOE, más moderno, el que ha derivado a lo que tenemos hoy con 5 concejales.
P.- Ahora que está tan de actualidad, ¿Qué cobraba usted como alcalde?
R.- Los primeros 6 años, 0 pesetas y yo me pagaba mi autónomo. A partir del 85 y a propuesta de todos los concejales, se me asignó un sueldo de 40 o 50 mil pesetas al mes, y cuando terminé mi etapa de alcalde, no tuve ni derecho al paro. En la actualidad hay sueldos de políticos, que con los tiempos que corren, tendrían que revisarse y adaptarse a la situación actual.
P.- ¿Cómo ve usted la deuda de 36 millones que tiene actualmente el ayuntamiento?
R.- En Novelda han entrado en la última legislatura más de 20 millones de euros de los planes zapatero, confianza, etc. Un ayuntamiento, lo que no puede hacer es gastarse más de lo que recauda, inflando los presupuestos, eso es engañar a la gente y engañarse a sí mismo, diciéndoles a pequeñas empresas y asociaciones que les van a pagar lo comprometido, dando pie a que ellos gasten de acuerdo con lo que piensan que van a cobrar y que luego no cobran y llegan todos los problemas. A algún técnico del ayuntamiento también habría que tirarle de las orejas por no informar en contra de unos ingresos que se sabe a ciencia cierta que no se van a conseguir. De momento lo que no podrá hacer el ayuntamiento es ninguna inversión. A Novelda le va a costar mucho pagar esa deuda, y lo que es peor, nadie tiene responsabilidades y se marchan a su casa como si nada hubiera pasado.
P.- ¿Cómo ve usted el problema del paro en Novelda?
R.- En Novelda se ha cometido un error sistemático durante muchos años, y es que a los jóvenes se les ha quitado de seguir en el colegio para trabajar en las fábricas de mármol, porque en esos momentos se ganaba mucho dinero, pero ello nos ha llevado a encontrarnos ahora con gente joven, 30 – 40 años, sin formación y que solo saben trabajar el mármol, lo que hace más difícil su reubicación en otras actividades. De todas formas, la actividad del mármol ya no volverá a ser lo que ha sido en sus años de máximo esplendor.
P.- Usted ha sido presidente de la Comisión del Agua en la Diputación, ¿Tiene arreglo el conflicto del agua? ¿Es posible agua para todos?
R.- Agua hay, lo que pasa es que a alguien le interesa que siga viva esta polémica. El agua hoy en día es un negocio en el que hay mucho politiqueo, es un arma utilizable por los partidos. Se ha mantenido viva la polémica del trasvase del Ebro, porque era P.P. contra PSOE, pero ahora que Valencia, Castilla la Mancha y Aragón son del Partido Popular, verá usted como se apaga esa polémica. El trasvase del Tajo Segura se ha utilizado para los campos de Cartagena y el agua del Júcar Vinalopó ya la tenemos en Villena. En Novelda nunca ha faltado agua para regar las viñas y ahora, por desgracia, mucho menos.
P.- ¿Cuáles han sido el peor y mejor momento de su mandato?
R.- En cuanto al peor momento, sin duda alguna, han sido dos. El día que pasó la desgracia del accidente de los cohetes en las fiestas de San Roque, con una persona muerta y muchos heridos, y el otro peor momento fue el 23-F. De esa noche recuerdo que me fui inmediatamente a mi despacho en el ayuntamiento y me puse a las órdenes del Gobernador Civil accidental y amigo mío D. Luís Romero. Conmigo estaban el comandante de puesto de la guardia civil, Antonio Romero y el jefe de los municipales, Pedro Tárrega. Gracias a Dios en Novelda no tuvimos que lamentar ningún incidente. En cuanto a lo que más satisfacción me ha dado en mis años de alcalde ha sido conseguir en la época de transición una buena convivencia, diálogo y la integración de todas las sensibilidades políticas y sociales.
P.- ¿Cómo valora desde la perspectiva que da el tiempo a los otros alcaldes?
R.- Yo no soy quién para juzgar a ningún alcalde de Novelda, y no lo haré, pero sí le diré que todos los alcaldes han querido siempre lo mejor para su pueblo y aunque cada uno haya ido por un camino diferente, el destino era el mismo, conseguir lo mejor para Novelda. Le tengo que decir que el último alcalde de la dictadura, Joaquín Payá, al que me unió una buena amistad, acudió a mi llamada cada vez que me hizo falta para explicarme cualquier duda que tenía sobre el funcionamiento del ayuntamiento.
P.- Díganos como valora usted sus 15 años de alcalde.
R.- Bajo mi punto de vista han sido muy positivos, me he equivocado algunas veces, faltaría más, pero se ha trabajado mucho y muy duro por dotar a Novelda de todas sus necesidades, y la mejor herencia que me llevo es que la gente cuando voy por la calle me para a saludarme y a hablar conmigo, eso me llena de satisfacción.
P.- ¿Qué hace usted ahora?
R.- Disfrutar de la vida y hacer algo que no hice cuando tenía la edad, estudiar. A mis 73 años, voy a la Universidad de Alicante a estudiar Historia del Arte, llevo ya cuatro años y me queda uno para licenciarme, también estoy haciendo otro curso para comprender la música.
P.- Por cierto, ¿Cómo andaba usted de coche oficial?
R.- Muy bien, mi mejor vehículo oficial con chófer ha sido la vespa de Román Torregrosa. Ahora en serio, el coche oficial es necesario cuando uno tiene que desplazarse a hacer gestiones, un alcalde no puede ir a Madrid o a Valencia o a cualquier acto oficial con su coche particular, debe de ir con el coche del ayuntamiento, que a la vez que te desplazas te permite ir trabajando, haciendo gestiones y ganar tiempo.
P.- Para finalizar, ¿qué deseo tiene usted en estos momentos para Novelda?
R.- Que recupere lo antes posible el empleo y la plena actividad comercial e industrial, y que las familias puedan vivir dignamente.
