Nº 141) Luis Miguel Salar Amorós, «Luismi» (luchador de Muay Thai)

Opinión de Vicente Díez sobre deportistas noveldenses

De nuevo, comentamos la biografía de otro luchador del Muay Thai y se debe a que, siendo un deporte minoritario, merece una divulgación mayor para que sepamos de esa actividad.

   El protagonista de hoy nació en el año 1995 y vive cerca del Mercadona. Afirma que pasó gran parte de su primera infancia junto a su abuela y es el menor de los dos hijos que tuvieron sus padres. Como antecedentes familiares, se remonta a su abuelo Francisco, quien era un apasionado y practicante de varios deportes, pero la Guerra Civil truncó sus deseos de demostrar su valía deportiva. Asimismo, nos dice que creció “en un campo de la huerta, en las afueras de Novelda” de sus tíos abuelos Carmen y Juan.

   Relata Luismi que en sus primeros años aún no estaba construido gran parte de los alrededores de su domicilio; eran montones de tierra donde jugaba con sus amigos al fútbol y en horario extraescolar practicaba karate, orientado por el profesor de Educación Física, Enrique; hacían exhibiciones sin golpes y movimientos al aire imitando a los samuráis.

   Al cambiar de colegio, quedaron atrás tanto el fútbol como el karate y en un gimnasio comenzó a recibir clases de boxeo y full contact. Entonces, apareció su inseparable amigo y maestro Kevin Martínez, al que Luismi estima y le considera el hermano mayor que no tuvo. Siente por Kevin una amplia admiración como persona.

   Kevin le acompañó al gimnasio Olimpia, donde ambos eran los más jóvenes, pues el resto de los luchadores eran ya hombres adultos, siendo aconsejados y protegidos por los veteranos. Kevin le proporcionó motivación y técnica, con trece años. Allí ejercían los maestros Yako Torregrosa y José Miguel Prats. Yako le buscó rivales, a veces difícil debido a su edad. Confiaba en Luismi al ver su desenvoltura, hasta que un día le dijo una frase que guarda en la memoria: «me siento orgulloso de tí».

   El objetivo de un luchador de Muay Thai es noquear al contrincante y este deporte tiene diversas especialidades o ramas; la suya es el Muay Mat, que significa luchador de puños y loukit; o sea, patadas a los muslos. Asimismo, existen los codazos, algo duro pues duele en cualquier parte del cuerpo donde se reciban; de hecho, en la cara puede abrir una brecha. Precisamente, cuenta que, en un combate frente a un luchador iraní, le dio un codazo en la parte superior del cráneo, con resultado de una brecha; lo «apañaron» con un pegote de vaselina y.…a continuar, si se mantiene en pie, o no arrojan por ti la toalla y al final Luismi venció por K.O.

   Me muestra muchas fotos en su móvil y en una de ellas presenta el rostro algo tumefacto, con el labio superior hinchado y un ojo por el que no veía. Este combate fue en Tailandia y su rival le superaba la cabeza en estatura.

   No es partidario de los viajes en avión y no pensaba que iría a Tailandia, pero era y es «cuestión del todo o nada» y hay que trasladarse a ese país, cuna de este deporte. En su primer viaje, acompañaba a Kevin y Luismi vendió su automóvil; con lo ahorrado por ambos, proyectaban pasar allí tres meses. En el país oriental quedó fascinado de lo visto y rompió el ticket de vuelta, prometiendo a Kevin que no regresaría a España hasta verse en Tailandia de nuevo, lo que se produjo tras dos meses.

   Se dedicó íntegramente a entrenar y aprender la forma de vida tailandesa; para Luismi fue como llegar al paraíso del Muay Thai. Según relata como ejemplo, los nativos tienen una mentalidad muy diferente a la nuestra, la occidental, donde se intenta acaparar al máximo las propiedades y el dinero. Ellos son felices con lo poco que tienen y no reclaman más. Algunos de sus alimentos son a base de insectos debidamente seleccionados y criados para el consumo humano, similar a nuestros pollos de granja y así, hemos visto imágenes en el cine o la televisión de platos orientales a base de insectos como saltamontes, gusanos… e incluso ratas pequeñas. En otra de las fotos que me muestra, le veo sujetando por el rabo a una ratita previamente asada a la parrilla y él abre su boca para comérsela. Me viene a la memoria la versión que oí a un peruano sobre que en Hispanoamérica no les gusta comer caracoles, algo normal en la Madre Patria. A los caracoles les llaman despectivamente, “babosas” y es que, en aspectos culinarios, se dice aquello de “sobre gustos, no hay nada escrito”. En otra de las fotos mostradas, le veo con niños del gimnasio pues hay familias sin recursos que dejan a sus pequeños a cargo del gimnasio; celebran peleas apropiadas para ellos y el dinero conseguido lo entregan a su familia como una aportación al sustento familiar.

   Ampliaron un mes más de lo previsto la estancia en Tailandia y Kevin logró una victoria increíble, por K.O. Regresaron vestidos con ropa corta, como es habitual allí y la ropa larga la traían en las maletas. Hicieron escala en Oslo (Noruega) y desde la capital escandinava a Valencia y en bus, a Alicante, adonde vino a recogerlos la novia de Kevin, Maite Botella, también luchadora y publicada recientemente su biografía. Se libraron de la hipotermia, pues la lluvia en Alicante los dejó empapados.

   Gran parte del resto de la carrera deportiva de Luismi se desarrolló en España; por ejemplo, en Madrid, Murcia y otras ciudades y por toda la Comunidad Valenciana. Tiene quince combates hasta ahora, con doce victorias; un nulo y dos derrotas. Unos datos estadísticos muy buenos; enhorabuena, Luismi.

   Pero las que más se graban son las derrotas. Una de ellas, precisamente en Bangkok (Tailandia) en el estadio Limpini, fue noqueado tras recibir un codazo en la boca, que le hizo perder o quedar colgando, parte de la encía y se le ve en una foto sobre la camilla; posteriormente, el médico del estadio le cosió la herida colgante. Allí, en el país asiático le anunciaban al subir al ring como “Katinlek”, algo así como “el toro de hierro”, según la versión aportada por él mismo.

   Por el contrario, una de sus victorias más recordada fue aún en categoría amateur en Madrid, contra Roberto Pérez. Su rival estaba invicto con doce victorias consecutivas y los pronósticos estaban decantados hacia el oponente. Por otro lado, su estatura era superior a la de Luismi pues nuestro protagonista mide 1,67 m. Contra lo previsto, la victoria se decantó para el noveldense. Tras un combate muy sufrido, les dieron a ambos la enhorabuena por haber realizado el mejor combate del día.

   Luismi venció en la Liga MTR entre los cuatro finalistas. Cada uno de ellos ha de enfrentarse a los tres restantes y suma los puntos que le otorguen los árbitros de mesa. En España, peleaba prácticamente gratis hasta forjarse un nombre. Actualmente como profesional, combate por dinero y dice que “cada uno en la vida lucha por lo que no tiene y aspira a poseer”.  

   Kevin y Luismi entrenaban en plena calle y a veces, saltaron las rejas del Campito y de día o de noche, donde hubiere luz para poder ver. “Si algo quieres, algo te cuesta; nadie dijo que esto iba a ser fácil”. Aquí en España, los gimnasios no son gratuitos y ahora trabaja en la industria del mármol. Antes trabajaba montando andamios en la construcción; un trabajo duro que le servía para mantenerse fuerte y los compañeros de la obra le apodaron “Rocky”. Entrenaba por las mañanas con carrera rápida para coger fondo y por las tardes, practicaba en un almacén de Arturo Ayala y de Dani Botella, como gimnasio improvisado donde ya disponía de luz, ducha… y de allí salieron varios luchadores bien preparados. Para pulir sus formas y estilos, estaba el maestro Yako.

   Llegamos al año 2018 en que consiguió ser campeón autonómico y repitió el mismo título en los años 2019 y 2020 en el Polideportivo Camilo Cano de La Nucía, organizado por una gran luchadora, Eva Naranjo. En marzo del año actual se presentará al Campeonato Nacional, tras enfrentarse a todos los de su peso en España. El pasado año 2019 se celebró en Guadalajara este Campeonato Nacional y consiguió el bronce. Se estima que para el año actual aumente el número de aspirantes al título.

   Como es evidente, este deporte no mueve mucho dinero, por lo que cualquier practicante se va convirtiendo en un tipo duro, de los que lo hacen porque les gusta. Deseamos desde aquí, la mejor de las suertes para nuestro luchador local, Luis Miguel Salar Amorós, alias “Luismi”.     

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