LA MANTECA, YA

El PP quiere la manteca ya. No dentro de un año. La quiere ya. Y en cierto modo es lógico. Hacer buenas las encuestas actuales, trasladarlas a las urnas, garantiza cuatro años sin que tos alguna enturbie en la travesía hacia la prometida recuperación económica y, por ende, la salvación del país. Tengo la sensación de que al PP le pirraría que Zapatero se hubiera plegado sobre sí mismo, como el caracol que encoge las antenas si detecta peligro, encastillándose en su refugio de palillos desvencijados y manteniendo el descrédito de su figura hasta la autodestrucción. Pero no ha ocurrido así. A poco más de un mes para la cita electoral de las locales y autonómicas, Zapatero ha plantado al país entero frente a la televisión para anunciar que el PSOE ya bucea entre sus candidatos para la sucesión de quien ha sido la cabeza visible del Gobierno de España durante las últimas dos legislaturas. Que ocho años bien valen una muda, oiga, más si los ropajes empiezan a simular retales como cogidos por pinzas. Es un ejercicio de coherencia. Pura, dura y sana coherencia. Y hasta de una formidable previsión, aunque choque de inicio. La imagen del presidente ha sufrido un desgaste brutal en los últimos meses, la economía ha actuado de guillotina contra un proyecto que no supo preverla, y que tardíamente la reconoció, cierto; aunque en aras a un mínimo grado de objetividad, habría que decir que tampoco provocó. Más bien se la encontró. El de un escenario con una virulencia económica tan poderosa que hubiera arrasado al Gobierno, del color que fuera, que por allí pasara.

Las medidas adoptadas para refrenar la embestida, ya lo hayan sido “motu proprio”, ya por rapapolvos enviados desde Europa, no han derivado en resultados palpablemente compensatorios ni muestran marchamo paliativo a corto plazo. Y es que para reducir la falla que a España le ha salido en su corazón económico y financiero, no existe cirujano que a las bravas y a corto plazo lo consiga. Ni con la barita mágica que dicen se esconde en la chistera de los remedios caseros del aspirante Rajoy. Se trata de una herida que se gestó en muchas noches de fiesta, hace años, en esas veladas en las se ingieren cuatro copas de más, o cinco… ¡Y que me quiten lo “bailao”! De esa especie de beoda despreocupación por el mañana, del garrafón de ladrillo y sus seductoras tentaciones, hemos sido todos relativamente responsables, durante años, al no haber sabido decir “no”, en su momento, a la última copa ofrecida por esa morenita de luciferina presencia que apoyada sobre una barra nos invitaba a creernos un cuento de hadas.

Zapatero dice que se va, o que no se presenta, que es lo mismo, lo que ha despertado, de un lado, el debate de su sucesión en el PSOE, señalando a Rubalcaba y a Chacón como claros aspirantes; pero de otro, esta decisión del presidente ha hecho saltar las alarmas en el PP ante la posibilidad de que ese “gesto” pueda conllevar una leve curación en el desencantado y alicaído electorado socialista. De modo que en el PP, instan, impelen, casi con malhumorado afán, a que las urnas del país enseñen su ranura antes de hora y a que la gente acuda en tropel para corroborar lo que las encuestas vaticinan. Son conscientes de que Zapatero actúa con un sentido de Estado que podría recuperar apoyo en unos votantes que hoy muestran sentimientos de atonía y hartazgo justificados. Quizá por eso, las prisas, el apremio súbito. Si añadimos, que el director de FMI viene de validar las medidas tomadas por el Gobierno español, desde el aspecto fiscal, pasando por el de las pensiones, el mercado laboral y la banca, y que, sobre todo, a pesar de la renuncia de Zapatero, el postulante contrario, Mariano Rajoy, sigue mostrándose como un irredento repetidor de curso en la valoración de líderes, pues eso… Que la manteca, cuanto antes mejor. No sea que se tuerza la tendencia.